Cada día que pasa resulta más evidente cómo AMLO se separa de la izquierda latinoamericana y se decanta por un populismo reaccionario y ultraconservador de derecha que busca, a través de la polarización y la confrontación, imponer de forma facciosa un criterio unipersonal.
Colombia
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en sus primeros 100 días de gobierno sorprendió a propios y extraños al conseguir que el Congreso aprobara los dos proyectos insignia de su programa de gobierno. La más ambiciosa reforma tributaria de la historia de ese país que pretende recaudar veinte billones de pesos y otra muy importante que tiene que ver con la “paz total”.
En su primer discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre pasado, el colombiano sin medias tintas lanzó la propuesta: dejar de criminalizar a los eslabones más débiles de la cadena, los cultivadores de coca, y enfocar los esfuerzos en golpear a las organizaciones criminales que lucran del narcotráfico.
Con esta propuesta se ganó el reconocimiento de los colombianos y a nivel internacional. La Comisión Global sobre Política de Drogas de la ONU, reconoció que la lucha contra el narcotráfico en el mundo y particularmente en Colombia, el mayor productor de hoja de coca y de cocaína, requiere de cambios profundos, tal como los que pide el Gobierno de Gustavo Petro.
Brasil
Otro ejemplo de que AMLO se separa de la Izquierda en Latinoamérica y se acerca más al populismo, es lo que sucede en Brasil con la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva.
Para empezar Lula da Silva, luego de ganar en una elección sumamente reñida, aceptó los resultados y el hecho de que gobernará con un Congreso que favorece a la oposición. Algo normal en una democracia, pero que AMLO no entiende.
Aunque Andrés afirma que está con Lula, lo cierto es que siguiendo órdenes de su gran amigo Donald Trump, apoyaba a Jair Bolsonaro, un populista de extrema derecha con quien mantiene ciertas similitudes, por ejemplo, el manejo de la pandemia del Covid-19, haber impuesto remedios sin eficacia comprobada contra el virus y serias sospechas de corrupción en la negociación de las vacunas.
Idéntico de como lo hicieron en México AMLO con sus fetiches “detentes” y Hugo López Gatell, con aquello de que la pandemia no era tal y desestimar el uso del cubrebocas, para luego utilizar de forma corrupta la distribución de las vacunas.
Las similitudes siguen en temas como el medio ambiente y el cambio climático. El presidente de Brasil dijo hace un año que las noticias que alertan sobre una destrucción irreversible de la Amazonía eran una “bobada” y que son propagada hecha por personas que quieren afectar la imagen del país, lo dijo apenas un día después de que estimaciones oficiales de su Gobierno revelaran una deforestación récord en 15 años.
Lo mismo hace AMLO cuando minimiza la destrucción de la selva en la Península de Yucatán y con la construcción del Tren Maya.
Como López Obrador, el presidente saliente de Brasil asignó a los militares tareas prioritarias de su gobierno. Sin embargo, para Lula: La militarización es “un riesgo para la democracia”. “El Ejército no es para la política, debe servir para proteger la frontera y al país de las amenazas externas”.
En otras palabras, el presidente electo está convencido de que, en una democracia, las fuerzas armadas se deben limitar a cumplir labores propias de su naturaleza sin invadir las esferas civiles y políticas de la administración pública.
Chile
El caso de Chile también es muy significativo, como Lula y Petro, Gabriel Boric se ha corrido al centro y ha emprendido un gobierno con fuertes principios de izquierda. Chile es uno de los países con mejores resultados económicos en Latinoamérica que busca ensanchar la clase media para disminuir la desigualdad social.
Las declaraciones de Boric hace algunos días, donde al hablar de las elecciones en Nicaragua criticó que se realizan “sin libertad”, sin la participación de los principales partidos de oposición y con muchos de sus dirigentes presos por el régimen sandinista, deben haber calado a AMLO hasta la médula. El chileno escribió en sus redes sociales:
“El domingo se realizaron elecciones municipales en Nicaragua. De 153 alcaldías ‘en disputa’ Ortega ganó las 153. Un proceso electoral que se realiza sin libertad, justicia electoral confiable y opositores presos o proscritos no es democracia en ninguna parte del mundo”.
Gabriel Boric
Al final, al separarse de la verdadera izquierda latinoamericana, AMLO se confirma como un populista totalitario al estilo de Maduro, Ortega y Castillo cerca de Trump, Bolsonaro y Diaz Cannet y lejos de Lula, Petro y Boric.