“¡Cuántas manos se afanan en oriente examinando la mayor altura, porque en tus dedos, breve coyuntura, con todo patrimonio, esté luciente! ¡Cuánta descaminada ciega gente tiene en poco del mar la saña dura, sólo para que adorne tu locura rubia calamidad, púrpura ardiente! ¡Cuánto pirata de Noruega, atento ministro de tu gula, remontado, despuebla de familia alada el viento! ¡Cuánto engaño de cáñamo anudado tiene el golfo, inquiriendo su elemento al pasto delicioso del pecado!”
Francisco de Quevedo
La película que todos deberíamos de ver se muestra en Netflix “Don’t look up!” (No mires hacia arriba) es una sátira a la situación que se vive a nivel mundial. Algunos piensan que es sobre el Covid-19 y las vacunas (los pro versus los anti vacunas); otros más mencionan que refleja la crítica situación de la degradación del medio ambiente que estamos viviendo y que la humanidad nos hemos negado a ver (de hecho, Leonardo Di Caprio tiene en la película el rol estelar y ya sabemos los muchos apoyos de todo tipo que este conocido actor ha impulsado para concientizar al mundo sobre el calentamiento global). Hasta ahora, el equipo fílmico no ha desmentido o confirmado ninguna de las dos teorías (o para el caso cualquier otra interpretación).
Aunque este texto no es un spoiler, sí contiene mucha información sobre la película, así que si no la ha visto y la piensa ver, termine aquí su lectura de mi columna.
Yo le encontré demasiadas similitudes con nuestra política nacional, pero en particular con la obcecación de la población en general.
En el filme, ante una situación de vida o muerte para el planeta en su conjunto, las personas aun teniendo información inobjetable, prefieren entretenerse con nimiedades. Así, tenemos a la presidenta de los Estados Unidos (otra soberbia actuación, en este caso de Meryl Streep). Mandataria a la que únicamente le interesa sostener la mayoría en el Congreso. Eso y tener un alto nivel de popularidad. Y lo llega a tener en la historia, casi del 100 por ciento, pero esto es en respuesta a que fomenta el uso de tabaco (fuma sin ningún miramiento) y en que manipula a la ciudadanía. La aprobación no gira en torno a los resultados de su gobierno.
Monta todo un espectáculo para anunciar un programa (y una serie de acciones) que no tendrán verificativo y el pueblo bueno —que nunca sabio— le compra su mensaje, quedando maravillado del patriotismo de la presidenta y lo mucho que vale su ejército.
Logra poner en puestos estratégicos, que no permiten la improvisación, a personas leales mas que no tienen idea de lo que hacen en ellos. De tal manera, una doctora en medicina está a cargo de la NASA y su amigo (el de la presidenta, esto es), quien su mejor logro es NO ser abogado y haber aparecido en videos caseros de porno, logra ser nombrado ministro de la Suprema Corte de Justicia.
Mientras la amenaza del meteoro se acerca a la Tierra, en lugar de aceptar la realidad y hacer algo al respecto, el moto del gobierno es “no miren hacia arriba” y si bien, uno podría culpar de ello a la mandataria, lo cierto es que ante la promesa imposible de cumplir de que el meteoro será “un buen negocio” para todos, la población prefiere creer en la patraña y en “los otros datos” que en la realidad. Los científicos (entiéndase intelectuales) que denuncian lo burdo y peligroso de lo llevado a cabo por la administración son despedidos, no se les toma en cuenta, reciben mofas y burlas.
Ya habrá usted notado las similitudes con lo que ocurre con la 4T y nuestro país; y si no, permítame decirle, entonces, que me temp forma parte de esa gente fanatizada y/o manipulada.
El último ejemplo de una larguísima serie de despropósitos, deformaciones o llanas mentiras es el gasolinazo, donde se nos pidió “voltear para otro lado” y en lugar de protestar por el incremento a la gasolina (o al menos aceptar que este está teniendo verificativo), nos centramos en la discusión de quién/quienes derribó/derribaron la escultura de Andrés Manuel erigida en el municipio de Atlacomulco.
Pero ya dije: no es lo único, tristemente la realidad supera a la ficción y en México podemos vivir aceptar sin ningún sobresalto que AMLO tenga apoyos populares de alrededor del 70 por ciento, mismo sabiendo que en este sexenio van más de 100 mil muertos producto de la violencia del crimen organizado; casi 4 millones de infectados por Covid; rozando los 600 mil muertos (cifra oficial) por Covid...
Una ciudadanía apática que nada hace —no realmente— ante el desabasto generalizado de medicamentos. Que, más allá de quienes lo sufren, no se le exige nada al gobierno pues el entretenimiento está garantizado con las mañaneras diarias.
Estas conferencias de prensa siendo señal inequívoca de que se acata el “no mires para arriba”.
No nos confundamos, aunque algunos así lo entiendan, la popularidad nunca ha sido y nunca será sinónimo de buen gobierno, de adecuadas políticas públicas, de programas y acciones eficientes y para provecho de la gente. Tampoco la legitimidad de las urnas se traduce en automático en legitimidad a lo largo del mandato.
Los más de 2 millones de nuevos pobres de acuerdo al Coneval o las más de dos millones de PYMES quebradas hablan de la pésima gestión y de las nefastas consecuencias que esta heredará. Pero al parecer no son suficientes para hacer que la población en su conjunto se sacuda su ignorancia, salga del trance en el que está y exija al gobierno cesar el parloteo y ponerse a trabajar.
Tampoco la pérdida de recursos por Santa Lucía, el Tren Maya, Pemex o la contaminación ingente, cortesía tanto de la petrolera como de la CFE.
Y López Obrador es el primero que no quiere ‘mirar hacia arriba’ o hacia el futuro o lo obvio y evidente; por el contrario: mira hacia atrás y se resiste a aceptar que se aproxima una calamidad de proporciones mayores que en gran parte él ha provocado. Esa es la escena de la vida real con la que inauguramos este año.
¿Hasta cuando la gente, el pueblo, los electores, la ciudadanía va a desdeñar la chabacanería barata y se centrará en lo fundamental?
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero