Los líderes de los tres principales partidos opositores, Alejandro Moreno Cárdenas (Alito), del PRI; Marko Cortés del PAN y Jesús Zambrano son un tríocontratado” o al menos complaciente con la 4T para mermar a la oposición, pero especialmente para destruir el sistema de partidos y con ello la democracia y traicionar a su militancia y a los ciudadanos.

De los tres, lo único que se ha visto hasta ahora, es que le han servido de sparring, de correa de mensajes destructivos de la democracia y de barrera para evitar que la oposición tenga voz y genere propuestas. Lo único que hacen es vociferar, reclamar y reaccionar -tardíamente- sobre la agenda que dicta el presidente, por cierto, agenda sin contenido, más que la ofensa.

Disminuyen el debate público y se ponen al nivel de AMLO en discusiones estériles que dejan en desamparo las verdaderas causas ciudadanas y alientan la polarización que en nada sirve para una nación democrática y civilizada.

El problema de todo esto, es que están empeñados en mantener el control de su pequeño poder, por lo que bailan al son que les toquen desde Palacio Nacional y luego, cuando pretenden negarse bien los desechan y exhiben.

Alito

Como gobernador de Campeche nombró secretario General de Gobierno a Carlos Miguel Aysa González, quien lo sustituyó al frente del Ejecutivo Estatal cuando pidió licencia para dirigir al PRI en 2019. Esta acción facilitó el camino para que Layda Sansores llegara a la gubernatura del estado, impulsada por Morena, a pesar de no cumplir el requisito de ley de tener residencia en la entidad.

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Todo estaba acordado entre Alito, Morena y AMLO, para que arribará la hija del mayor cacique de Campeche y exdirigente nacional del PRI, Carlos “el Negro” Sansores Pérez. Alito al frente del PRI hacia lo suyo para favorecer a Morena de cara al proceso electoral de 2021.

Cómo segundo acto, Alito tuvo como principal asesor en el PRI a otro aliado de AMLO incrustado en las filas del priismo, el impresentable José Murat Casab, padre del actual gobernador de Oaxaca, se les veía en restaurantes de la CDMX acordando. Cómo olvidar las grabaciones -filtradas- donde se escuchaba a José Murat y Ricardo Monreal negociando las candidaturas para sus familiares, entre ellos el actual gobernador de Zacatecas David Monreal, así como las reuniones del líder del Senado con Manlio Fabio Beltrones.

Si por México y los ciudadanos

Lamentablemente para Alito y Murat se les atravesó algo que no esperaban o que minimizaron, la alianza opositora de “Sí por México”.

El primer golpe se dio en las elecciones intermedias, donde a pesar de los dirigentes partidistas, en diversos distritos electorales se logró consolidar una coalición y lanzar candidato único, el resultado fue que Morena perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, que por cierto, en la legislatura que terminaba había construido desde la ilegalidad y la trampa.

El otro golpe brutal, que ya no pudo controlar el dirigente del PRI, fue la posición de los legisladores federales en la votación de la Reforma de la Industria Eléctrica. Su bancada fijó postura por encima de su dirigente nacional, no podían votar a favor de una iniciativa regresiva que hundiría al país.

Alito no tuvo alternativa por la presión pública que recibió, y se negó a ayudar a López Obrador, lo que fue considerado una traición por quien despacha en Palacio Nacional.

Por tanto, la actual gobernadora de Campeche, con la instrucción o la venia de Palacio Nacional, inició la filtración -aunque ilegal- de una serie de audios, evidenciando actos de corrupción y negociaciones del dirigente nacional del PRI que diversos actores.

La respuesta no se hizo esperar, Alito dio a conocer la amenaza del Secretario de Gobernación Adán Augusto, a través de el converso Manuel Velasco, ex gobernador de Chiapas y actual senador de la república por el PVEM.

Marko y Anaya

En el PAN las cosas no son tan diferentes, Marko Cortés, del que se dice que quién sabe qué le debe a AMLO, actúa de la misma forma, en contra de su militancia, de su bancada en el Congreso, de sus gobernadores y seguramente sabe que le puede pasar si no obedece.

Cortés Mendoza, es la herencia de otro veleta, Ricardo Anaya, quien después de su derrota en las elecciones de 2018, acusó persecución política y se auto exilió, para evitar pisar la cárcel. De ahí que Marko no quiera correr la misma suerte que Alito y Anaya y mejor hace lo que le piden en Palacio Nacional.

Jesús Zambrano es mucho más insignificante, pero tiene un cierto peso político, sobre todo en las elecciones venideras del Estado de México y bueno, también se alinea, no vaya siendo que AMLO se lance contra él por no obedecer.

El objetivo de la triada de dirigentes es hundir a sus respectivos partidos, para que solamente sean testimoniales, en el surgimiento de un nuevo régimen autoritario, releccionista que encabeza AMLO. Con estos podemos vaticinar el adiós a la democracia y al régimen de partidos.

Por eso, la pregunta es: ¿Hasta cuándo se mantendrá esta tercia de dirigentes entreguistas?