IRREVERENTE
Les platico:
Benito Juárez fue un masón ejemplar que predicó con bajo perfil sus características personales y profesionales.
Así lo manda esa corriente religiosa: “no pregones en el exterior, lo que vivas en tu interior”.
Las virtudes del Benemérito se hicieron públicas cuando incursionó en la política, y fue en ese momento cuando comenzó a faltarle a los principios de la masonería, dicho esto por sus mejores biógrafos, insertos en el cuerpo de historiadores del Banco de México, quienes escudriñaron su vida entera, desde el 21 de marzo en que nació hasta el 18 de julio de 1872.
Viene esto a colación porque es relativamente fácil identificar a los elementos infiltrados en el gabinete de los tres niveles de gobierno de la señora presidenta: la mayoría de ellos son masones exultantemente profesantes.
Pero como me dijo uno de los historiadores de Bancomex: “son el ala estridente de la masonería y por ende fáciles de identificar. De esos que usan un fistol con la escuadra y el compás, o lo traen en forma de dije o pin en la solapa”.
Conocí a uno que los traía en una boina, en la solapa de su saco y hasta en un anillo, con el que retaba a golpes a quien se oponía a sus creencias políticas.
Murió no hace mucho y quién sabe dónde habrá ido a parar esa parafernalia de símbolos masones de los que presumía por todos lados.
Hay un precepto básico, elemental de la masonería, que no permite a sus miembros hacer política escudándose en esa corriente religiosa.
Los hay dentro del gobierno, pero también fuera.
Son hachazos que rompen la introspección e interiorismo de la masonería.
Se vuelven exhibicionistas y por eso, a algunos que yo conozco les ha costado ser expulsados de las Logias a las que pertenecían.
No dudo de las intenciones de la doctora de separarse de la influencia de su tutor.
Cada día da más muestras de ello.
Entre sus tareas está identificar a los “enviados del pasado sexenio” y no solo basta conocer sus nombres.
Hay otros que pasan ese primer filtro, porque no son del círculo cercano a López Obrador.
“Por sus obras los conoceréis”, dicen las santas escrituras.
Yo añadiría que por sus símbolos también los conoceréis.
Son los masones estridentes. A los que se les llena la boca diciendo que lo son.
Esos son los que le añaden estridencia a la prudencia con que la señora presidenta está rebasando ya sus primeros 100 días en el poder.
La oposición sigue dormida -todavía- y por ende, no es motivo de preocupación para el poder presidencial -todavía-.
La verdadera oposición de la presidenta morena está dentro de sus propias filas.
Son los masones estridentes que juegan más para el ex presidente, que para la presidenta.
Uno de ellos me buscó esta semana para preguntarme dónde consigo la información que he publicado en esta serie.
A cambio prometió darme santo y seña de quienes a su juicio, están en el equipo de Claudia y juegan a la estridencia referida, señal de los lópezobradoristas que operan disfrazados.
Mi respuesta fue en forma de pregunta: ¿Cuándo aprendiste a caminar en dos pies?
Me pasé de fino y sutil. Debí de haber sido más explícito o burdo, porque se quedó callado y fin de la conversación.
Cajón de Sastre:
- “Seguramente no te entendió”, me dice el Incomparable Iván, quien ahora sí, mañana aparece con toda la Compañía en un cambio de programa.
- Por lo pronto, tengan ustedes hoy un plácido domingo.