Se notó la dedicatoria especial una vez que se difundió la “conversación” patito de Layda Sansores el pasado Martes del Jaguar donde divulgó, a todas luces, una charla manipulada de capturas poco confiables. Sí que tuvo valor de realizarlo a sabiendas del costo político que esto puede jalar, especialmente en la división interna de Morena; sin embargo, le ganó el impulso y el ímpetu de jugar el papel intransigente al no resistir la tentación de golpear a uno de los aspirantes presidenciales de Morena.
Y Layda no quiso dejar pasar esta oportunidad de mostrarle su cariño a Claudia Sheinbaum que fue, en estos días, la única que salió a defenderla con elogios; ¡qué curioso!, ¿No?
No necesitamos ser tan suspicaces para saber de dónde pudo venir la consigna de golpear a los adversarios en el mismo seno morenista. Aunque su estrategia resultó tan evidente, no tendrá ningún efecto por dos razones sencillas: los supuestos mensajes de WhatsApp son vistos, de acuerdo con los especialistas de la materia, como una manipulación; por consiguiente, y más allá de qué se las ingeniaron para “convencernos” (según ellos) de algo tan burdo, se exhibieron como un grupo radical.
Otro de los aspectos del que no queda ninguna duda es que la gobernadora, Layda Sansores, juega en la cancha de Claudia Sheinbaum. Se convirtió en algo así como el jugador número 12 que alienta desde la tribuna, pero como una porra radical. Con esa conducta actuó el pasado Martes del Jaguar que es, hoy en día, un programa de espectáculos patrocinado por una corcholata presidencial de Morena. Así parece.
La solución del conflicto está en manos del presidente o, quizá, del propio secretario de Gobierno que es, hoy en día, quien opera los asuntos internos del país; sin embargo, es de conocimiento público que, en más de una ocasión, se ha reunido en sus oficinas de Bucareli con el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado.
Sería una pena y una gran decepción que, sí ellos sabían algo de la estrategia de Layda, no hicieran nada. Los cómplices del silencio son igual de dañinos que el propio veneno que lanzó Sansores. Quiero pensar que nunca tuvieron conocimiento de causa, y que Layda actuó por su cuenta para quedar bien con Sheinbaum.
Vale la pena analizar esa situación porque, si no es así, tanto Mario Delgado, como el secretario de Gobierno -por instrucción del presidente- tienen que actuar antes de que se contamine más el proceso de sucesión presidencial.
En principio, Mario Delgado tiene que llamar a la unidad del partido más allá de que sea su obligación como líder de un movimiento que se autonombró “democrático, plural y respetuoso”. Y lo tiene que hacer rápido sino quiere que esto sea un cataclismo suficientemente capaz de ser el detonante para que Morena pierda una elección que sí, en teoría tiene sus manos en estos momentos, sin embargo, una división o la salida de dos presidenciales puede conducir, primero, a construir una fuerte candidatura variopinta desde la oposición que encabece alguien dispuesto a cargar con esa responsabilidad después de haber sido defenestrado.
O el propio Adán -sí esto se sigue agravando- tiene que actuar en consecuencia y cuidar los intereses del partido que llevó al poder a su paisano, el presidente López Obrador, especialmente lo que puede llegar a ser una ruptura que haga la diferencia para que gane la oposición. Sé que el titular de Bucareli lo hará, en todo caso la lógica así lo apunta al menos de que, tanto él, como Mario Delgado, estén de acuerdo con allanar el camino a alguien en especial.
Eso sería, hoy en día, todavía una agravante más porque todos juegan un papel importante. Eso lo sabe el presidente Obrador y no querrá, en un futuro, ver caer lo que por tantos años construyó un movimiento social, por no contenerse ni mensurar ante el clima de la sucesión presidencial adelantada que, lo único que arrojó, hasta ahora, ha sido una guerra sin cuarteles que apuntan al Antiguo Palacio de Ayuntamiento de la Ciudad de México, que apuestan -todo parece indicar- a intentan abrir camino a cañón cargado. Ya lo hizo Layda Sansores violando la constitución al proponerse perjudicar a uno de los aspirantes de Morena; aunque también, lo hacen activistas en todo el país inundando las principales ciudades con publicidad de #EsClaudia.
No hay día que no vea una publicidad a favor de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, que van desde el panfleto, hasta los espectaculares costosos para beneficiarse en el posicionamiento y eso que hay austeridad republicana.