El indicio más claro de que Andrés Manuel sí escuchó a los reporteros que le preguntaban por los jóvenes de Lagos de Moreno y fingió demencia, es que no abordó el tema que lógicamente se debió tratar en la reunión que sostuvo el miércoles -como todos los días- con los integrantes de las áreas de seguridad, pero el asunto no estaba en el orden del día de la conferencia mañanera; de manera que no es difícil advertir que en esa encerrona con los secretarios de su gabinete, se acordó no abordar el tema y por ello cuando escuchó que los periodistas le inquirían al respecto se hizo como el tío Lolo.

López Obrador está trastornado mentalmente, así se aprecia ya de manera contundente; si antes había estado manifestando su naturaleza de esa forma, la manera en que reaccionó ante las preguntas de los comunicadores sobre lo acontecido en Lagos De Moreno, es un insulto a la sociedad en general que fue sacudida con las noticias que refieren lo ocurrido a los cinco jóvenes y ha quedado no solo pasmada sino abrumada y temerosa por la barbarie que se está viviendo cometida por el crimen organizado y que está llegando a su punto más álgido en prácticamente todo el territorio nacional.

La indolencia, el cinismo, la ruindad y la vileza con la que Andrés Manuel aparentó no escuchar las preguntas, siendo que en los múltiples videos que se han compartido se escucha claramente cómo los comunicadores le preguntan una y otra vez por los jóvenes de la localidad jalisciense, es indignante.

El responder jocosamente, mofándose, haciéndose el tonto, bromeando y diciendo “no oigo” para enseguida contar un mal chiste con una sorna impresionante, ya lo pinta como es; un hombre insensible, inhumano al dolor, y a lo que acontece en el país.

Y aunado a lo anterior, después de que se viralizaron las imágenes en que se le ve bromear tras ignorar a los representantes de los medios de comunicación (serios) que gritaban sus preguntas; este jueves dio más muestras de su inagotable capacidad para mentir, pero también de su cobardía y cinismo cuando, luego de haber realizado esa pantomima con la que pareció divertirse no obstante la gravedad de los hechos respondió con el clásico “no es cierto”, rechazando todo, diciendo que él no hizo lo que fue evidente que realizó y señalando -para no variar- a los medios de comunicación a los que se refiere como “conservadores”, y a sus enemigos imaginarios que los ve en todos y cada uno de los que no coincidimos con sus tonterías y con sus formas inadecuadas de pensar y hacer.

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“Nada más aclaro eso, no tengo por qué ofrecer disculpas, porque fue un invento y estamos atendiendo el tema, lamentable del asesinato, desaparición de estos jóvenes. Vienen algunos aquí a buscar las podridas y cuando no las encuentran las inventan. Afortunadamente la gente nos tiene confianza y saben de que nosotros no somos perversos”, afirmó el muy cobarde.

El presidente se queja de que es una campaña orquestada de manera perversa por “los corruptos medios”, sus enemigos, a quienes irresponsablemente culpa de todo lo negativo que trasciende de él, de su familia, y de su gobierno, sin reparar que al mismo tiempo que los exhibe los expone y los sitúa en condiciones de vulnerabilidad frente a aquellos que a él lo idolatran vehementemente y son capaces incluso de accionar un arma para atentar contra la vida de los comunicadores, como ocurrió en el caso del periodista Ciro Gómez Leyva, a quien dispararon en nueve ocasiones; tres de ellas directo a la cabeza y solo se salvó gracias a que la camioneta que conducía estaba blindada.

Ahora bien, suponiendo sin conceder que realmente no escuchó lo que le preguntaban y que no se burló, -como lo han defendido tanto él como su comparsa Jesús Ramírez-, la pregunta sigue siendo la misma, ¿por qué no abordó el tema de forma orgánica sin esperar que le preguntaran siendo que el tema lo debió tratar minutos antes con su escuadrón de seguridad y sin embargo, en dos horas de transmisión mañanera no lo mencionó, tratándose del suceso más impactante y más macabro de que se tiene conocimiento en su sexenio.

¿A qué le teme el presidente? ¿Será porque le cuesta reconocer que la violencia que existe en todo el país provocada por el hampa, por los carteles y por organizaciones criminales, es completamente su responsabilidad derivado todo ello de las estrategias fallidas de “abrazos no balazos” y de “acusar a los delincuentes con sus abuelitos”, siendo ambas una verdadera estupidez?.

Es obvio que así sucede, siendo que es de su absoluta competencia el proteger la seguridad e integridad de sus gobernados y sin embargo, su fracaso es rotundo e impactante ya que como es de todos conocido, el número de homicidios dolosos en lo que va de su sexenio ya superó hace meses las cifras con las que concluyeron los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, respectivamente.

La ineficacia de sus cuerpos de seguridad responde a esa misma política que defiende a los criminales bajo el argumento de que “también son seres humanos”, y en cambio desprotege a los cuerpos militares de La Marina, la Guardia Nacional y el Ejército, sin menoscabo de señalar que a integrantes de estas mismas fuerzas los tiene haciendo funciones de albañiles pegando ladrillos en sus obras faraónicas como el Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y el Aeropuerto de Tulum; y que les destina tareas en los puertos, en las aduanas, en las escuelas y Bancos del Bienestar, en Pemex, y un largo etcétera. Y en todo ese contexto es que se ha permitido el desproporcionado incremento de la violencia y la criminalidad en nuestro país.

Si Andrés Manuel escuchó o no las preguntas de los reporteros solo él lo sabe, pero nadie lo duda siendo que no sería la primera vez que nos muestra el rostro de la mezquindad, de la vileza y la ruindad que hay en su ser, porque ya antes lo hemos visto burlarse de la pandemia, reír a carcajadas de los 38 migrantes que murieron en una cárcel que se incendiaba en Ciudad Juárez y de las masacres.

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