El presidente AMLO jura respetar la Constitución. Sin embargo, parece olvidar reiteradamente el contenido del artículo 89, relacionado con las competencias y facultades que le otorga la Carta Magna como Jefe del Ejecutivo y del Estado mexicano. Ayer, nuevamente, con motivo de la celebración del Viernes Santo, el presidente mexicano pontificó sobre la vida de Jesús.

No hay duda de que todos los líderes políticos se inspiran de algún personaje histórico que guía su proceder. Sin embargo, bien debería recordar AMLO que México es un Estado laico, y que el jefe del Estado mexicano está obligado a no hacer alusiones públicas a cualquier religión, mismo si se trata de la religión mayoritaria.

Sí que puede practicar su fe en el ámbito privado, pero jamás, por ningún motivo, expresar públicamente sus creencias religiosas. De no ser así… ¿dónde han quedado los principios decimonónicos legados por Benito Juárez y los grandes liberales de esa centuria? ¿No se jacta AMLO de ser más juarista que Juárez y de conducir sus acciones públicas bajo la inspiración del Benemérito de las Américas?

Yo, al igual que millones de mexicanos, no aspiramos a un presidente autoproclamado cristiano o que se jacta de ser seguidor de las enseñanzas de Jesús, sino un verdadero hombre de Estado, que, con pleno respeto a sus obligaciones constitucionales contenidas en el citado artículo, implementa políticas públicas que coadyuven al mejoramiento de la vida de todos los mexicanos.

AMLO no es Ghandi ni otros de los grandes líderes de la historia reciente. A diferencia de ellos, quienes trabajaron genuinamente en favor de la libertad y en contra de la opresión, el presidente mexicano ha reducido su quehacer a la narrativa y a discursos vacíos que nada han aportado al porvenir de la nación.

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Muchos podrán verle como el salvador de la nación o el mesías tropical. Sin embargo, no es más que un hombre político ensimismado que ponga imponer su visión de país; una visión anclada en el pasado y sin idea de Estado.

El presidente se ha empecinado en sembrar la discordia, profundizar la división, atizar el odio, nutrir el encono, y en suma, actuar contra los intereses generales de la nación.

Sin embargo, AMLO se jactar de seguir los principios cristianos. Bien valdría que el macuspano se ciñese a lo que dicta la Constitución, y que los valores que jura seguir quedasen en el ámbito privado. De esta forma, respetaría nuestro marco constitucional, y a la vez, trabajaría en favor de todos los mexicanos. ¿Es pedir demasiado?