Me parece increíble que alguien con la inteligencia y la mordacidad política como Andrés Manuel López Obrador no sepa en qué momento retirarse de una batalla librada en el espectro comunicativo.

Es el caso de la inquisición contra María Amparo Casar, desatada desde presidencia a raíz de la publicación de su más reciente libro, “Los puntos sobre las íes”.

Digno a su estilo de detentar el poder con vileza y miseria, AMLO optó por perseguir a la autora por el simple hecho de ser crítica a su administración.

El obradorato se encargó en desplegar la ignominia contra Casar. Envilecieron la memoria de su marido y estigmatizaron el suicidio.

Posteriormente, ya en el colmo del ridículo, el gobierno federal justificó su versión de los hechos basándose en declaraciones de Bernardo Bátiz Vázquez.

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Lo anterior resulta irónico y grotesco. Porque el mismo Bátiz, hace poco más de veinte años, talló su nombre en la caricatura de la historia de México también por un supuesto suicidio.

Corría el año de 2001. Andrés Manuel López Obrador comenzaba a destacar como el flamante jefe de gobierno del entonces Distrito Federal. Fue un octubre siniestro. El día 19 de ese mes, Gerardo González Pedraza encontraba el cadáver de Digna Ochoa.

Digna Ochoa y Plácido fue una abogada defensora de los derechos humanos que vivió sus últimos años de vida perseguida y acosada por amenazas de muerte e intimidaciones de parte de distintos grupos de poder.

El cuerpo sin vida de Digna Ochoa fue encontrado en un despacho. El cadáver presentaba dos heridas de bala: uno en la pierna y otro en la cabeza. Sin embargo, en el lugar se encontraron tres casquillos. Por lo que se habían detonado tres balazos.

Si bien los primeros dictámenes apuntaban a un homicidio. No obstante, la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal a cargo de Bernardo Bátiz Vázquez y la fiscalía especializada encabezada por Renato Sales, determinaron que se había tratado de un suicidio.

Ojo: este par de incompetentes y cínicos, anunciaron que Digna Ochoa primero había realizado un disparo para averiguar las reacciones de los testigos. Luego, tomó la decisión de dispararse en la pierda, apelando a morir desangrada por una herida a la femoral. Al no morir de esta forma, se colocó en el sitio donde encontraron su cadáver y se disparó con la mano derecha en el perfil izquierdo del cráneo.

Hace un par de años, en enero de 2022, ya en pleno régimen obradorista en funciones, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó sentencia en la cual se descartaba la teoría del suicidio.

Pero el lopezobradorismo prefiere cegarse ante la realidad. Con tal de insistir en absurdas apologías del presidente delirante, sus feligreses y remedos de intelectuales orgánicos claudican cualquier atisbo de inteligencia y sucumben al ridículo y a la más profunda idiotez humana.

X: @HECavazosA