Los imperios se derrumban desde adentro, así pasó con los romanos hace cientos de años y así pasó con el PRI, cuando de vuelta al poder, no pudo contener ni alinear las ambiciones personales de sus cacicazgos y grupos privilegiados que se apuñalaron entre sí.
Hoy, en las ruinas de lo que fue alguna vez el otrora partido más poderoso de México, en vez de generales con sus regímenes, pareciera que solo han quedado pequeños grupos de pepenadores buscando entre los escombros de lo que ellos mismos derrumbaron, algún objeto de valor que todavía se puedan robar.
Alito Moreno y Carolina Viggiano han resultado ser una fórmula cancerígena para el PRI, no solo porque de acuerdo a sus resultados, pasan a la historia como la peor dirigencia nacional que ha tenido el partido; sino además, porque lejos de construir acuerdos, han sido los impulsores de una política divisionista que repele a todo aquel que ose contradecirlos y represente para ellos, un riesgo a su liderazgo futuro.
Ahora se han ido en contra de otro gobernador priista, el mandatario de Hidalgo Omar Fayad, por supuestamente haber negociado ya la entrega del estado a Morena. Curioso que no apliquen el mismo discurso para el gobernador priista más cercano al presidente, el oaxaqueño Alejandro Murat; quizá solo por ser hijo del padrino y verdadero jefe de Alito. Sin una sola prueba que aportar sobre sus acusaciones, resulta ya hasta cómico que coincidentemente sea la propia Viggiano la que pretenda quedarse con la candidatura de dicho estado.
Alito en 2021 hizo lo propio, dejó a su sobrino como candidato a gobernador de Campeche. Un estado que el presidente nacional del PRI abandonó a medio mandato para impulsar su supuesto proyecto personal; y en donde por su ego y soberbia, terminó exhibiéndose al pasar de ser gobierno, al tercer lugar en la boleta electoral, con todo y su dichosa alianza.
Carolina Viggiano es pareja del ex gobernador de Coahuila Rubén Moreira, fue primera dama en dicha entidad, luego diputada local plurinominal en Hidalgo, ahora es Secretaria General de su partido a nivel nacional y también diputada federal plurinominal, nada ganado en las urnas ni por la gracia o preferencia de los ciudadanos, y ahora pretende dejar su curul auto asignado para irse de candidata a gobernadora en este año.
La dirigencia nacional del PRI abusa de su poder y acapara todo, por eso en las plurinominales de su partido entraron prácticamente todos sus empleados, desde el intento de porro venido a más Pablo Ángulo, hasta el esposo de la misma Viggiano, Rubén Moreria; porque hoy, el partido es a su ver, propiedad de ellos.
Eso sí, muy bonitos los discursos y publicaciones en Twitter donde dicen ser oposición a este gobierno, después de haber entregado todas las gubernaturas del pasado año, y de ausentarse de discusiones importantes como la reforma eléctrica enviada por el Presidente, de la cuál, los alitos, prefirieron no decir nada.
Con esa desfachatez acusan a otros de lo que ellos hacen, para tratar de legitimar un abuso de autoridad a todas luces presente en una dirigencia chiquita, que le hace honor al mote de su presidente (alito), porque a los ojos de la clase política mexicana y de la sociedad, es un muchacho que así se quedó (chiquito), y que nunca terminará por crecer.
Con estas prácticas de acaparamiento, nepotismo, imposiciones y disputas, ¿cómo puede el PRI, señalar de autoritario al actual gobierno sin morderse la lengua al hacerlo?
Alito y Viggiano abusan de su temporal poder, y parecen no querer reconstruir un imperio en ruinas, sino más bien, como un par de pepenadores, pretenden seguir buscando entre los escombros, algún objeto de valor que les sirva y que aún se puedan robar. Al fin, a estas alturas, no parece haber algún general en pie que les impida el paso.