Dicen que por las noches

Nomás se le iba en puro llorar

Dicen que no dormía

Nomás se le iba en puro tomar

Juran que el mismo cielo

Se estremecía al oír su llanto

Cómo sufría por ella

Que hasta en su muerte la fue llamando

Tomás Méndez Sosa

Comienza a tropezar

Desde lo de la Casa Gris, López Obrador se está “tropezando” muy frecuentemente. Todo le cae pesado y se la pasa tratando de defender a sus cercanos, así sea imposible y valiéndose de argumentos insostenibles. De pronto todo se ha vuelto personal. Ya lo veíamos venir.

Desafortunadamente para él, el rencor ha demostrado ser pésimo consejero. En el afán de machacar sobre una ‘honestidad valiente’ que ha perdido sentido, el tabasqueño está perdiendo el control de la agenda. Sí, del mensaje y de la política de comunicación que tanto tiempo han sido su fuerte.

Lo dije en su momento: su dolor se torna en venganza contra cualquier comentario que difiera de la 4T. El enojo lo está separando de su mejor herramienta que es el arte de comunicar.

Le sucede lo mismo que le ocurrió con las redes sociales, las cuales pasaron de ser “benditas” a actuar como unas malditas. En realidad, lo sabemos bien, no son ni una ni otra cosa. Lo que sucede es que, al igual que ensalzaron su propuesta, son las primeras ahora en señalar sus yerros.

Estamos atestiguando cómo le arrebatan la agenda al presidente y le imponen una donde él no se siente cómodo.

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Pero lo más extraño es que, cuando trata de revertir “los golpes”, tropieza aún más con los mismos.

Valgan algunos ejemplos:

Derbez

Acusa a Eugenio Derbez de pseudo ambientalista y de recibir dinero por atacar la construcción del Tren Maya. A ello, el histrión respondió: “El león cree que todos son de su condición. Yo no recibo sobres amarillos…” Lo anterior obviamente en alusión a los sobres de manila recibidos por los hermanísimos del presidente, Pío y Martinazo.

En un error básico de comunicación, López Obrador le reviró al actor diciendo: “ya no se usan sobres amarillos, ahora son transferencias”, lo cual permite pensar que la propia gente cercana a López Obrador es la que pasó de recibir moches y donaciones ilegales en sobres a obtenerlos vía transferencias.

¿O por qué una persona que se ufanaba de no usar cheques (algo necesario hasta hace pocos años) y de gustar usar de los telegramas (anacrónico), tiene de pronto muy claro el uso de una actualización interbancaria cuando le conviene? ¡Vamos! La chacota no ha hecho más que empezar, pero en ello el mandatario fue el primero en perder el control de la narrativa y errar en la comunicación.

Loret de Mola

El lunes, para criticarlo, López Obrador presentó un tuit falso achacado a Carlos Loret. El primer error es que su equipo lo exhiba de esa manera, dándole información apócrifa que el aludido puede negar fácilmente.

Y sí, el periodista contestó: “El presidente MIENTE ooootra vez. Este tuit supuestamente mío es FALSO. Ha sido desmentido 100 veces. Pero él lo citó hoy en la mañanera para calumniarme porque no ha podido explicar cómo se volvió millonario su hijo #JoseRamonLopezBeltran38″.

Resultado: el primer mandatario es quien trajo a colación el tema de su hijo. Le dio una nueva plataforma a lo que tanto le duele. ¿Esa era la intención? Lo dudo.

El martes en lugar de señalar que fue un error y pedir una disculpa (eso jamás) o dejar el asunto por la paz, el presidente AMLO se lanzó a decir: “Es apócrifa esa publicación, pero es lo más cercano a su pensamiento [al de Carlos, esto es]”. ¡Venga ya!, ahora resulta que, en lugar de ser jefe de Estado, López Obrador la hace de adivino y puede leer la mente de Loret de Mola.

La Casa Gris

La mala defensa al respecto de la casa esa, en lugar de generar certezas, solo ha ocasionado mayores problemas al régimen. Eso tanto para su hijo como para el empresario quien dijo que había contratado a José Ramón López Beltrán para trabajar en Houston.

Errores en la estrategia de comunicación. El nombre de su hijo lleva dos meses de TT en Twitter, siendo que la máxima chanza llegó apenas el día de ayer de mano de la senadora Xóchitl Gálvez. La legisladora mostró el modelo de “Lego” de la Casa Gris. Sin duda, esta casa gris se ha vuelto la Casa Blanca de Peña Nieto.

Como queriendo tropezar con ambos pies a la vez, el mismo José Ramón se burló de esta mofa. No se ha dado cuenta que los votantes de su padre le pueden admitir muchos dichos, pero no les gusta que otros se burlen de un hecho que sigue fustigando a López Obrador. Y es que la popularidad (como la gracia) no se hereda, ni siquiera de padre a hijo…

Una sentencia en redes

La contestación de López Obrador vía redes, el comentario y la foto, en lugar de generar empatía hacia él, solo suman otro traspié. Apela a la victimización. ¿El objetivo real?: llamar a sus seguidores a votar en la revocación de mandato presidencial del 10 de abril próximo. Se está equivocando.

El ejecutivo federal mencionó en sus redes que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le exigió que publicara la sentencia en su contra por el mensaje a la nación emitido el 1º de diciembre de 2021. Olvidó decir que la razón de esa sentencia fue que él violó la ley. En lugar de eso, jugó —una vez más— a la víctima. Puso: “Porque si no lo hago, arrestan a Jesús y a la pobre de Jessi. Perdón”.

De entrada, el mensaje generó dudas sobre a quiénes se refería.

Cuando quedó claro que se trataba de Jesús Ramírez Cuevas, su director de Comunicación Social y de la vocería presidencial, y Martha Jessica Ramírez González, directora general de Comunicación Digital de la Presidencia, en lugar de causar lástima o pena, lo que el mandatario causó fue risa y enojo. ¿No que AMLO solo defendería a su hijo menor por quebrantar la ley? Ese par de funcionarios ya están bastante grandecitos para valerse por sí mismos. (Ojalá y López Obrador hubiera intercedido por Alejandra Cuevas —ella sí inocente— como lo hace hoy por sus subalternos, los cuales, desde el poder, violan la Constitución).

En su tuit el presidente escribió: “Pobre de Jessi”. Ningunear o pobretear a las personas es una forma de violencia. Pero aquí las feministas de la 4T callan y la aludida también. Quizá ella misma así se considera: una pobretona. Pero, me apena decirlo, en México ella no es pobre pues gana mensualmente $142 mil pesos cortesía de nuestros impuestos.

Seamos francos, perdón, lo que se dice perdón, es lo que esas autoridades, empezando por el presidente, deberían de pedirnos a todos los mexicanos por violar la ley un día sí y otro también.

Sumatoria. Una campaña de desinformación, mentiras y calumnias

La estrategia de comunicación, esa campaña de manipulación constante, es lo “mejor” —lo único— que tiene López Obrador. Y mismo eso, ya empieza a hacer agua.

¿Quién está llevando la política de comunicación en Presidencia? Porque lo que fue hasta hace muy poco su mayor fortaleza, hoy parece digna de una comedia de TV. No solo es una campaña de desinformación, mentiras, calumnias, bots y “otros datos”, ahora también han extraviado el rumbo y hacen que López Obrador se vea cada vez más estrambótico.

Cierto, muchas veces se ha señalado (no soy la única) que la 4T gobierna desde el resentimiento, la frustración y la víscera, pero ahora sin imponer el control.

No les debería ganar el hígado. Es consejo. La administración federal empieza a no poder justificarse en ningún frente ni a entenderse internamente. Y estos tropiezos e incongruencias están generando no solo maromas de nivel olímpico, también los está volviendo contorsionistas.

La 4T debiera encabezar con el ejemplo la propuesta que lanzó ayer el vocero Ramírez en el sentido de “estamos en contra de las campañas de desinformación y mentiras”. Porque, lo que sea de cada quien, en estos tres años hemos sido testigos de una política de comunicación del gobierno federal sustentada básicamente en eso, la desinformación y la mentira.

Y hoy el presidente se empieza a enredar y comienza a ser presa de esa política.