“Jamás serás vencido si no emprendes combates en que no dependa de ti vencer”.
EPICTETO DE FRIGIA
‘Divide y vencerás’… si bien en ocasiones es al revés. Esa es una de las máximas que marcan la administración federal actual.
La mayor parte de las veces la división logra un solo “ganador” (y lo pongo entrecomillado porque —en teoría cuando menos— no puede ganar quien divide a un país y a su población). Sin embargo, hay momentos en que arroja buenos resultados, así sea en el corto plazo…
De allí que, regresando de su gira por Centroamérica y Cuba, después de anunciar la próxima contratación de los médicos cubanos y la incorporación de 44 mil guatemaltecos al IMSS, el presidente López Obrador condicionó su asistencia a la Cumbre de las Américas, a celebrarse en Los Ángeles, California, a que los mandatarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela, fuesen invitados.
Los entendidos sostienen que AMLO utilizó dicha bravata para hacer lo que ya desde antes había decidido: no asistir (y es que no es precisamente su fuerte competir por ser la fuente de atención contra otros presidentes y primeros ministros, como tampoco lo es responderle a reporteros que no le formulan preguntas a modo). Mas el hecho es que su pretexto ese, el de que “no voy si no le extienden invitación a los impresentables”, tomó vuelo y ahora, en un gran guiño continental, hay otros gobiernos que avisan que ellos tampoco asistirán argumentando el mismo motivo.
Se ha visto al embajador estadounidense en nuestro país visitando de manera continua Palacio Nacional para tratar de llegar a un acuerdo.
Menudo dilema. Biden requiere, como signo de unidad en el continente y de fortaleza del liderazgo estadounidense, que México acuda a tan mentada Cumbre; tanto nuestra nación, como el resto de los gobiernos democráticos de América Latina. Máxime que Donald Trump se le está acercando nuevamente y de forma peligrosa. Las elecciones del 24 ya han cobrado forma en Estados Unidos y lo que no necesita Biden es un frente adicional con alguien que juega a la ofensiva en el equipo del magnate.
Hasta ahí el ‘une y vencerás’ simplemente mirando hacia el sur del continente. Pero se suma la utilización de la misma táctica, aunque invertida, con los gobernadores de oposición en México —saliente o entrantes, da igual—.
Efecto que logró AMLO al apapachar a Samuel García y Enrique Alfaro (gobernadores de Nuevo León y Jalisco), ¡y encima gracias al dinero público derivado del pago de impuestos de todos nosotros! Jugada magistral; caravana con sombrero ajeno al regalar y dividir a la oposición, hacerse de las principales figuras en funciones de Movimiento Ciudadano y luego capitalizar esas divisiones a su favor y a favor de Morena de cara a las elecciones del 22, 23 y 24.
Revivió también a Alejandro Murat, gobernador priista de Oaxaca, lo que obligó (obliga) a su tocayo, Alito Moreno, presidente del Revolucionario Institucional, a salir de su letargo. (Lo mismo ocurre, por cierto, con Dante Delgado, a quien le resulta cada día más costoso no pronunciarse —políticamente hablando, esto es— y dar un manotazo al interior de MC).
Antes, López Obrador cooptó a personalidades como Claudia Pavlovich y Quirino Ordaz, si bien eso ya es historia…
Lo que el primer mandatario mexicano está logrando frente al gobierno estadounidense y a la oposición política en México seguramente tendrá altos costos a la vuelta de la esquina, pero por lo pronto él está tranquilo. Se llevará las palmas, mientras que Biden hará malabares para no perder el voto latino pero teniendo en casa a semejantes tiranos de dicha región. Y, bueno, la oposición política en México, lo que se dice oposición, esa —ya sabemos— está al interior de la Cuarta Transformación. No hay mucho más qué decir.
Para fortuna de algunos mexicanos o para desgracia de muchos otros, las cosas le han salido bien al presidente en estos últimos días. Ha recobrado el control de la narrativa y de la estrategia, que ni qué.