“Won’t say what’s on my mind

But you know I get shivers

When I see you now

Got so out of hands

But I chose to ignore it

Until the day we drowned

Falling

Falling down from your high

Now I just wanna leave you behind

Oh - oh - oh

Now I just wanna leave you behind

Oh - oh - oh

You can say what's on your mind

But I can't let my body let your body in

Cause my heart couldn't take another bullet

If it hit again.”

DAGNY

Me parece que fue abiertamente ilegal lo que hizo AMLO al dar a conocer encuestas preelectorales con miras a los comicios por la Presidencia de la República en 2024 a pesar de la expresa prohibición del INE. Pero, en todo caso, no es el punto que me interesa subrayar en esta columna. Así, si no toco este asunto de la tesis con la que deberán juzgar el INE y el TRIFE a Andrés Manuel es solo para no contaminar la discusión que quiero provocar a continuación.

Por cierto, tampoco voy a analizar la calidad de las encuestas que el mandatario difundió en su mañanera, la del diario El País y una que atribuyó a la casa encuestadora Covarrubias y Asociados, pero que me parece es más bien de De las Heras Demotecnia.

Lo que quiero subrayar es precisamente esta confusión —Covarrubias en realidad publicó resultados en La Vanguardia, rotativo de Barcelona, un rato después de la mañanera de AMLO en la que el presidente habló de encuestas—.

No faltará quien diga que AMLO se confundió porque Covarrubias fue su casa encuestadora de cabecera durante muchos, muchos años. Mas yo no creo eso ni por un momento. Me parece, en cambio, que AMLO jugó al confundido con dos propósitos en mente:

El primero, destapar YA a Claudia Sheinbaum; sí destaparla. El segundo, evitar el veto que Marcelo Ebrard buscará ejercer en Morena contra la empresa Covarrubias.

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Marcelo ha dicho que no confía en algunas encuestas que siempre favorecen a Claudia, la de Covarrubias es una de ellas. Y lo que hace López Obrador al haber presentado esa encuesta en su conferencia de prensa es garantizar la credibilidad/dar su aval a Covarrubias y Asociados —no por nada, el único estatuto en Regeneración Nacional es: el jefe manda y, si se equivoca, vuelve a mandar—.

Es decir, AMLO le puso un alto a Marcelo; este se vería muy mal ahora vetando a una empresa encuestadora avalada por el líder moral de la 4t en pleno horario estelar de la mañanera.

Que ni qué, las dos encuestas de las que AMLO habló —tres si se considera también la De las Heras—, presentan a Claudia Sheinbaum como más competitiva que Marcelo Ebrard frente a… Xóchitl Gálvez. Y la verdad, no nos hagamos, eso es lo único que cuenta.

Ya lo dije antes y lo repito aquí (así como en mi contribución para el diario El Heraldo del día de hoy): Marcelo no es el preferido de AMLO; de hecho no termina de darle el trago. Por otra parte, a López Obrador en estos momentos le interesa también fortalecer la posición de la corcholata que es más fuerte vs a vs la “Señora X”, y esa es Claudia (el señor Ebrard y Xóchitl, después de todo, se pelean una buena porción de votantes que se intersectan entre el mundo de él y el de ella).

Para mí que el mensaje, entonces, es clarísimo: ante la nula atención que están generando sus corcholatas, López Obrador le dice a sus seguidores, pero sobre todo al comité ejecutivo y al consejo nacional de Morena: “Dejen de hacerse bolas, la candidata es Claudia. Y a ver cómo le hacen, pero en el partido tienen que sacar adelante su candidatura…”.

¿Podrá Marcelo soportar ese nuevo disparo a su corazón? ¿Aceptará ser el líder del grupo de Morena en el Senado? (¿Y le convendrá eso a doña Claudia?). ¿O se irá Ebrard a Movimiento Ciudadano? No lo sé. Habrá que considerar las alternativas, si bien es algo que pronto quedará claro.

Por lo pronto dejo aquí una hipótesis: tal parece que no será sencillo ‘dejar atrás’; es decir, que una morenista se deshaga tan fácilmente de otro morenista. Marcelo desde el Senado hará todo lo posible para que Claudia presidenta tropiece y no logre ganar la ratificación de mandato al tercer año. Si esto ocurriera, ¿quién elegiría al nuevo presidente? Adivinaron: el Poder Legislativo que Marcelo Ebrard controlará.