(Algunos comentarios recibí acerca de mi artículo de ayer en la mañana “Viene la otra sucesión presidencial, la de la SCJN”. Voy a reproducir una opinión en particular que alguien me hizo llegar acerca de lo que en ese texto dije. La emitió un abogado ponderado, con amplia experiencia en su especialidad, culto y partidario de AMLO).
Para empezar, aunque se molesten en los colegios de abogados, creo que es adecuado dividir a la corte actual en dos grupos políticos. En efecto, políticos, aunque les pese, ya que al final, evidentemente, estamos hablando de política y no del club de los juristas vivos. Entonces, por el origen de sus ministros y ministras, fraccionemos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación en dos partes: la prianista y la lopezobradorista.
Prianistas en la suprema
El primer grupo de la SCJN es el prianista. Lo integran siete personas, una ministra y seis ministros a quienes propusieron los expresidentes Felipe Calderón (del PAN) y Enrique Peña Nieto (del PRI).
El panista Felipe Calderón propuso a:
- Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
- Luis María Aguilar Morales.
- Jorge Mario Pardo Rebolledo.
- Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
- Alberto Pérez Dayán.
El priista Enrique Peña Nieto propuso a:
- Javier Laynez Potisek.
- Norma Lucía Piña Hernández.
Lopezobradoristas en la corte
El segundo grupo es el lopezobradorista. Lo integran tres ministras y un ministro que han tenido cercanía real con el presidente de México, ya sea porque han colaborado con el proyecto de la 4T o por haber tenido con AMLO, en el pasado, relaciones cercanas de índole profesional o inclusive personal.
El presidente López Obrador propuso para llegar a la corte a:
- Juan Luis González Alcántara Carrancá.
- Yasmín Esquivel Mossa.
- Ana Margarita Ríos Farjat.
- Loretta Ortiz Ahlf.
¿Son siete contra cuatro?
En realidad, no. Por su innegable cercanía con AMLO desde el arranque del actual sexenio y, sobre todo, por sus fuertes diferencias públicas con Calderón, el todavía ministro presidente de la corte, Arturo Zaldívar, ha hecho méritos sobrados para ser admitido en el grupo lopezobradorista. Y de hecho ahí está.
Entonces, en la elección del próximo presidente o presidenta de la SCJN, si ambos grupos se mantuvieran sólidamente unificados, en principio los prianistas derrotarían a los lopezobradoristas por un marcador de seis contra cinco votos. Pero…
Siempre puede alguien cambiar de equipo —o cambiar de opinión, como el presidente AMLO en lo que respecta a la militarización de la Guardia Nacional—. Entonces, necesariamente habrá trabajo político, es decir, negociaciones, compromisos, pactos entre ministros y ministras de ambos grupos. Y todos, prianistas y lopezobradoristas, por cultura política, estarán atentos a lo que diga el presidente López Obrador sobre la sucesión en la corte.
¿Qué dirá el presidente AMLO sobre la sucesión en la corte?
Ya ha dicho bastante. A los ministros y a la ministra del grupo prianista les ha llamado “alcahuetes” de grupos de interés y “maiceados” por la mafia del poder; ha expresado que no desquitan lo que ganan y que actúan por consigna.
Sobre las ministras y el ministro que el presidente propuso dijo que se equivocó al apoyarlos y que lo han decepcionado. ¿Se refería a alguien en particular? Difícil saberlo ya que López Obrador cuando declaró eso ni siquiera tuvo el cuidado de aclarar que hay excepciones.
Llegada la etapa de la sucesión en la SCJN no hay duda de que pronto Andrés Manuel será cuestionado en sus mañaneras acerca de ese proceso. ¿Qué responderá? Quizá, como contestación inmediata dirá que no se mete en eso porque no le corresponde, pero enseguida sí se meterá exigiendo que se elija a alguien comprometido con las transformaciones, patriota, honesto y partidario de, como él mismo ha dicho, hacer justicia y no actuar “en función de mecanismos jurídicos” que en no pocas ocasiones solo favorecen a los grupos de poder.
Las ministras y el ministro del presidente
Por decepcionado que esté de las ministras y el ministro que propuso, fue gracias al presidente AMLO que llegaron a corte, así que algo bueno les verá. A fuerza tiene mejor opinión de los suyos que de quienes participan en el otro grupo, el prianista de la SCJN.
Así que cualquier cosa que diga Andrés Manuel solo podrá ser interpretada de una única manera por el grupo lopezobradorista de la corte: como una exigencia de ponerse acuerdo para poder enfrentar al grupo prianista.
Bien analizadas las cosas, las ministras y el ministro propuestos por AMLO tienen virtudes y capacidades que les permitirían cumplir satisfactoriamente si les tocara encabezar la presidencia de la corte.
Entonces, sin egoísmos y pensando en el proyecto de transformación política del que surgieron, deberán llegar a un consenso Margarita Ríos Farjat, Juan Luis González, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz —inclusive con la participación de Arturo Zaldívar—, y presentar un frente unido para que alguna de ellas presida la SCJN.
Deliberadamente dije “alguna de ellas”, ya que creo, sin demagogia, que es tiempo de mujeres y nada sería mejor para la corte, para México y para la 4T que una ministra presidenta. Hay tres candidatas lopezobradoristas, todas calificadas y honestas. Cualquiera de ellas ganará con un solo voto que atraigan del grupo prianista de la SCJN —lo que no es difícil si se negocia correctamente: dice el refrán que “la política hace extraños compañeros de cama”—.
El presidente no tiene favorita. Cualquiera de las juristas que propuso para la corte será bien vista en Palacio Nacional. Lo importante para AMLO no es el nombre de la próxima presidenta de la corte, sino que cumpla con el que se supone ha sido su ideal político. ¿O no fue por idealismo que creyeron en Andrés Manuel? Además, en términos de elemental gratitud, quienes integran el grupo lopezobradorista de la corte no deberán olvidar que llegaron a lo más alto de la carrera jurídica gracias a un presidente generoso que les abrió la puerta. ¿O pensarán que habrían alcanzado la cima de la Suprema Corte de Justicia de la Nación solo por sus trayectorias?
Si se ponen de acuerdo y operan políticamente, entonces la próxima presidenta de la SCJN se llamará Margarita, se llamará Yazmín o se llamará Loretta. Si no se ponen de acuerdo, les ganará la presidencia de la corte Alberto Pérez Dayán, quien sí, por supuesto que sí hechizó a AMLO con eso de “¿quién soy yo para desprender hojas de la Constitución?”.
Y es que si en el grupo lopezobradorista se dividieran, el presidente tabasqueño es muy probable que mandarÍa la línea de “entonces mejor que el bueno sea alguien de Calderón, como ese que no quiso arrancar hojas de la Constitución. Parece un hombre razonable y entrará en razón”.
Es tan seductor Andrés Manuel que con una buena charla disfrutando tamales de chipilín convencería al ministro Pérez Dayán de cualquier proyecto. Que no se nos olvide que el chipilín tabasqueño es más que un alimento: tiene propiedades medicinales, que por cierto ya analiza científicamente el Conacyt. Esa planta a varios los ha curado —como al ministro Zaldívar— de los tumores malignos causados por haber sido propuestos por el impresentable Calderón, distinto pero igual de venenoso que el innombrable Salinas.