A los ojos de los mexicanos, Marcelo Ebrard ha quedado una vez más como el mentecato, el bobo, el iluso que cayó de nuevo embaucado por el canto de las sirenas, y creyó y confió en “su amigo” Andrés Manuel López Obrador, quien una vez más lo traicionó.

Pero la realidad es que no se sabe a ciencia cierta si tras el berrinche del ex secretario de Relaciones Exteriores luego de perder la candidatura presidencial de Morena frente a Claudia Sheinbaum, se oculta una perversa complicidad, de esas que suelen maquinar y llevar a cabo con Andrés para despistar al enemigo.

Y es que, las lecturas de lo ocurrido en el más reciente episodio de complicidades y traiciones entre AMLO y Ebrard son muchas: me parece es erróneo pensar que Marcelo esperaba un resultado diferente al que arrojó la consulta. La rabieta protagonizada no termina de creérsele; y sí es viable pensar que forma parte de un plan perverso para venderse al mejor postor; entre los que encontramos a Movimiento Ciudadano con el que ya jugó en alguna ocasión, o registrarse como candidato independiente pero con un mismo objetivo, restarle votos al Frente Amplio por México que encabeza Xóchitl Gálvez para favorecer a Morena y Claudia Sheinbaum. El lunes, ya sabremos cuál era el plan y con quién lo orquestó.

Andrés y Ebrard tienen larga historia de complicidades y traiciones; así como se han cuidado las espaldas también se las han acuchillado, aunque vale precisar que, en la mayoría de las ocasiones quien más ha resistido ha sido Ebrard y el que más veces ha empuñado el arma es el ex líder perredista y fundador del partido del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

En este contexto, hay que recordar que Marcelo alcanzó su sueño largamente anhelado de ser jefe de gobierno del Distrito Federal en 2006, habiendo sido el ungido de López Obrador para sucederlo en el cargo, de ahí que estaba en deuda con el tabasqueño y el pago fue en efectivo y en cantidades inmensas, “¡Cash, cash, y más cash!”, así es como lo enuncia la periodista Elena Chávez, en su polémico libro “El Rey del Cash”.

“El dinero corría como agua” y, “Por dinero ya no sufrirían”, son dos expresiones que la autora maneja para referirse a los miles de millones de pesos que Marcelo Ebrard desvió de su gobierno para favorecer las giras a lo largo y ancho del país que durante todo el sexenio realizó Andrés Manuel López Obrador y sus comitivas en su eterna campaña.

“Ya en el poder, Ebrard instruyó a su secretario de Finanzas, Mario Delgado, darle mensualmente a Andrés Manuel millonadas para su campaña. Ebrard fue el autor intelectual del fraude a las finanzas públicas, y Delgado, la mano ejecutora”, escribió Elena Chávez, quien fue pareja sentimental de César Yáñez, ex vocero de AMLO. Chávez asegura haber sido testigo de entregas en maletas del dinero en efectivo y escuchado conversaciones sobre las transferencias. “(Mario Delgado) asistía con frecuencia a la casona de San Luis Potosí (sede de AMLO) no con sobres o bolsas, sino con maletas en las que llevaba la mensualidad”, escribe.

“Fue así como López Obrador se convirtió en ‘El rey del cash’. Nunca, jamás, nadie va a encontrar un video o algún recibo firmado por él, porque las reglas acordadas con su grupo selecto, entre los que figuraba César Yáñez, estaba la de entregar mensualmente los recursos a Alejandro Esquer, pero sólo en efectivo”, afirma Chávez.

Según Chávez, Ebrard dejó de dar dinero a AMLO en noviembre de 2011, tras perder la candidatura presidencial que tramposamente ganó AMLO por segunda vez. “El flamante ex secretario de Finanzas (sic) no llegó a la cita con Alejandro Esquer. Marcelo estaba inconforme con los resultados de la encuesta y para demostrarlo les cortó el oxígeno económico durante varios meses, por lo que debieron conformarse con lo aportado por el dueño del PT, Alberto Anaya”, dice en el capítulo titulado “Marcelo y su carnal Mario Delgado”.

“No obstante, el enojo del jefe de gobierno desapareció meses después, porque tuvo la promesa del tabasqueño que, de no ganar en 2012, se retiraría a su rancho La Chingada en Palenque, Chiapas, y él, Marcelo, sería el candidato presidencial. No cumplió ninguna de las dos: perdió la elección, no se fue a La Chingada y, con el pretexto de que los perredistas habían apoyado el Pacto por México, inició la estrategia de construir su propio partido y destruir al PRD que lo hizo jefe de gobierno y dos veces candidato a la presidencia”, se señala.

También se hace mención que, semanas después de estallar el escándalo por la construcción de la línea 12, con los rumores políticos de que el entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, solicitaría una orden de aprehensión en su contra, Marcelo se fue de México sin avisarle a nadie. Andrés Manuel, como candidato del Movimiento Progresista (PRD, PT, y Movimiento Ciudadano) ya no lo necesitaba más y no lo iba a salvar.

Antes de huir Ebrard trató de esconderse como lo hizo su mano derecha Mario Delgado detrás del fuero de diputado Federal, por el partido naranja. “Por intervención de Luis Walton quien era alcalde de Acapulco e integrante del partido de Dante Delgado se le ofreció una salida regalándole una diputación plurinominal, pero también se le fue de las manos. Se autoexilio en una de las ciudades más caras del mundo para vivir como Rey en París.

Marcelo “encargó a su muchacho, al colimense de ojos saltones y leal colaborador, hacer todo para operar a su favor y regresar a México a buscar, de nuevo, el cobijo de López Obrador”.

Y finalmente, meses antes de la elección presidencial de 2018 el tabasqueño le abrió la puerta enviándolo como coordinador de la primera circunscripción estando bajo su responsabilidad el triunfo de Morena en Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua y Durango, con los resultados ya conocidos.

Ya como presidente de la República, Andrés Manuel entregó a Marcelo la Secretaría de Relaciones Exteriores, a la cual Ebrard renunció para convertirse en una Corcholata y pelear la candidatura de Morena con miras a las elecciones presidenciales de 2024.

La historia ya la sabemos; AMLO volvió a engañar o a utilizar -según se quiera ver- a Marcelo. Su favorita siempre fue Claudia Sheinbaum y el pasado miércoles se consolidó la unción de la corcholata favorita.

Si Marcelo en algún momento confió o se ilusionó con que AMLO le devolvería el favor que le hizo en 2011, cuando dio un paso al costado para permitirle quedarse con la candidatura a fin que contendiera por la presidencia de la República en 2012, entonces quiere decir que no aprendió nada; que no ha terminado de conocer a Andrés Manuel Lopez Obrador y que todo lo que le pasa lo tiene bien merecido por tonto, iluso o por pusilánime.

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