“Lo real es lo irremplazable.”
JEFFREY WRIGHT - Bernard Lowe
“Y lo que es real es real para un tiempo tan sólo y para un lugar solamente.”
JAVIER MARÍAS
“La realidad es un padre horrendo, hediondo y brutal que nos maltrata. Como no podemos escapar de él, nos refugiamos en la hermosa ficción.”
MIGUEL CAMPION
Rápido, Xóchitl, patenta el “indigenómetro”, antes de que la 4T lo haga.
Y es que ahora resulta que los aplaudidores de la 4t van a decidir quién es indígena y quién no. Quién puede usar ropa autóctona y quién no. Aún más: hacer creer que es un error que una persona indígena use rebozos de seda de Pineda Covalin (por cierto, esta diseñadora sí da crédito y regalías a los artesanos, no como Tenoch Huerta).
Todo lo anterior y que encima Gertz Manero contrate al escritor Fabrizio Mejía , quien increíblemente —23 años después— de pronto recordó que visitó el lugar donde nació Xóchitl Gálvez y que los pobladores le dijeron que ella había usurpado la identidad indígena otomí. Digo, por lo visto resultaría mejor investigador que cualquier agente del Ministerio Público…
El gobierno federal deberá contratar al comunicador (tipo Callo de Hacha) para que a cualquier indígena que quiera salir adelante le diga que desayunar en Polanco, vivir bien y sobreponerse a la discriminación es aparentar. Algo así como: “… ser indígena no es un disfraz. Ser indígena es vivir una constante discriminación”. Porque según este personaje y otros como él, ser indígena es vivir jodido y aplastado de por vida.
Falta que digan que, si uno nace indígena y pobre, no tiene derecho a salir adelante. Lo siento por Xóchitl, por Yalitza Aparicio. ¡Y qué bueno que ya fallecieron Francisco Toledo (zapoteco), Armando Manzanero (maya), María Félix (yaqui) o María Sabina (mazateca) por haber tenido profundas raíces indígenas y haberse atrevido a sobresalir! Manzanero hasta Grammys obtuvo por su música y Yalitza ha sido invitada a Cannes y otros lugares de renombre. Queda prohibido porque son indígenas. O ¿solo se le prohíbe a Xóchitl por las pasiones políticas que levanta? ¡Y las que le falta levantar! Más vale se vayan acostumbrando.
Lo que queda claro es que a la 4t no le gustan las mujeres pobres que se superan, tampoco las emprendedoras o las que no causan lástima; les da urticaria las que no se subyugan al líder moral... En el Movimiento las prefieren paupérrimas, violentadas y sometidas. Pero una mujer indígena que nació pobre que ha logrado elevarse y codearse con todo el mundo, para ellos es un anatema.
López Obrador ha decidido hacer suya aquella frase de Emilio Azcárraga Milmo: “México es un país de una clase modesta muy jodida que no va a salir de jodida. La televisión los divierte y los saca de su triste realidad y su futuro difícil”. Sustitúyase televisión por el término obradorismo y tenemos una nueva versión de esa obra. Por eso la mañanera solo sirve para adoctrinar; alejarnos de la realidad a partir de con otros datos, pero nada más.
Yo apoyo que, ante la sarta de descalificativos empleados contra su persona, la senadora Gálvez haya contestado: “Señor presidente, así como yo, hay millones de mexicanas que sin la ayuda de nadie luchan por lo que creen y salen adelante. A mí nadie me ha regalado nada y le pido una cosa: respéteme que usted será quien me entregue la banda presidencial”.
A partir de esta respuesta y sus implicaciones, hagamos un ejercicio de política ficción:
Dos de junio de 2024, se tiene una votación copiosa, exitosa; el abstencionismo casi desaparece y, a las ocho de la noche, los medios de comunicación se enlazan para anunciar que México tiene a su primera presidenta… y esta es Xóchitl Gálvez.
El candidato de Movimiento Ciudadano es el primero en salir a felicitar a la presidenta electa. Un poco más tarde, demacrada, pero consiente de la responsabilidad que el destino le ha conferido, Sheinbaum también reconoce su derrota. En su peor momento, demuestra su respeto a la democracia y su amor por las mujeres. ¡Vaya, finalmente!
El único que guarda silencio es López Obrador; es más, se rumora tratará de impugnar las elecciones. Pero ante la abrumadora votación, opta por no pronunciar palabra mientras cavila.
Luego decreta que Xóchitl no se merece la banda presidencial y que no la va a dar. Algo parecido a lo que hizo con la presidencia de la Alianza del Pacífico que, aunque le correspondía a Perú, se negó a entregarla (y así se la pasó casi ocho meses más y terminó por turnársela a Chile porque con Gabriel Boric sí congenia).
En la mañanera del 3 de junio, AMLO despotrica contra el sistema, contra las antes otras corcholatas, contra medio mundo y no felicita a la presidenta electa. Tampoco la invita a Palacio Nacional como lo hizo Peña Nieto con él hace seis años. Y todos los días culpa al pasado, habla de fraude, se enoja con Guadalupe Taddei y dice que es todo un comploj feminista en su contra. Total, nada distinto a los pasados 18 años…
Lord Molécula deja de ir a las mañaneras (es más, ya no hay sermones matinales, ¡a dios gracias!), y YouTube vuelve a apagar su canal.
Y los meses pasan deprisa para el inquilino de Palacio; declara que México ahora sí ya es como Dinamarca en salud (aunque haya aún más personas sin seguridad social) y que el AIFA se ha convertido en el aeropuerto más importante del planeta…
Luego, de pronto, en un arranque de humildad dice que Xóchitl Gálvez es presidenta gracias a él (sí, repite el discurso de cuando la ministra Norma Piña llegó a la presidencia de la SCJN). Pero cuando Xóchitl le recuerda que eso implica que él le debe entregar la banda presidencial, López Obrador recula. Insiste que no se la quiere dar y que bien podría dársela a otra persona pero a Xóchitl no…
El primero de octubre, los legisladores de todas las fuerzas políticas esperan en el Congreso de la Unión el arribo de los dos presidentes para la entrega de la banda presidencial y con ello, el inicio de un nuevo sexenio. El momento es histórico, la primera presidenta de México está por recibir la banda presidencial por parte del presidente saliente. Pero algo pasa.
López Obrador se quita la banda, ve a Xóchitl y se da la media vuelta para volvérsela a poner. Declara que solo él puede ser presidente porque no le gustó como se llevaron a cabo las elecciones y que dará la banda a quien él quiera —que a esas alturas es él mismo—.
Demuestra que además de machista, el macuspano es lo que todos ya constábamos: un traidor a la democracia, a las oportunidades, al derecho, a la libertad, al progreso, a México.
¿Se la pondría a su secretario de la Defensa para instaurar en forma la Cuarta Transformación militarizada? Eso los mexicanos lo sabríamos solo hasta el día siguiente.