Antes de que la 4T llegara al poder, la lucha de clases era algo no tan evidente para muchos; se experimentaban situaciones de clasismo, racismo, pero de forma individual. En la historia reciente, no habíamos tenido un presidente que hablara sobre este tema, de forma tan evidente y en primera persona. Es importante mencionar, que la globalización y la tecnología, lograron camuflar la diferencia de clases sociales; haciendo que el proletariado no se sintiera como tal; apagando de cierta forma, el motor de la lucha de clases. El proletariado explotado y sin derecho social alguno dejó de manifestarse. Con el tiempo, los descontentos sociales se orientaron hacia el feminismo, igualdad de género, indigenismo, ambientalismo y otras banderas, en donde incluso los polos “izquierda” o “derecha” de la política, se fueron diluyendo y fusionaron. En este contexto, es que gana la presidencia AMLO, canalizando todo el descontento “del pueblo” hacia un objetivo común, reavivar la “lucha de clases”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha encargado de hablar de forma diaria sobre la diferencia de oportunidades, que ha experimentado “el pueblo” con las personas pertenecientes a estratos sociales más altos o con mejores condiciones económicas. AMLO se ha convertido en el representante de los vulnerables y olvidados por los regímenes anteriores. Él se ha encargado de platicar en cada mañanera, las diversas experiencias personales, en las que los conservadores lo atacaron, menospreciaron, e “hicieron menos”; circunstancias con las que “el pueblo” se ha sentido identificado. Así, AMLO es uno de ellos, que llegó al máximo poder en México.
A lo que quiero llegar con lo anterior, es que, para los seguidores de hueso colorado del AMLO no importará qué tanta corrupción destape Latinus y otros medios sobre su familia o equipo. Aceptando sin conceder que las denuncias realizadas por Latinus y otros medios sean ciertas, para aquellos que se sienten identificados con AMLO, no importará, ya que es uno de ellos el que toma el dinero del erario y no los otros, los conservadores. Es como una especie de Robin Hood mexicano a quien el pueblo bueno le aplaude cada uno de sus actos, sin importar que sean negativos o positivos. El efecto o consecuencias de sus acciones no importa, ya que parten de la base de quitar a los machuchones: poder y presupuesto para entregarlos al pueblo. Entonces si seguimos esta lógica, reformar al Poder Judicial es una muestra de que la concentración del poder total es requisito para que el proyecto de la 4T continúe y se consolide.