“Hoy por ti, mañana por mí
una solución con devolución
hoy por ti, mañana por mí
negocio perfecto firma aquí
En tu diario escribirás
una poesía sobre el mar
y si no me dejas compartir
alerta gris se puede hundir
Porque al ver lo que sientes siento
y al pensar lo que piensas pienso así
tenemos contrato a medias
lo debes cumplir.”
FLANS
“Si la cachetada no funciona, o los matas o les pagas, pero guarda el recibo porque no somos de la mafia, ¿de acuerdo?”
PELÍCULA ‘ROCKNROLAA’
La joya de la muy abollada corona priista estaría por perderse. La cuna del PRI y uno de los dos últimos estados que siempre se han pintado de Tricolor podría volverse morenista en el 2023.
Nadie piense que se trata de falta de cuadros, tampoco de que la alianza opositora abandone al priismo en tan aciago momento o que Alejandro Alito Moreno, cansado de que audios que lo involucran sean exhibidos por Layda Sansores, ofrezca el Estado de México a la 4T en son de paz o de claudicación. No, nada de eso.
Es Enrique Peña Nieto quien, desde España, sintió un reciente calambre el martes pasado cuando López Obrador le pidió a Pablo Gómez, titular de la UIF (Unidad de Inteligencia Financiera), le informara si existe alguna investigación abierta contra el ex mandatario.
El mexiquense sabe bien que Santiago Nieto, ex titular de esa dependencia de Hacienda, dejó sobre su escritorio un expediente que llevaba su nombre por aquello de los sobornos de Odebrecht y, más allá de ello, que si López Obrador se lo propone, no es difícil encontrarle cosas y “casas” en su contra, empezando por su nueva morada en Madrid.
Es un secreto a voces que existe un pacto entre López Obrador y Peña Nieto, razón por la cual el tabasqueño no persigue al priista y tiende a olvidarlo en sus mañaneras. No hace falta hacer todo un recuento aquí. Basta decir que se salta seis años en su recorrido habitual de todos los días y tiende a concentrarse en el sexenio de Felipe Calderón. Salvo, claro está, cuando quiere mofarse de él.
Por ejemplo, el 14 de junio, en la palestra del insulto, Andrés Manuel le llamó “el payaso de las cachetadas” por cómo le trataban los medios de comunicación en su sexenio (habría que incluir ahora por cómo el presidente se mofa de él desde Palacio Nacional).
El punto es que, para López Obrador, Peña Nieto es como si no hubiese existido. Solo, muy de vez en cuando, requiere “recordarle” al ex presidente que no puede placearse con descaro por medio mundo. Es entonces cuando le manda indirectas (usualmente a través de notas y columnas de opinión en prensa).
Pero ahora, un obstáculo final está por venir, y todo indica que Peña Nieto está jugando todas sus cartas (las que le quedan) para entregarle el Estado de México a Morena a cambio de que AMLO continúe dejándole en paz.
Entre él y Alfredo Del Mazo, gobernador mexiquense y además primo de Enrique Peña Nieto, hacen toda clase de maniobras y artilugios para que el candidato de Morena le gane al suspirante priista con facilidad. Bonita familia y “grandes defensores” de la cuna del priismo.
Siguiendo el modelo de Elías Calles (uno de los fundadores del PRInosaurio), hoy Peña Nieto sigue siendo el elector mayor en aquella entidad, pero lugar de plantear una estrategia de triunfo, pareciera que su propósito es rendir la plaza.
Muestras de lo anterior hay suficientes. Cada vez que algún suspirante del priismo o de ‘Va por México’ se le acerca, lo batea (aunque el deporte favorito de Peña es el golf, ahora “practica” el beisbol con el fin agradar en Palacio Nacional). Poco importa si quien busca su apoyo y consejo sea priista, panista o antiguo líder del expartidazo, la reacción de Peña Nieto es simplemente no proponer nada.
Según la última encuesta dada a conocer en prensa (me refiero en esta ocasión a la de El Financiero), en el Estado de México Morena va arriba en la intención del voto con un margen de ventaja de ocho puntos porcentuales; una diferencia mínima considerando todo el músculo y apoyo federal. Con razón, ni tardos ni perezosos, Morena cuestionó el nombramiento de Amalia Pulido Gómez como consejera presidenta del Instituto Electoral del Estado de México. ¿Su pecado? No ser abiertamente partidaria de la Cuarta Transformación.
Ante esto y en un momento en que aún no se tiene un posible candidato por parte de la alianza opositora, se entiende que el pacto AMLO-Peña Nieto vuelva a cobrar fuerza.
Es importante preguntarse qué tanto la fuerza de Morena en el Estado de México radica en que tanto Peña Nieto como Alfredo Del Mazo estén cediendo. ¿Las cuentas públicas no resisten una sencilla auditoría y prefieren entregar el estado? ¿Qué harán los socios de la alianza PAN y PRD? Francamente no se les ve muy despabilados.
Puesto de otra forma: ¿será que para que la 4T no persiga a Peña Nieto, este debe hacer lo necesario para ceder el Estado de México? ¿El payaso de las cachetadas que López Obrador le propina?