No hay tiro. Sí hay debate. El presidente de México contra uno de los hombres más ricos de la nación. ¿A quién le creemos? Yo a AMLO, por supuesto.
¿Qué ha dicho Andrés Manuel López Obrador? Que TV Azteca ha emprendido una campaña en su contra porque Ricardo Salinas Pliego, propietario de tal empresa, está muy enojado porque litiga, con posibilidades reales de ser condenado a pagar, adeudos fiscales de alrededor de 25 mil millones de pesos. No es poco dinero.
¿Qué ha replicado Salinas Pliego? Que no hay tal campaña, que en su televisora solo se ejerce la libertad de expresión para informar a la sociedad y que, en el tema jurídico que lo ocupa, él lo único que hace es defenderse de la injusta acusación de que no paga impuestos.
No sé si a don Ricardo le interesa vencer a Andrés Manuel en el debate. Quizá no, pero por si acaso le interesara arriesgaré aquí un pronóstico: Andrés Manuel ganará por decisión unánime del pueblo de México, el juez supremo en controversias de opinión pública.
Resulta sencillo entender por qué el propietario de TV Azteca perderá el debate frente a AMLO: carecen de credibilidad tanto el señor Salinas Pliego como los y las periodistas que colaboran en su empresa. En la situación de TV Azteca están prácticamente todos los medios de comunicación mexicanos, SDPNoticias incluido.
Los medios, agresivos con AMLO; amables con otros presidentes
A quienes nos dedicamos de alguna manera al periodismo —como propietarios, columnistas, comentaristas de noticieros, etcétera— la gente nos hace una pregunta fácil de responder, pero que preferimos ignorar: “Está bien que sean tan críticos de Andrés Manuel López Obrador; pasa —suponiendo que el libertinaje sea legítimo— que inclusive lo insulten y hasta calumnien a su familia, pero ¿por qué no hicieron lo mismo con otros presidentes de México?”.
Es la verdad, imposible negarla. La rudeza con la que se trata a AMLO en prácticamente todos los medios no existió en la relación de las empresas periodísticas con anteriores presidentes.
Hay excepciones, desde luego. Esto es, medios o periodistas que fueron tan críticos de otros presidentes como lo son ahora de Andrés Manuel. Veo nada más tres:
1.- Los noticieros de Carmen Aristegui en W Radio y en Noticias MVS.
Ambas empresas despidieron a la periodista Aristegui porque sus propietarios pensaron que ella molestaba al poder político.
Pienso que Carmen a veces cae en el sensacionalismo, pero no en la mentira ni en el insulto. Una pena que sus ratings estén tan disminuidos. La señora Aristegui ha perdido público, y en cantidades importantes, porque la comunidad de izquierda, a la que sus informativos iban dirigidos, no acepta que cuestione a Andrés Manuel.
Ni hablar, creo que Carmen Aristegui realiza un buen periodismo, inclusive un periodismo ejemplar, pero quienes tanto la escuchaban en el pasado no aceptan lo que consideran un cambio de línea editorial.
2.- La revista Proceso.
Desgraciadamente el histórico semanario está ahora mismo casi en extinción y, quizá por esa razón —esto es, buscando incrementar sus audiencias—, desde hace un par de años se ha convertido en una publicación excesivamente amarillista.
Me parece que a Proceso le pasa lo mismo que a los noticieros de Aristegui: durante muchos años la revista fundada por Julio Scherer tuvo un público mayoritariamente de izquierda, que ahora se ha alejado porque no comprende tantas críticas contra AMLO.
3.- El Grupo Reforma —El Norte, de Monterrey; Mural, de Guadalajara, y Reforma, de la Ciudad de México—.
La diferencia entre los cuestionamientos que estos diarios dirigen a AMLO y los que lanzaban en sus páginas a otros presidentes radica en que, durante la mayor parte del actual sexenio, los periódicos de la familia Junco adquirieron un tono de fanatismo antiobradorista que mermó sensiblemente su calidad periodística.
Quizá esa fue la causa de que sus propietarios le quitaran la dirección editorial a uno de los peores representantes de la ultraderecha mexicana, Juan Pardinas.
Ojalá Reforma, El Norte y Mural recuperen la seriedad con su nuevo director, Roberto Zamarripa.
¿El resto de los medios?
De las demás empresas mediáticas de nuestro país no puede decirse que en los sexenios anteriores fueran tan duras —al opinar sobre Peña Nieto, Calderón y Fox— como lo son ahora con AMLO.
Había periodistas críticos, sin duda, pero sus editores no les permitían excederse en los cuestionamientos —y hasta en los insultos— respecto del presidente o su familia.
Con Andrés Manuel todo es distinto: las redacciones autorizan golpearlo con saña, inclusive con mentiras y ofensas que no pocas veces afectan a su esposa e hijos.
Por tal motivo la sociedad no considera fiables a los periodistas hoy excesivamente criticones que en el pasado no lo fueron tanto, como Carlos Loret de Mola, quien durante dos décadas fue un aliado del poder, lo que disfrazaba con algunas critiquillas de vez en cuando.
No pocas personas desconfían de lo que hace Loret porque su biografía lo condena, pero también porque en la actual etapa de su vida, la de periodista heroico, trabaja para una empresa financiada por la familia no de un editor independiente, sino de un priista de los de antes, Roberto Madrazo.
¿Por qué tanta rabia contra AMLO en los medios?
Respuesta: porque la 4T les quitó mucho del dinero que recibían de los gobiernos del PRI y del PAN y, también —y sobre todo— porque Andrés Manuel no reprime a nadie.
El presidente López Obrador aguanta las embestidas sin presionar indebidamente a los medios —lo único que hace, y es su derecho, es responder a los y las periodistas que lo critican y hasta injurian—.
Por eso, como dijo el propio Andrés Manuel, a veces prende la tele solo para ver cómo le mientan la madre, sin que le pase nada ni al periodista que genera la mentada ni al dueño de la empresa en que eso ocurre.
¿Qué pienso del periodismo de Ciro Gómez Leyva?
Antes era pecado mortal agraviar a un presidente. En el viejo Canal 40, el de Javier Moreno Valle, en el noticiero que conducía Ciro Gómez Leyva un hombre le dijo “puto” al presidente Vicente Fox. Ya tenía problemas la empresa de Moreno Valle, pero todavía podía superarlos. Lamentablemente esa palabra dirigida a Fox —puto— precipitó la crisis definitiva del 40, obviamente por decisión del titular del poder ejecutivo, y la extraordinaria televisora desapareció.
El periodismo de Ciro es muy bueno, pero no tiene toda la credibilidad —la izquierda no confía en él— por errores del pasado, como la difusión de encuestas evidentemente elaboradas para favorecer a las opciones rivales del obradorismo. Una falta que Ciro está cometiendo de nuevo. Ojalá deje de hacerlo: le beneficiará.
Ciro, a diferencia de Loret, tiene una trayectoria mucho más aseada. De ahí el liderato de Gómez Leyva en la radio mexicana.
La gente, la gente
Como se ha dicho, en los debates de opinión pública gana quien la gente decide que ha ganado. Durante todo el sexenio de AMLO la sociedad le ha dado el triunfo al presidente en cada una de sus frecuentes discusiones con la prensa. Ha sucedido así porque, la verdad sea dicha, Andrés Manuel no dice nada que no piense la mayoría en México.
Ya estaba bastante desacreditada la industria mediática, y con la 4T se ha desprestigiado todavía más. “¡Prensa vendida!”, ha sido desde 1968 el grito de la sociedad cuando el periodismo la decepciona. En un libro con ese título Rafael Rodríguez Castañeda cita a Julio Scherer: “Conocíamos a la gran mayoría de nuestros colegas, inclinados ante el poder”.
Inclinados ante el poder. Así estábamos casi todos en los medios. Así NO estamos en el sexenio de AMLO. Habría que agradecerle la liberación. Para lograr algo de credibilidad, Salinas Pliego podría empezar por reconocer que la libertad de expresión de la que goza en el actual gobierno no la conoció en ningún otro periodo presidencial.
Claro está, que hoy seamos o nos sintamos tan valientes —porque se nos permite serlo— no garantiza que quienes nos leen o escuchan nos den la razón. De hecho, solo una minoría comparte con nosotros las opiniones que difundimos.
Las empresas de Salinas Pliego deben tener muy eficaces áreas de investigación de mercados y aun de encuestas políticas. Que pida un sondeo rápido en el que se pregunte a quién le cree el público, a él, que afirma que no presiona al gobierno por su litigio de impuestos, sino que solo ejerce su libertad de expresión, o a AMLO, quien asegura que lo critican en TV Azteca porque su dueño no quiere tomar chocolate y pagar lo que debe, que no es poco y lo debe al Estado, vale decir, a todos y a todas en México.
Apuesto a que en esa encuesta don Ricardo no gana.