El gobierno alemán, liderado por el endeble Olaf Scholz, decidió enviar tanques manufacturados en su país para extender un conflicto que únicamente extenderá el sufrimiento de los civiles que aún permanecen en el territorio “gobernado” por el comediante Volodímir Zelenski y sus fuerzas armadas conformadas por una combinación de mercenarios, miembros de la OTAN y fascistas émulos del nazi y criminal de guerra Stepán Bandera.
Fiel a la doctrina Estrada, AMLO señaló que la presión mediática fue responsable en parte por el envío de estos tanques a territorio ucraniano: “El poder mediático es usado por las oligarquías en el mundo para someter gobiernos. No quería, por ejemplo, Alemania involucrarse mucho en la guerra de Rusia y Ucrania y en contra de la población de Alemania”.
El fracaso de la OTAN y la maquinaria del Complejo Militar Industrial estadounidense en su intento de desestabilizar y “balcanizar” la Federación Rusa es tal que, literalmente -en el nuevo sentido de la palabra- se han quedado sin municiones y se están quedando sin material bélico.
Mientras tanto, presidentes de América Latina cómo AMLO, Gustavo Petro y Lula se niegan a seguir la línea de los sumisos miembros de la OTAN, negándose a enviar equipos de manufactura rusa a la trituradora ucraniana.
El propio Lula da Silva fue contundente al señalar al impopular Emmanuel Macron que su guerra es “contra la pobreza”, no contra Rusia,
Mientras tanto, Europa arde, con un conflicto en Ucrania que amenaza con extenderse a Polonia y los países bálticos y Francia y Alemania con grandes protestas ante el declive en los niveles de bienestar, medidas neoliberales fracasadas y la escalada de la intervención bélica en una guerrita en donde los neonazis perdieron desde mediados del año pasado y sólo se mantienen en la lucha debido a la inyección de billones de dólares norteamericanos al régimen ucraniano.
Afortunadamente, AMLO nos ha mentenido en una trayectoria estable. La pregunta es ¿Qué pasará dentro de dos años, cuándo ya no esté?