“Soy un hombre que observa más las pérdidas que las ganancias, estoy obsesionado con la pérdida, porque me duele perder lo que he tenido.”

ALEJANDRO GONZÁLEZ IÑÁRRITU

“Si se conforma con lamentar mi pérdida cuando podía haber obtenido mi amor y mi mano, yo también dejaré pronto de lamentar el perderle a él.”

JANE AUSTEN

Cero y van dos. Dos embajadores que son declarados personas non gratas en países latinoamericanos. Sin muchos esfuerzos, el gobierno de López Obrador ha hecho feos versos… En el 2019, en Bolivia, la embajadora mexicana (así como dos diplomáticos de la embajada española) fueron expulsados del país andino. Ahora en Perú, otro país andino, el embajador de México fue declarado persona non grata resultado de su actuar.

¿En qué momento México pasó de simbolizar el país que mediaba en los conflictos latinoamericanos a ser uno que se inmiscuye en lo que no le importa, tensa situaciones y destruye relaciones? Antes, nuestra nación tenía fama de país mediador de conflictos; ahora no queda huella de aquella época y se tiene un régimen que se inmiscuye de mal modo en la política interna de otros.

Queda claro que la doctrina Estrada y el venerado “no-intervencionismo”, así como “el respeto al derecho ajeno es la paz” han pasado a ser palabras huecas en la homilía mañanera. La “opinión” de López Obrador nos está costando. Son tantos los gazapos —por ponerlo amablemente— que “el apagafuegos”, canciller y otrora vicepresidenete de nuestra nación, ya no se da abasto. ¿Será plan con maña; parte de ese suelo tan disparejo que opera contra Marcelo Ebrard rumbo al 2024?

No lo creo, ya que Andrés Manuel es el primero en pagar las consecuencias de su intromisión. Pudo ser el líder de izquierda para encabezar un verdadero cambio en América Latina y hoy no queda nada de esa posibilidad.

Si de destruir se trata, nuestro jefe de Estado destruye todo; ¡hasta las relaciones exteriores! ¿No se dará cuenta que sus “opiniones” tienen el peso? ¿Que debe ser diplomático en los dichos al igual que en los hechos?

Las columnas más leídas de hoy

La decisión de Perú de declarar persona non grata al embajador de México, dándole 72 horas para abandonar su territorio, tiene muchas vertientes y otras tantas consecuencias. La primera es el atropello realizado por México, el cual ha quedado de manifiesto en palabras del Canciller Gervasi: “El gobierno del Perú ha declarado persona non grata al embajador de México en el Perú, señor Pablo Monroy Conesa, debido a las reiteradas expresiones de las más altas autoridades de ese país sobre la situación política en el Perú”.

¿A esto se refiere la 4T cuando presume que México “recuperó la dignidad y voz en el mundo”? Si es así, sería mejor no abrir la boca porque solo se está prestando a la burla, a la sorna; a quedar exhibidos como ignorantes e injerencistas.

López Obrador dirá hoy en la mañanera que él solo ha emitido opiniones; que él no se entrometió en asuntos internos y todo lo que ocurre es culpa de la “oligarquía peruana”. Debería recordar que sí se metió en asuntos ajenos a nuestro país y que quienes quitaron a Pedro Castillo fueron legisladores de su propio partido (de izquierdas) porque este quería disolver el congreso. Que el primero que quiso dar un golpe de Estado —“suave”— fue el mismo Pedro Castillo.

Afortunadamente en dicho país existe una verdadera autonomía de poderes, y el Ejército no se deja enamorar por el presidente en turno (ya aprendieron; les salió muy caro, pero esa es otra cuestión…).

López Obrador no aceptará su error. Dirá que él ya había expresado que las relaciones con Perú —y España— solo están en “pausa”, ignorando que la pausa NO existe en relaciones exteriores (como lo dije ayer en este espacio)

Eso sí, dará la bienvenida a la esposa de Castillo y a sus dos pequeños hijos (y qué bueno). Queda en la incógnita de dónde se sacará dinero para mantenerles, siendo un gobierno “tan”, pero tan austero que, para empezar, los hospitales en México y sus anaqueles de medicamentos definitivamente no están como en Dinamarca…

La decisión de dar asilo a Lilia Ulcida Paredes Navarro, esposa de Pedro Castillo, es tan válida como las diversas veces que México ha brindado asilo a otras personas, pero eso no debe significar hacer oídos sordos: ella está siendo investigada por el delito de organización criminal. (Aun con ello, el GOBIERNO DE PERÚ —nótese— otorgó salvoconductos para la familia de Castillo para que puedan viajar a nuestro país. Eso sí, advirtió que podrá solicitar la extradición de la ex primera dama si las autoridades judiciales peruanas llegaran a requerirlo).

La 4T se inmiscuye, opina y pone “pausa” cuando le conviene. Guarda silencio ante los crímenes cometidos por los gobiernos de Nicaragua, Irán, Venezuela o Cuba... Una vez más: esta última decisión nos cuesta; México ha perdido objetividad y cada día asiente o calla más ante los abusos de autoridad de países dictatoriales (o en vías de serlo).

Claudia Ruiz Massieu, actual senadora de la República y ex secretaria de Relaciones Exteriores comentó: “la expulsión de nuestro embajador en Perú pone de manifiesto el fracaso de una política exterior impulsada desde la trinchera ideológica, lejos de los principios que la Constitución exige observar. La diplomacia requiere prudencia, sin dogma ni intervención”. (Por favor, ABSTÉNGANSE de criticarla quienes no recuerdan su valiente renuncia cuando Peña Nieto invitó a Trump a Los Pinos). Y tiene razón: la política de “no intromisión” de López Obrador nos cuesta y nos mete en problemas. Todo esto ha sido un atropello a la soberanía peruana lo que se ha impulsado desde Palacio Nacional.

De manera cínica (tratando de tapar el poco entendimiento de su jefe por cuanto a la esfera diplomática se refiere) Ebrard compartió en su Twitter: “Encuentro esa decisión infundada y reprobable. La conducta de nuestro embajador ha estado apegada a derecho y al principio de no intervención. México no variará su posición”. ¡Ahhh, qué señor! Si a la constante intromisión en asuntos del Perú le llama no-intervención, ya entendemos porque las relaciones diplomáticas de nuestro país van a pique.

¡Vaya que López Obrador nos cuesta! Sea en política interna o externa. Es una lástima, ahora es Perú; otro país latinoamericano que ha tenido que frenar las intromisiones de Palacio Nacional.