El pasado lunes esta fue la Rayuela del único diario mexicano de izquierda: “¡Claro que tengo padre!, sostenía la adorada mano. Si no, ¿cómo estaría aquí?”.
¿Qué significa eso? No lo sé. Raymundo Riva Palacio, en El Financiero, ha utilizado tales palabras como una primera demostración de que hay conflictos entre el presidente López Obrador y la candidata presidencial Sheinbaum.
La segunda demostración que presenta Riva Palacio de que “hay pleito” entre Claudia y Andrés Manuel fue la Rayuela de ayer miércoles: “Fue tanta la preocupación por ganar la batalla que se olvidaron de los logros conseguidos por un fuerte liderazgo y muchos leales profesionales, ¡que vaya que los hubo!”.
El columnista de El Financiero, me parece que con poca seriedad, concluye que “el conflicto entre el rey y la delfín alteró el metabolismo político-electoral que coloca a Sheinbaum en un campo de batalla impensable, donde López Obrador es su rival y la obliga a tomar decisiones y definiciones que la marcarán por el resto de su vida”.
¿López Obrador rival de Sheinbaum? No lo creo, no es posible. Han sido aliados desde el año 2000. Nadie ha sido más leal a Andrés Manuel que Claudia.
El problema es que las dos Rayuelas mencionadas por Riva Palacio siembran cierta discordia, si no entre el presidente AMLO y la candidata Sheinbaum, seguramente sí entre los grupos más apasionados de seguidores de él y ella.
Para contribuir a la siembra de razones para la desunión en Morena, Carlos Loret de Mola en El Universal utilizó ambas Rayuelas: “A Rayuelazos” se ha “generado una grieta” entre el actual presidente y la candidata de Morena.
No es racionalmente imaginable que AMLO haya pedido a Carmen Lira, directora de La Jornada, redactar tales Rayuelas y publicarlas. Si hay una persona de cuya lealtad Andrés Manuel no duda ella es Claudia Sheinbaum.
No conozco las intenciones ni la forma en que se elaboraran ambas Rayuelas. Lo más probable, me parece, es que haya sido solo excesiva creatividad periodística y una dosis del dicho —adecuadamente parafraseado— de que alguien se vio más papista que el pontífice: algún editor quizá se sintió más amlista que AMLO y echó mano a sus fierros para ponerse a pelear con la candidata.
Sucede en las mejores familias. Qué pena que ocurriera en un diario histórico que tanto hizo para la llegada al poder de la izquierda. Ni hablar, ojalá en futuras Rayuelas recurra La Jornada más a la prudencia —la mayor de las virtudes— que a las ganas de armar lío donde no lo hay ni tiene por qué haberlo.