A partir de la visita de AMLO a Estados Unidos, nos queda a todos muy claro que el presidente es uno bajo el cobijo de su mañanera y es completamente otro sin esa conferencia.

En su mañanera toma el  control absoluto  de todo, prácticamente, hasta se vuelve director de cámaras. Para empezar es raro que se le vea solo. Siempre en el pódium va a estar acompañado por alguien.

Se ha inventado la forma de estar siempre acompañado por alguien. Los lunes por Francisco Ricardo Sheffield. Los Martes cobijado y arropado por el secretario de Salud y el subsecretario de Salud.

Miércoles, la siempre divina Liz Vilchis y su sección de “Quién es quién en las noticias”; los jueves tendrá a algún invitado de alguna secretaría y viernes por ahí pondrá algún video de sus cantantes favoritos o alguna canción, pero llevará a alguien para que esté junto a él.

También en su mañanera cuenta con todo el blindaje “emocional” que le brindan algunos periodistas que le aplauden, lo rescatan de preguntas incómodas y alargan la jornada desviviéndose en elogios en lugar de formular preguntas . Y entonces ahí AMLO se transforma: aplaude, manotea, toca madera , agita los brazos, se carcajea, llora, canta, cuenta chistes, se le salen secretos, se enoja, señala con el dedo, grita , apuntala , escoge quien sí y quien no va a hablar en el transcurso de el día, pone música, proyecta videos, guarda silencio, cambia los temas.

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Pero el presidente sin sus mañaneras es absolutamente otro. De algún modo se ve reducido físicamente incluso. Se le ve más chiquito, más vulnerable. Se siente y se hunde en el sillón, esconde las manos y se le nota tenso e incómodo. Me parece que odia asistir a este tipo de eventos. Se siente desarmado sin sus mañaneras. Esas que se convierten en su oxígeno y en su diván a la vez.

¿Qué sí me parece que fue exitosa la visita de Obrador?

Bueno diríamos que si fuera una competencia  de box, diría que esperaba a un Biden mucho más empoderado y con más carácter. Y que AMLO le propinó uno que otro golpe fuerte e inesperado.

Después de los dichos de Obrador acerca de que tumbaría la Estatua de la Libertad y esas cosas francamente imaginé a un Biden poniéndole límites más claros.

Sin embargo, lo noté como prácticamente dándole el avión, como coloquialmente decimos  los mexicanos.

No se esforzó por mantener una postura más rígidos o autoritaria. Lo escuchaba y parecía que quería ganarle la risa.

Admiro sí, que el presidente de México fuera muy claro con el tema migratorio, pidiéndole a Biden lo que los migrantes vienen pidiendo y suplicando  desde años atrás:  poder por fin ser legales.

En ese punto me sorprendió AMLO pero no creo haya servido de mucho si por parte de Biden no hubo una respuesta clara, “hay que tener paciencia” dijo y nada más .

El que el presidente Biden no haya recibido a Obrador a su llegada bien puede interpretarse como un desaire.

Y mandó a Kamala Harris que me encanta su aplomo y la forma en que tiene de desenvolverse, que con toda clase le dio la bienvenida. Pero debió de habérsela dado Biden, no ella. Desde ahí podemos intuir que el presidente de Estados Unidos me parece “tira de loco” al de México, así como cuando recibes al familiar incómodo con un “ya, que sea rapidito para que se termine esto y se vaya” casi casi un “comes y te vas”.

No importa si Obrador se vio más contundente o no en esta reunión. Lo que importa es que  al presidente Biden no pareció tomarse tan en serio las peticiones que le  hizo Obrador y tampoco se mostró impactado cuando le dijo que el precio de la gasolina en México era mucho más barata que allá.

¿Venía a cuento esto? Pues no. Creo que Biden ha aprendido a “leer” muy bien al presidente de México y por ende no cae en sus provocaciones.

Lo que quiere AMLO, a veces creo, es recibir algún comentario agresivo por parte de Biden para entonces poder hacerse la víctima y señalar que “Biden no nos quiere y no quiere a los migrantes” pero él se mantuvo sereno y ecuánime.

O es que en realidad se estaba quedando dormido.

En fin que, hoy es otro día más, la famosa reunión entre Biden y AMLO ya sucedió y nada, absolutamente nada cambiará para bien. Llámenme amargada y negativa pero así lo siento yo . Espero equivocarme.

Es cuanto.