No le hacen ningún favor al presidente sus “fans from hell” que le erigen estatuas en vida.
Fue claro en la mañanera el presidente Andrés Manuel López Obrador: agradeció que habitantes del Edomex le dedicaran una estatua, pero nuevamente señala que no quiere este tipo de figuras, ni calles, ni escuelas que lleven su nombre.
Quizás es muy tajante lo que dice el presidente y dudo que en el futuro un personaje de su envergadura histórica no tenga una calle o una primaria que lleve su nombre, pero es algo congruente con lo que ha dicho siempre.
Contrario a lo que la esclerótica “clase intelectual” de México, el presidente jamás se ha vendido como salvador ni mesías. Tampoco ha alentado, o impulsado, un culto a la personalidad a su alrededor.
Sin embargo, existen personas que de buena fe (probablemente) hacen acciones tales como pintar murales, o erigen una estatua.
Pero también existen personajes siniestros, bots, trolls y porros digitales de los que abundan en Twitter, cuya única carta de presentación a más de tres años de la toma de posesión del presidente es el fanatismo completo y total a la figura presidencial. Son una secta, en todo el sentido de la palabra, e incluso (no es broma) presumen de ser más “pejistas” que el presidente.
AMLO jamás ha exigido estatuas y hoy fue claro. Para lo único que sirven es para que alguien las derribe y la fallida clase comentócrata mexicana sueñe con comparaciones absurdas con Irak y Europa del Este.