El pasado domingo 1 de diciembre se cumplieron seis años de que Andrés Manuel López Obrador “cabecita de algodón”, -como solían decirle sus más fervientes admiradores a quienes por cierto según transcurrió el sexenio se dejó de escuchar llamarle así-, fue investido como presidente de la República Mexicana tras una serie de fracasos y una admirable perseverancia que a la larga rindió frutos y consolidó su objetivo de portar la banda presidencial, su sueño más largamente anhelado.
El tabasqueño llegó a Palacio Nacional con una irrefutable victoria, aunque en un proceso no exento de traiciones, y de acciones inconfesables. Pero nada que pudiese suponer una acción reversible.
AMLO ganó y muchos lloraron y celebraron y creyeron fehacientemente que vendría un cambio, la tan prometida “Transformación”. Y hay que reconocer que cumplió. Andrés Manuel transformó el país pero no precisamente para hacerlo un lugar mejor. Y no lo logró porque justamente ese no era su objetivo.
Todavía pienso que tuvo una oportunidad inmejorable para catapultar a México en una nación de primer mundo; pujante, con una economía consolidada, con mejor infraestructura en educación, en salud, en comunicaciones, haciendo del nearshoring la mina de oro de los mexicanos, atrayendo inversiones extranjeras a manos a llenas, y un largo etcétera.
Quiso pasar a la historia como su admirado Benito Juárez, sin embargo, su lugar en la historia estará en un sitio reservado al lado de los presidentes que mayor daño causaron a nuestro país. De hecho, aún habiendo ya dejado de fungir como presidente continúa perjudicando a quienes habitamos esta gran nación con sus reformas, con sus deudas, con sus malos manejos, con su tolerancia a la corrupción, con su complacencia para los suyos, con su estrategia de “abrazos no balazos”, con su indolencia, con su soberbia, su prepotencia y sus malas decisiones y su infinita sed de poder.
La presidenta del Colegio de Economistas, Dafne Viramontes, así como Edgar Guerra, sociólogo en la UAA en investigador del Conahcyt, señalaron que la economía y la seguridad son de las grandes deudas que dejó el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Dafne Viramontes señaló que si bien hubo un incremento considerable en cuanto a los ingresos de los trabajadores debido a los constantes aumentos del salario mínimo, así como en las pensiones a jóvenes y adultos mayores, no hubo crecimiento económico.
Mencionó que a comparación con sexenios pasados, el de AMLO fue el que con relación a crecimiento económico, menor cifra presentó, con el 1%, recordó que Ernesto Zedillo generó una cifra de 3.6%; Vicente Fox con el 2.3%; Felipe Calderón con el 1.4%; y Enrique Peña Nieto, con el 2%, todos al cierre de sus administraciones.
Finalmente señaló que la presidenta Claudia Sheinbaum deberá implementar estrategias a fin de solventar el déficit fiscal del 6% del PIB, que dejó el expresidente. “La deuda acumulada está excediendo el 50%, los organismos financieros internacionales recomiendan que este requerimiento sea menor del 50%, va a afectar la calificación y podrá disponer de menos créditos, va a estar en una situación apretada porque no está generando los ingresos”.
Por su parte, Edgar Guerra precisó que “no significa que estemos en una situación mejor a comparación de otros sexenios, estamos en una situación crítica en términos de violencia y así es como cierra, con un fracaso en los objetivos que se habían planteado que era pacificar al país”. (El Sol de México 02/10/2024).
En materia de finanzas públicas el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador dejó millonarias cuentas pendientes. Reportes de auditorías federales identifican más de 200 mil millones de pesos del erario que no han sido recuperados como resultado de casi seis mil irregularidades y posibles desvíos en el manejo de recursos públicos.
Datos oficiales de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) revisados en Así las Cosas PM muestran que las auditorías practicadas a las cuentas públicas de los años 2019 a 2022, sumado a una entrega parcial de 2023, muestran un saldo pendiente de 218 mil 880 millones de pesos cuyo gasto y destino legal no se han podido acreditar hasta la fecha.
A este total falta lo que se acumule de las auditorias restantes ya practicadas al ejercicio de 2023, y las revisiones que se lleven a cabo una vez que concluya 2024, el último año del sexenio que está por concluir.
En comparación con los primeros cuatro años del gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto el saldo de recursos observados y no recuperados es menor, pues para aquel periodo (de 2013 a 2016) el acumulado era de poco más de 300 mil millones de pesos.
En contraste, la cifra es superior a los 191 mil millones de pesos que se quedaron sin comprobar en el mismo periodo del sexenio del expresidente Felipe Calderón, aunque, si tomamos en cuenta el tema de la inflación, a la fecha esa cantidad también es superior a lo registrado por el actual sexenio.
Los 218 mil 880 millones que registra el sexenio de López Obrador como posible daño al erario son resultado de cinco mil 998 hechos distintos en los que los auditores identificaron que los recursos comprometidos desaparecieron o fueron manejados de forma incorrecta por los funcionarios o instancias responsables de hacerlo.
Entre los malos manejos de lo que es directamente responsable el gabinete del expresidente destaca el caso del organismo Seguridad Alimentaria (Segalmex), creado justo por el actual gobierno para manejar los programas de asistencia alimentaria en beneficio de las poblaciones vulnerables, y que agrupó a las empresas públicas Diconsa y Liconsa.
Los reportes de las auditorías identifican malos manejos en dichos organismos que dejan un saldo de 19 mil 788 millones de pesos que, contrario a lo dicho en las conferencias matutinas del presidente, no ha sido repuesto hasta la fecha.
Otra instancia federal con un monto significativo por aclarar es el ISSSTE donde tan solo de 2019 a 2022 se registraron irregularidades en el manejo de sus recursos por más de 1 mil 786 millones de pesos. Se trata de un instituto donde el propio presidente ha reconocido que encontraron mayor corrupción. Los datos muestran que este problema persiste.
Uno de los casos más mediáticos ha sido el de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) donde, bajo la gestión de Ana Guevara, la cifra de recursos mal manejados supera los 626 millones de pesos.
La principal empresa productiva del Estado, Petróleos Mexicanos, tampoco se ha librado de los malos manejos y la corrupción. Los reportes de los auditores identifican, por ejemplo, un faltante de más de 1 mil 795 millones tan solo en los recursos que se manejan desde su dirección corporativa. A ello se suman otros 2 mil 183 millones más pendientes de su subsidiaria Pemex Transformación Industrial; 1 mil 479 millones de pesos de su área de exploración y producción; entre otros.
Otro caso es el de Instituto Politécnico Nacional (IPN), una de las principales casas de estudio del país que a lo largo de este sexenio ha acumulado señalamientos y denuncias por posibles malos manejos tras la llegada de exfuncionarios señalados por corrupción en el pasado. Los datos de la ASF identifican más de 293 millones de pesos posiblemente malversados en la actual administración federal.
Por el lado de los fondos federales entregados a los estados también se acumulan malos manejos. Por ejemplo, las auditorías identificaron 833 millones de pesos del llamado FASP que se destina a los estados para fortalecer sus acciones e instituciones relacionadas con el ramo de seguridad pública.
Otro con anomalías importantes es el Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social Municipal con 2 mil 246 millones de pesos observados tan solo en el actual sexenio. Se trata de recursos que la federación destina a los ayuntamientos para obras de infraestructura básica.(W Radio 16/09/2024).
Y qué decir de la inseguridad. Con la cifra actualizada de homicidios dolosos durante 2023, dada a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el fin de semana pasado, se confirma que el sexenio de Andrés Manuel López Obrador superó los 200 mil homicidios dolosos.
Se trata de la cifra más alta en la historia reciente del país, 67% mayor a la del sexenio de Felipe Calderón, quien declaró la “guerra al narcotráfico”, y 29% superior a la de la administración de Enrique Peña Nieto.
Según el INEGI, en 2023 no fueron 31 mil 62 homicidios dolosos, como señaló de manera preliminar, sino 32 mil 252. Con ello, el sexenio del tabasqueño llegó a 201 mil 142 personas asesinadas entre el 1 de diciembre de 2018 y el 30 de septiembre de 2024. (El Financiero 11/11/2024).
AMLO no aprovechó la oportunidad; como diría el conocido cronista de fútbol, Enrique “El Perro” Bermúdez, “la tenía, era suya y la dejó ir”. Pero insisto, la “cabecita de algodón” nunca buscó hacer grande a México. Buscó hacerse grande él. Satisfacer su sed de venganza y destruir todo lo que gobiernos anteriores edificaron antes que llegara él.