A propósito del retén armado en Badiraguato durante la visita del Presidente AMLO. El Crimen Transnacional Organizado (CTO) está imparable. No controlan todo el país pero sus actividades se extienden y no han retrocedido. No son mandamases en todo el país, pero tampoco subestimemos su inmensa presencia y fuerza. No es un fenómeno bajo control público. Ha rebasado a Estado y gobierno, pero no los ha vencido y no los vencerá siempre que el Estado-gobierno actual actúe con la trascendencia, profundidad y determinación que la situación demanda en forma imperativa. No impactan como se requiere los cambios pequeños, los avances breves, acompañados del discurso político pacifista y de cifras poco relevantes, por más que beneficien a grupos sociales en vías de asfixia por las disputas territoriales, las batallas y matanzas inter crimen por los viejos y nuevos negocios integrados a la agenda criminal que han vulnerado regiones enteras de México, y tampoco hay indicios de que la penetración en las instituciones públicas se haya contenido.
Se heredó un desastre convertido en la existencia y fortaleza de un macro poder fáctico criminal paralelo al Estado y además, inserto en el propio Estado Nacional. Para el inicio de una reversión real y sensible del CTO, se requiere mucho, mucho más de lo hecho, para combatirlo desde una posición de fuerza institucional y legal distinta a la actual, que no es la más favorable para ese gran objetivo.
Creo que en el cálculo político presidencial no se observa la posible formación de una correlación nacional de fuerzas suficiente para emprender mayores cambios: nueva Ley de Seguridad Nacional con apartado sobre Seguridad Interior, formación de un Sistema Nacional de Inteligencia que integre a la UIF, cambios en la Seguridad Pública hacia un auténtico modelo de Seguridad Ciudadana, creación y operación de la Inteligencia Económica, reforma a los cuerpos armados, real articulación de la política social con la política de seguridad y disuasión criminal, ampliar las medidas de justicia transnacional, más concertar la reforma judicial. Se entiende la discreción en todos estos rubros por la sensibilidad de EUA a ello.
AMLO, la Guardia Nacional y la Sedena
Aunque por lo que podemos apreciar, el reformismo político radical que urge en estas materias de inteligencia, seguridad, justicia y combate socio-político y cultural al CTO –acorde y congruente con la transformación nacional- no está en la agenda presidencial de aquí al término del sexenio. Incorporar a la Guardia Nacional a la SEDENA entierra el proyecto de un tipo de Policía de Proximidad que unifique los distintos modelos existentes y tenga en algún momento Unidades de Policía de Pacificación (UPP), dentro de la Seguridad Ciudadana. Se optó en esencia por reaccionar ante los graves eventos coyunturales y administrar en lo fundamental la aguda problemática histórica que confrontamos. Aunque puede haber sorpresas hacia el final del régimen actual. Otros lo han hecho. Es indispensable concertar políticamente directivas de Estado, no de partidos, dar pausa al faccionalismo. El Presidente AMLO debe convocar a ello como Jefe de Estado.
Es muy posible que la inteligencia mexicana tenga ya detectado el tema, aunque no se conocen acciones en este sentido, salvo el caso de agosto de 2021, un arresto particular que conmocionó a algunos ganaderos y contrabandistas en el Estado de Veracruz. Las autoridades de la Ciudad México anunciaron la captura de Jovanni ‘N’, alias “El Vani”, considerado miembro de la Familia Michoacana. “El Vani” era requerido por la Fiscalía General de la República (FGR) quien lo persiguió por delincuencia organizada, secuestro, extorsión, narcotráfico y portación de armas de uso exclusivo del Ejército. Aunque no se mencionó su rol dentro del cruce criminal de ganado, este personaje era pieza central de ello hace menos de un año.
El CTO ha extendido sus tentáculos y dominios al negocio de la ganadería desde Honduras, Nicaragua y Guatemala hacia Veracruz, esta línea de negocios está siendo manejada por una estructura criminal en red que comprende diversas regiones centroamericanas hasta Veracruz, México. Los que conocían a “el Vani” dicen que realmente en el municipio de Carranza lo conocían como “el gallo”.
Benemérito de las Américas es uno de los pueblos más remotos en la frontera entre México y Guatemala, hoy centro del negocio ilícito de ganado. Se ubica en la ribera del río Usumacinta a cientos de kilómetros del centro urbano más cercano. El pueblo no tiene presencia de aduanas, ni un cruce fronterizo formal. Es uno de los puntos ciegos de la frontera sureña mexicana. Por el río pasan lanchas y “pangas” de madera para cruzar ganado y otras mercancías de Guatemala hacia puntos de acopio localizados en ranchos cercanos al pueblo. La cantidad de “panzonas” –tráiler cargados de ganado– paradas en el estacionamiento de la gasolinera y en las inmediaciones de la Asociación Ganadera, demuestran que el comercio de ganado es la principal actividad económica del lugar, sin controles sanitarios molestos y a precios de oportunidad. Aunque según testigos, también cruza ganado viejo y enfermo, nos dice la investigación de InSight Crime. Mucho cuidado con esto.
Cadena de suministro criminal desde Centroamérica
Tiene ya varios años este negocio vigilado en su trayecto transfronterizo vía Centroamérica por hombres fuertemente armados. Han integrado una cadena de suministro desde Centroamérica a Veracruz con la cual actúan como oferta complementaria ante problemas de producción o de otro tipo en el Estado mexicano del Golfo de México. Son parte de la boyante economía criminal que se extiende en todo nuestro país. Han construido una cadena de suministro bien organizada: tienen un grupo amplio de productores o compradores de este ganado que lo mandan al punto de acopio (como Benemérito de la Américas), de allí se produce la compra-venta del ganado (no sólo res, pero sí principalmente) y el dinero se convierte en dinero criminal que se lava con este mecanismo de compra (son los “lavadores”), quienes lo llevan a un proceso de engorda, luego se traslada a empresas del negocio cárnico y estas lo envían a los mercados locales en Veracruz o a exportación desde este punto geográfico hacia otros países, sin pasar por aduanas ni inspecciones sanitarias, ni nada. Pero lo importante está aquí: este negocio encubre otro (aparte del lavado de dinero) que es la introducción de cocaína desde esas regiones centroamericanas, nos sigue diciendo InSight Crime.
La selvática región de la Mosquitia en Honduras ha sido idónea para el tráfico internacional de cocaína. Cerca está Puerto Lempira, la capital del departamento de Gracias a Dios. El auge de esta actividad ha potenciado una nueva economía criminal: la ganadería ilegal. Esto ha creado un estado de terror en la selva, donde se amenaza a la naturaleza y a las comunidades indígenas. Desde hace algunos años, vive en un constante estado de pánico porque sabe que la ganadería tiene otros propósitos: facilitar el tráfico de cocaína y blanquear el dinero proveniente de esta actividad. En ese Puerto de Lempira, los nativos hablan abiertamente de trabajar como peones para descargar avionetas “que caen” con cargamentos de cocaína enviada desde Colombia y Venezuela, cruzan por México y llegan a EUA.
La zona de la Mosquitia ha sido la principal puerta de entrada de la cocaína a Honduras –por aire, mar y tierra– desde hace al menos dos décadas. La ubicación es estratégica: su frontera con Nicaragua es porosa, tiene una amplia costa en el mar Caribe y densas selvas de difícil acceso. Desde aquí, se alimentan los principales corredores de droga que van hacia Guatemala, México y Estados Unidos. Además, la Mosquitia ofrece un espacio ideal para las redes criminales: la ausencia casi absoluta del Estado y complicidad de los pocos representantes de sus débiles instituciones en la zona. Aquí operaron grandes clanes como Los Cachiros, el Cartel del Atlántico, y los Amador. También otros grupos pequeños que recibían lanchas con cocaína a lo largo de la costa de Gracias a Dios. Están también los Hermanos Paisano Wood y los Arrechavala. Casi todos han logrado tener socios criminales mexicanos para los negocios mutuos, directa o indirectamente.
Pero está también en la región fronteriza centroamericana y México, el tráfico criminal de maderas a partir de una brutal deforestación para abrir espacio a la ganadería extensiva, las pistas clandestinas de aterrizaje, el tráfico ilegal de especies exóticas y la pesca. El enorme reto para el Estado mexicano es retomar el control de todas estas regiones y subregiones y el control sobre grupos sociales que mediante negocios de reciente conocimiento se han sustraído a la Soberanía del poder público. Lo abordaremos en la próxima entrega.