El presidente de la nación, Andrés Manuel López Obrador, emitirá un decreto para que los vuelos de carga dejen de operar en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México “Benito Juárez”. El anuncio lo hizo dentro de la mañanera, ante la pregunta expresa del reportero Carlos Domínguez, de Nación14.com. La noticia ha causado gran revuelo, tanto en medios de comunicación como en redes sociales.

No han faltado las voces que vaticinan que será un rotundo fracaso, que es “un capricho de López” mandar la carga a su “aeromuerto”, en referencia a que las operaciones de carga se trasladarán al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

Este tipo de análisis, realizados con la tripa, francamente no son de mi agrado. Si mi memoria no me falla, también fue una gran molestia cuando se movió a la aviación privada del AICM y se mandó al Aeropuerto Internacional de Toluca (AIT), hace 29 años.

En esa ocasión también hubo resistencia, pero sottovoce, porque las quejas no se ventilaron en los medios masivos de comunicación, solamente entre la gente del medio.

Recordar es volver a vivir y aprovechando este decreto, los invito a que recordemos ese intenso año de 1994. El primer día de enero amanecimos con la noticia del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. En la silla estaba el ahora ciudadano español Carlos Salinas de Gortari, quien atestiguaba cómo se iba desmoronando su narrativa de que “ya no éramos más parte del tercer mundo”; sí, ya podíamos adquirir en las tiendas cereal “gringo”.

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Desde entonces, en esos tiempos del siglo pasado, el AICM ya estaba saturado, pues ahí operaban no solo Mexicana de Aviación y Aeroméxico, sino también trabajaban en esa terminal Aviacsa, Magnicharters, Latour, Estrellas del aire, Aerolíneas Internacionales, AeroCalifornia, Taesa, Saro y por supuesto Aeromar; sin contar con las aerolíneas internacionales.

Veamos, eran más aerolíneas en operación que en la actualidad y además tenían que convivir con la aviación privada, ya fueran quienes rentaban equipos, así como los dueños de pequeñas aeronaves, cuyos hangares estaban en lo que es ahora la T2.

Fue el día jueves 13 de enero de 1994 cuando se emitió el decreto que ordenaba la salida de las operaciones de la aviación privada, así como también del servicio de los taxis aéreos; muchos de estos son para el traslado de enfermos a hospitales en los Estados Unidos, y la restricción entraría en vigor el 31 de mayo de ese mismo año.

Recuerdo que familia política muy cercana, que trabajaba para una empresa de servicio de taxis aéreos, pusieron el grito en el cielo cuando les dijeron que se iban a tener que trasladar a Toluca.

Una de las principales quejas era lo peligroso de la carretera a Toluca, así como el tiempo que tendría que invertir para trasladarse de Lindavista hasta ese aeropuerto, porque además, al ser un servicio de ambulancia aérea, no hay horarios, sino que se trabaja según se vayan necesitando los traslados.

Hace casi 30 años, en las sobremesas familiares discutían ampliamente el tema; tengo que ser sincera, yo estaba por cumplir 18 años, así que mi participación en esos temas no era muy apasionada. Lo que sí tengo fresco en la memoria es cómo catalogaron de “reverenda estupidez” ese decreto que los sacaba del AICM, para mandarlos a Toluca.

Pero regresemos al presente. Voy a parafrasear a otro expresidente que también decidió vivir en Europa… y no, no es Felipe Calderón, sino Enrique Peña Nieto, que en junio de 2019 dijo: “no hay chile que les embone”. Hoy veo que es malo si se pone orden en el tema aeronáutico, y malo si se abandona y no se hace caso del tema.

Durante muchos años, los que trabajamos dentro la industria aeronáutica hemos pedido que nos tomen en cuenta, y sobre todo que se ponga orden, porque como se podrán imaginar, aunque en 1994 se decretó sacar a la aviación privada del AICM, pues no muchos hicieron caso; ya saben, brotó ese extraño y misterioso síntoma que algunos padecen, que por tener más recursos que la mayoría de la población, pueden hacer y deshacer a su antojo.

Tan solo recordemos el caso de Juan Camilo Mouriño, que no viajaba a bordo de una aeronave del ejército, sino en una aeronave privada cuando se accidentó el 4 de noviembre del 2008. La aviación gubernamental continúo operando hasta 2013, e incluso algunas dependencias hoy siguen haciendo uso del AICM.

Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA)

Ahora, hablemos de la aviación de carga. Gracias a la crisis sanitaria, el e-commerce creció de manera impresionante; yo soy un ejemplo del crecimiento de ese mercado; antes uno salía a la tienda a hacer sus compras, pero ahora cada vez más personas adquirimos bienes y servicios desde la comodidad del hogar; hoy pido mi medicina a la farmacia, el super, e incluso regalos, libros, zapatos y ropa, todo lo adquiero “en línea” y llega a la puerta de mi hogar.

Cuando los portales de compra te mandan las guías para que cheques por dónde va tu pedido, me he topado con diversos “centros de transferencia”, esto es, sí el producto es importado, tiene que pasar por la aduana, y luego es enviado a Cuautitlán Izcalli o Tepotzotlán, o Tlanepantla o Ecatepec, y luego lo mandan a otro “centro”, que puede ser en Iztapalapa o en algún lugar del Estado de México.

El transporte aéreo de carga, trae desde productos importados, congelados, ropa, alimentos, electrónicos y una larga lista. Trasladar estas operaciones al AIFA es, desde mi muy particular punto de vista, correcto.

Cualquier persona que tenga somera idea de lo que es una “agencia aduanera” sabe que existen inercias, vicios y malas prácticas, que no solo son deshonestas, sino que constituyen verdaderas mafias. El moverse a otro lado, implica que se rompa con ese perverso coto de poder, y eso es bueno. Además, eso empuja al aceleramiento en la construcción de vías de comunicación, así como la mejora de las carreteras ya existentes.

La explosión que se tenga en esa zona metropolitana es adecuada. Una de mis grandes quejas es -y será- la visión centrista, en la que no pueden dejar de mirarse solamente el ombligo, creyendo que todo debe concentrarse en el centro, en este caso en el AICM.

Muchas veces les he comentado: urge un reordenamiento del espacio aéreo. Hay una serie de rutas y slots que literalmente “están volando”, y ahora que el Gobierno Federal toma la determinación de ir reordenando, de impulsar otro polo de desarrollo, ya no les gustó.

En esta ocasión, yo sí veo una gran ventana de oportunidad en cuanto a la aviación de carga, pues muchos de los “centros de distribución” están mucho más cerca del AIFA que del AICM, para comenzar.

Así como critico al actual gobierno cuando comete errores, como el de solicitar en su propuesta de modificación a la Ley de Aviación Civil que se permita el cabotaje, también aplaudo que se ponga orden, y se destine al AIFA la carga. Sé que una vez que se resuelva el tema de la degradación a Categoría 2, esta nueva terminal aérea será sumamente atractiva para la aviación de bajo costo.

Sucede en otros aeropuertos del mundo, cuyas metrópolis cuentan con dos o tres terminales aéreas, y ninguna en las entrañas de la ciudad; uno como usuario decide a dónde quiere llegar. Los detractores del AIFA y viudos del NAIM no conocen el concepto de Charles Darwin “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. Y hay que adaptarse a esos cambios y trabajar para que funcione.

Aprovecho para mandar (otra vez) un mensaje al presidente, y a los legisladores que discutirán el tema del cabotaje. Señores: es un gran error darle luz verde; hacer será darnos un balazo en el pie, no lo hagan, por la aviación nacional de este país.