Cuánto ruido ha causado entre algunos comentaristas el próximo cambio de gobierno federal y la transición que estamos presenciando.
Un cambio de administración y la entrega-recepción del mismo ocurre cada seis años, con la diferencia de que ahora se pasa la estafeta de un hombre a una mujer, que además son aliados, amigos cercanos y que tienen como objetivo común seguir transformando el país.
Creo que el problema de fondo es el machismo. La no aceptación de que a partir del 1 de octubre tendremos a una mujer en la presidencia y por eso se empeñan en decir que Claudia es una copia de AMLO o que está siendo manipulada por él.
El inconsciente colectivo y también el individual tiene resistencias, tanto que hasta en el lenguaje nos hacemos bolas, desatando polémicas respecto a si lo correcto es decir “la presidenta” o “la presidente”, pese a que ambos términos sean válidos.
El calambre para muchos es que una mujer ganó y aunque la transición está siendo amable y es aprobada por los ciudadanos de a pie, algunos tienen problemas para dormir.
Por un lado se critica la llamada gira del adiós que realiza el presidente López Obrador acompañado por la doctora Sheinbaum.
Y es que, estamos de acuerdo, es un momento histórico e inédito: se termina el sexenio del presidente más querido de la historia reciente del país y llegará a ocupar el cargo la mujer que más votos obtuvo en las pasadas elecciones. Dos personajes que han transformado nuestro México. Nada más y nada menos.
Desde mi óptica, es una gira que enaltece la figura de la mujer. El presidente López Obrador en todo momento se dirige a su sucesora con respeto y admiración y esto se refleja en la aprobación de las personas de a pie, tal como lo han demostrado las encuestas de MetricsMx que se publican aquí, en SDPnoticias, en un novedoso ejercicio demoscópico denominado ClaudiaMetrics.
La mayoría de las personas encuestadas han respondido que simpatizan con la idea de que continúen las conferencias mañaneras. Ven con buenos ojos la cercanía de AMLO y Claudia y aprueban el gabinete presentado por ella cada jueves y que continuará presentando cada semana hasta que asuma el poder.
¿Quién está en desacuerdo con la cercanía del presidente en funciones y la virtual presidenta electa?
No falta, como decía mi abuela, quien lleve la contraria nomás por joder.
Lo cierto es que afirmar que López Obrador seguirá siendo quien gobierne el país y que impuso a Sheinbaum no pasa de ser un sueño guajiro malintencionado que se pretende difundir para denostar a la futura presidenta, haciéndole creer a una sociedad todavía machista que este cambio de administración se da de una forma distinta porque Claudia no tiene capacidad de pensar por ella misma y solo lo hace bajo las órdenes de un patriarca que se niega a dejar el poder.
Seamos serios. Es cierto que esta transición es diferente, pero todo en el gobierno de Andrés Manuel ha sido innovador.
La mayor herencia que nos deja, además de su humanismo, es su enorme capacidad de mantenernos atentos e informados de todo lo que ocurre en el país por medio de sus mañaneras.
López Obrador es un genio de la comunicación y de la mercadotecnia, tanto que Morena viene arrasando en el país desde el 2018. Y lo que nos falta.
Seguramente Sheinbaum seguirá por la misma línea pero no por imposición: sabe que la cercanía con el pueblo es la única forma de conocer lo que ocurre en cada rincón del territorio nacional.
Claudia, pues, acompaña al tabasqueño porque hay mucha chamba por hacer, no porque esté recibiendo órdenes.
Cambiemos el chip para dejar de ver lo que no es, pero que los demás pretenden que veamos. México, desde el pasado 2 de junio, cambió y seguirá cambiando y lo que se hacía antes, con los gobiernos corruptos, con transiciones en lo oscurito, ya se acabó.