¿Cuáles son las fuentes principales de una política exterior? Esencialmente los procesos socio-políticos e ideológico culturales internos, y el acontecer en el sistema interinstitucional regional-global de Estados, en dos dimensiones fundamentales: la estructural y la coyuntural. En ambos espacios, la relación bilateral entre México - Estados Unidos se ha modificado: la geopolítica, la geo economía y la geo estrategia que impacta y genera determinantes para ambos Estados-gobiernos y se expresa en la agenda de asuntos bilaterales a tratar.
La política exterior mexicana se ha re-direccionado
Ni las fuentes, ni los procesos ni las dimensiones que condicionan tales espacios del regionalismo actual que les envuelve, son los mismos que hace tres años y dos, cuando ambos mandatarios ascendieron al poder en sus países, respectivamente. Ni la personalidad política y los estilos personales de ejercer el poder son iguales a los de sus predecesores en el cargo. Desentrañar todo ello comporta un ejercicio doctoral amplio que está pendiente de realizarse. Hay distintos modelos teóricos que ayudarían al efecto para entender la toma de decisiones en ambos lados de la frontera internacional. Pero pragmáticamente podemos considerar ante muy distintas evidencias que la política exterior mexicana se ha re-direccionado. Estamos en un activismo negociador.
El constitucionalismo sustentado en el Artículo 89 para la política exterior que pregona y reitera el Presidente AMLO y su pretendida aplicación de hoy al “pie de la letra”, está sujeto a los cambios en las distintas fases de la historia diplomática de México, de sus cambiantes intereses, momentos de su desarrollo, conflictividad interna, doctrina política en vigor y la proyección de intereses en determinados lapsos de tiempo. Es decir, no es intemporal, nada lo es, y en realidad se ha producido un cambio de enfoque en la política internacional que desarrolla el gobierno de la 4T-4R. El signo dominante en las acciones, el discurso, y el manejo de la agenda bilateral está en la moderación política e ideológica del disenso-consenso en un contexto de programa político del cambio histórico para México. Pero prevalece la moderación política e ideológica y ha sido una sabia decisión.
La política exterior es estructura y coyuntura en distintos momentos históricos. El arte del equilibrio entre ambas con la flexibilidad que las determinantes de la lucha política definen. En lo relativo a la masiva inmigración indocumentada, más la enorme gravitación del crimen transnacional en la frontera sur de México, exhibiendo afectaciones internas que impactan severamente la relación bilateral con Estados Unidos es un tema de la seguridad nacional para ambos gobiernos y se abordaron correctamente. Esta conflictiva temática de inmigración indocumentada-criminalidad transnacional fronteriza es la misma en el sur que en el norte con diversas características como fenómenos socio-políticos. El 61% de los mexicanos esperó buenos resultados de esta entrevista, dada la importancia de la relación con Estados Unidos.
Digamos que hoy hay cierta rigidez en la agenda bilateral: la inmigración y la ayuda para el desarrollo centroamericano son temas en los que el Congreso en Estados Undos tiene amplia participación, allí Joe Biden no da órdenes ni tampoco es su prioridad, lo mismo en la ampliación de las visas de trabajo temporal. Influye pero no decide per se. Hay un compromiso al respecto, no queda tan claro que tan firme más allá del comunicado conjunto. Si el compromiso de las visas temporales de trabajo se cumple habrá sido un logro de que regulará la inmigración en buena medida.
Centroamérica y el Caribe son zona geopolítica y geoestratégica de la seguridad nacional de México, de allí la insistencia, pero igualmente, luego de la amenaza de los impuestos al comercio exportador de México si no se contenía la inmigración centroamericana, también influida en buena medida por el crimen transnacional, metió a México en una situación de “gendarme de la retaguardia sur” para que los inmigrantes no llegaran al norte. Hubo dos ofertas (ya acuerdos) de México: inversiones cuantiosas en infraestructura en la frontera para agilizar las transacciones, y la opción de que una parte de los automovilistas estadounidenses carguen gasolina en territorio mexicano, con menor costo, lo que conlleva a aumentar la producción, dinamizando el movimiento comercial fronterizo y bajando su costo. Breve contribución de buena fe a la caída de los precios al consumidor. La cumbre de negocios entre empresarios México - Estados Unidos en el contexto del TMC reporta acuerdos importantes: 40,000 millones de USD de inversiones en energía. Es un magnífico dato. La visión estratégica de aumentar participación y control sobre la energía convencional por el gobierno fue correcta.
La inflación es problema mundial engendrado incluso un par de años antes de la pandemia, potencializado por la recesión causada por esta última y los severos desajustes en las cadenas de suministro, así como los bruscos virajes producidos en los mercados de energía, moneda y alimentos que ha acelerado la tendencia inflacionaria en un contexto de ajustes financieros (alza en tasas de interés) en Estados Unidos que abonan como factores favorables a la lucha inflacionaria pero inducen la recesión. El condicionamiento internacional dificulta los esfuerzos bilaterales.
Es evidente que en Estados Unidos proporcionaron información de Caro Quintero
El punto más álgido, delicado, de esta reunión es y será la seguridad. No considero que el gobierno actual haya ido en una posición de fuerza, sino de debilidad relativa. El tráfico de fentanilo por el CTO es el azote en Estados Unidos, y ni la activación del “Código Negro” ha logrado una reducción muy significativa. El desempeño de la política de seguridad-pacificación no muestra avances sensibles, si bien no hay de manera generalizada escenarios de masacres como en sexenios anteriores en la frontera estadounidense, solo aislados, pero la percepción de violencia criminal, basada en micro ambientes locales, regionales y estatales no ha cambiado. Es evidente que en Estados Unidos proporcionaron la información precisa sobre Rafael Caro Quintero y se solicitó 24 horas después de la visita la detención con fines de extradición. Fue otro logro porque la Armada de México lo capturó.
Pero hay dos pendientes importantes de aclaración: la caída del helicóptero con 14 tripulantes luego de haber participado en la localización, persecución y captura del líder histórico del narcotráfico en México; y la ubicación del mismo entre matorrales por un rastreador canino, sin escolta sin nadie que le apoyara, prácticamente, sin presentar resistencia significativa.
Es un golpe mediático en México y Estados Unidos. Para el gobierno de este último país la extradición es como haber ganado un trofeo simbólicamente, sobre todo para la DEA por el tema de las condiciones del asesinato del agente encubierto Enrique Camarena. Caro Quintero ha dicho que él no participó en ello y que contará la verdad. Ha vuelto a salir el nombre del entonces secretario de Gobernación Manuel Bartlett. En aquél momento la presencia del narcotráfico en la Dirección Federal de Seguridad era muy grande y la corrupción oficial también. Será importante conocer revelaciones, si es el caso. El gobierno de AMLO ganará información con ello. Por lo pronto puede bajar la presión desde EUA con esto, ante la demanda de mayores resultados cooperación en inteligencia para contener el paso del fentanilo, aquí el Presidente tiene que activar a las fuerzas federales y mejorar su coordinación.
AMLO, bajo presión por su política de seguridad
Pero ello no atenúa el que el Presidente AMLO en este aspecto tiene una situación interna compleja y conflictiva: hay una fuerte y creciente presión interna por revisar su política de seguridad, o incluso el enfoque filosófico-político de la misma que dio pie a una estrategia. Hoy un sector de la Iglesia Católica, la alianza opositora, un sector del empresariado lo demanda, y recientemente, en el Senado se constituyó una Comisión Especial para revisar el desempeño de la política de seguridad.
Tendrá la opción de abrir un flanco de interlocución al respecto a lo que hasta hoy se ha negado rotundamente, o bien, mantener una de sus políticas públicas fundamentales intocada y ver crecer probablemente la conflictividad socio-política en torno a su gobierno. No debe desacreditar esta demanda social porque la alianza opositora la haga suya. Ellos constituyen un grupo burocrático muy reducido y privilegiado, debe pensar en la mayoría inmensa de la población a quienes no termina por llegar la anhelada tranquilidad de su entorno social.
El nivel de sofisticación de las redes actuales de la criminalidad transnacional, incluyendo las subestructuras criminales con grupos económicos de “cuello blanco” que han asaltado el Estado y lo han capturado para garantizarse impunidad de mediano plazo , vulnerando el patrimonio público, no serán vencidas en su sexenio, pero si puede dejar sentadas las bases estructural-institucionales, jurídicas y operativas en los organismos de inteligencia y seguridad y en el poder judicial, con la limpia de los principales bolsones de corrupción arraigada en las instituciones del Estado, y echando mano de medidas de justicia transicional que limpien las relaciones con los familiares de las miles y miles de víctimas tanto de los crímenes de Estado como de la delincuencia transnacional. Es necesario acelerar la marcha.
Un ambiente nacional en donde se pueda hablar con mayor solidez de un programa de pacificación para México. Hoy está muy lejano aún. Son temas de la Reforma del Estado. Los pequeños cambios no sirven ante el descomunal reto que tenemos enfrente. Requerimos un reformismo radical. El Presidente AMLO puede hacerlo.