La noticia del día, además de la reunión trilateral entre México, EU y Canadá en Washington, es que los números de aprobación de Biden han tocado un nuevo fondo, con apenas un 36% de aprobación según la encuesta más reciente de la Universidad de Quinniapac, su número más bajo en los escasos meses que lleva al frente del gobierno de los Estados Unidos.
Los números del históricamente racista (busquen las fotos de sus disfraces de Halloween en pasados años) Justin Trudeau tampoco andan muy por encima de los de Biden, apenas rebasando el 40%. Una prueba de la baja aceptación del Primer Ministro canadiense es su mal resultado en las elecciones anticipadas a las que convocó, buscando tener una mayoría... y fracasando en el intento.
Qué diferente caso el de Andrés Manuel López Obrador, quien mantiene números estables de entre el 60 y el 70% de aprobación. Ni las cantaletas de los medios tradicionales, ni los bots y trolls en redes sociales, ni las pataletas de la clase “intelectual” han podido restarle apoyo al mandatario en su base de apoyo.
La diferencia de trato a AMLO por parte de sus atribulados pares de Estados Unidos y Canadá respecto, digamos, al trato “a patadas” que recibió Peña Nieto hace cinco años, cuando ni siquiera le dieron bien la mano y el demagogo Obama le dio clases sobre “populismo” es más que notable. No es lo mismo lidiar con un pelele, hundido en la corrupción y sin ideas propias, que con un mandatario querido, con autoridad y con soberanía. AMLO tiene más autoridad que Biden y Trudeau juntos, les guste o no. Hay niveles.