No sé que va a pasar este domingo durante las votaciones relacionadas con la primera consulta de revocación de mandato del presidente. Probablemente mucha gente no acudirá a las casillas. Se instalaron muy pocas y el INE, pese a lo dicho por sus consejeros, no hizo adecuadamente la tarea de difusión del proceso.
No es de ninguna manera exagerado decirlo: el Instituto Nacional Electoral se puso del lado de los partidos, los intelectuales y los políticos de oposición que tanto han insistido en convencer a la gente de no participar.
¿Por qué rechazan la consulta de revocación? Porque les molesta que, en todas las encuestas, mayoritariamente la gente votaría por la segunda de las dos opciones: “Que siga en la presidencia de la república”. Solo encontraron una manera de impedir un voto aplastantemente a favor de Andrés Manuel. En efecto, la de boicotear el proceso de revocación, ya que en cualquier estudio son minoría quienes se inclinan por la otra opción: “Que se le revoque el mandato por pérdida de confianza”.
Lo que pretenden es que AMLO no logre el triunfo que la oposición supone busca el presidente. Pero la intención de López Obrador no ha sido la de ratificar su innegable popularidad, sino otra muy distinta: entregar a la democracia mexicana una instrumento para sacar del poder, sin violencia, a gobernantes que por su mal desempeño han perdido el apoyo de la sociedad.
Han llegado al extremo de argumentar que el INE no pudo hacer su trabajo en forma adecuada —y sin duda no lo hizo— porque el gobierno le negó los recursos que se necesitaban. Es falso. Lo que ocurrió es que algunos consejeros y directivos del Instituto Nacional Electoral son presupuestívoros y no podían dejar pasar la oportunidad de beneficiarse. ¿Aguantaría el instituto una auditoría en serio? Conste, es una pregunta seria.
Pero siempre se puede hacer lo mismo, y hasta más, con menos. La gente que con eficiencia se dedica a los negocios conoce la fórmula: levantarse una hora más temprano y diseñar procedimientos de ajuste. El INE no quiso: entonces, no hizo la tarea en forma apropiada.
Peor todavía, el INE peleó con las personas que, ante la falta de promoción oficial de la consulta, decidieron hacerlo por su cuenta. Interpretaron la ley de una manera específica cuando, sin duda, la norma constitucional tenía varias lecturas, sobre todo porque el proceso de revocación, aunque se parezca, no es una elección presidencial.
¿En qué va a quedar todo esto? No lo sé realmente, pero me atrevo a pensar que no habrá una elevada participación. Cualquier resultado que no le dé a AMLO los 30 millones de votos con los que ganó en 2018 será utilizado como argumento para decirle: “¡Perdiste!”. Aunque gane con el 90% de los sufragios de quienes acudan a las casillas, la oposición gritará que la consulta fue un fracaso, del que se culpará al presidente López Obrador y no al organizador, el INE.
Y si para defenderse ,lo que es su derecho, AMLO cuestiona la falta de eficacia de un INE que no quiso trabajar en serio, entonces saldrán con el cuento de que el presidente busca reelegirse. Es solo una estrategia, que a mí me parece vulgar, para tratar de fortalecer a los partidos opositores que no han encontrado el camino que les lleve a las presidenciales de 2024 con posibilidades de triunfo. Habrá gente que crea de buena fe en toda esta historia contada por políticos e intelectuales a quienes ha perjudicado la austeridad del gobierno de Andrés Manuel, y está bien que lo expresen: en un sistema de libertades como el nuestro se permite eso y mucho más. Pero lo cierto es que el presidente López Obrador solo ha querido ampliar la democracia mexicana, pero sus rivales no estuvieron de acuerdo.
Sea lo que fuere, quedará instalada en nuestra política la consulta de revocación del mandato de quien encabece el poder ejecutivo. En el futuro, cuando sea utilizada para echar del poder a un incompetente, la nación se lo reconocerá a Andrés Manuel.
¿Y qué pasará en las elecciones de 2024? Que el candidato o candidata de Morena llegará con fuertes posibilidades de triunfo, pero si la oposición se organiza y trabaja —es decir, si se deja de grillas— tendrá una oportunidad real para volver al gobierno. Esto es, viviremos un proceso democrático. ¿Lo regulará el INE? Sí, si las cosas continúan como están. No, si en el poder legislativo avanza la reforma electoral que AMLO ha planteado, y que no depende del presidente sacar adelante, sino de diputados y senadores de todos los partidos que podrán aportar lo que piensen sea lo mejor para México. Como debe ser en una democracia, como ha ocurrido tantas veces en que se ha modificado la legislación electoral y nadie ha hecho tanto escándalo.