¿Qué significa unidad? Cito la principal definición del Diccionario de la lengua española: “Propiedad de todo ser, en virtud de la cual no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere”.
En Coahuila quedó demostrado: Morena se dividió y perdió; no solo perdió, sino que quedó muy lejos de la alianza PRI, PAN, PRD. La falta de unidad en Coahuila dejó vivo al peor bicho de la política mexicana: el PRI. Eso no es bueno para la sociedad mexicana.
Hubo dos ganadores en Coahuila: el candidato Manolo Jiménez y, sobre todo, quien pronto será exgobernador, Miguel Ángel Riquelme. A nivel nacional el señor Riquelme es un desconocido, pero con 52 años de edad no se va a retirar. Tampoco se conformará con ser solo senador: además de buscar un espacio en el poder legislativo —que seguramente tendrá— encabezará una rebelión en el PRI para neutralizar al impresentable dirigente de ese partido, Alejandro Alito Moreno.
Para limpiar al PRI —ni siquiera el instituto político más sucio de la historia soporta a alguien tan fétido como Alito—, el señor Riquelme cuenta con la asesoría y la capacidad operativa de un dinosaurio priista verdaderamente eficaz: Manlio Fabio Beltrones.
Si el tándem Riquelme-Beltrones funciona, se impedirá que Alito Moreno monopolice el proceso de designación del candidato o la candidata presidencial del PRI, lo que garantizará que al priismo lo represente en 2024 alguien con una imagen más o menos limpia, como Beatriz Paredes, líder en las encuestas internas.
Beatriz es una mujer culta, preparada, con experiencia política y a sus 69 años edad con el entusiasmo de la gente joven, a pesar de enfrentar complicados problemas físicos —causados por una lesión en el tobillo— que le impiden caminar normalmente.
Si va a la campaña presidencial, Beatriz en algún momento no podrá evitar que se le vea con muletas o aun utilizando una silla de ruedas. En una nación con más de 6 millones de personas discapacitadas —casi el 5% de la población total—, ello sería un ejemplo de superación y le representaría un enorme apoyo entre quienes sufren algún tipo de discapacidad y sus familias.
El PRI tiene una buena candidata. Lo que necesita para despegar es que no la bloquee ni la condicione un pillastre como Alito Moreno. Controlar al líder formal será la tarea de Riquelme y Beltrones. Si fracasan, Alito se quedará con la candidatura y el priismo no será competitivo.
El PAN, desastre
El PAN fue el partido que menos votos consiguió este 2023. De plano es un instituto político inexistente en Coahuila, y en el Estado de México obtuvo 1 millón 100 mil votos menos que el PRI. Si el panismo pretende ir en alianza en 2024, deberá aceptar que sea priista el candidato o la candidata a la presidencia.
Los resultados del pasado domingo han dejado a Santiago Creel y a Lilly Téllez sin argumentos para exigir representar a la alianza opositora. Si Santiago y Lilly reconocen la realidad y se disciplinan, estará garantizada la unidad de la oposición en 2024, lo que no asegurará la victoria, pero llevará al PRI y al PAN a niveles competitivos. Claro está, si el panismo insiste en encabezar la alianza, las fuerzas opositoras se dividirán y asegurarán el triunfo presidencial de Morena.
Morena por no dividirse
En el partido de izquierda ayer empezó la operación cicatriz. Viene la herida que lastimará a dos aspirantes presidenciales: la de no ganar la encuesta. Un corcholato está resignado, Ricardo Monreal, así que AMLO no trabaja por la unidad pensando en el senador zacatecano.
El presidente Andrés Manuel López Obrador cenó anoche con las fuerzas vivas de Morena —gobernadores y gobernadoras, corcholata y corcholatos—. Pretende el dirigente real de Morena que todos y todas aceptan el resultado de la encuesta, que difícilmente será distinto al de los estudios demoscópicos difundidos en los medios de comunicación, en los que Claudia Sheinbaum gana sin excepción e inclusive cada día con mayor ventaja.
López Obrador sabe que si la encuesta de Morena confirma lo que dicen todas las otras encuestas —lo que es casi seguro—, Adán Augusto López sufrirá una profunda depresión emocional. Pero de ahí no pasará el secretario de Gobernación, esto es, probablemente perderá las ganas de seguir trabajando y no apoyará a Claudia, pero por dos razones no se rebelará: (i) por amistad con el presidente López Obrador y (ii) por falta de fuerza política propia como para encabezar un movimiento contra Morena. Para tranquilizar a Adán le bastará a Andrés Manuel con una buena plática en la que le pedirá compresión y le recomendará que siga en la lucha política y espere su oportunidad que llegará en 2030.
El caso de Marcelo Ebrard es más difícil
Es conocida la fatuidad de niño mimado de la política del canciller Ebrard —estuvo entre los jóvenes consentidos de Manuel Camacho y Carlos Salinas, dos priistas que sabían marear al más ubicado—. Ello ha convencido a Marcelo de que Andrés Manuel le debe una candidatura presidencial. No es así. Si algo debía AMLO a Ebrard lo pagó al invitarlo a su gabinete, lo que salvó al hoy secretario de Relaciones Exteriores de problemas legales fuertes relacionados con la mala construcción de la Línea 12 del metro capitalino. El presidente debería pedirle a su colaborador que aprenda lo que expresa La bien pagá, misógina canción de tiempos políticamente incorrectos que hizo famosa Miguel de Molina, “el coplero queer que la España fascista maltrató” —así lo describió Rocío Niebla en elDiario.es—. Una canción que bien adaptada a nuestra época pierde su misoginia y da una lección de nueva política:
Na’ te debo, na’ te pi’o
Me voy de tu vera, orví'ame ya
Que he pagao con oro tus cargos Marcelo
No mardigas, payo, que estamo’ en paz
LA BIEN PAGÁ
Si Marcelo Ebrard quiere ser candidato presidencial de Morena tendrá que ganar una encuesta. Pero en las últimas semanas ha insistido en descalificar este procedimiento estatutario, quizá porque sabe que las mediciones de preferencias electorales no le favorecen. Ayer iba a dar a conocer una propuesta para modificar el método de selección de candidaturas, pero no lo hizo: seguramente el presidente AMLO le pidió no meter ruido antes de la cena de celebración por el triunfo en Edomex, pero especialmente por la unidad entre quienes mandan en el partido de izquierda.
Hoy el canciller tendrá que decir algo. Esto es, se queda en Morena y acepta lo que este partido ha establecido en sus estatutos, o de plano se va. Si se marcha, seguramente lo recibirá Movimiento Ciudadano, lo que no le alcanzará para ser presidente, pero sí para golpear al proyecto de Andrés Manuel López Obrador.
Si Marcelo es capaz de dominar su infinita vanidad permanecerá en Morena. Si no, intentará lo imposible desde un partido pequeño, lo que en los hechos significará que hará el trabajo sucio para el instituto político en el que nació y creció, el PRI.
¿Es chantaje? Probablemente. Pero creo que AMLO no transigirá. En sus duros años en la oposición nunca aceptó Andrés Manuel someterse a las presiones de gente con verdadero poder, menos lo hará en la presidencia frente a un colaborador secundario que sin duda algo representa, pero mucho menos de lo que diagnostica su poco elegante petulancia.