Sonora Power
Tuve la suerte de contarme entre los 250 mil ciudadanos que participamos en el festejo a 5 años del triunfo de la cuarta transformación y la verdad es que seguí con una mezcla de emociones el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Mi primera reflexión es que estamos ante un líder de masas, difícil de encontrar en la historia moderna de nuestro país y por lo tanto muy complejo de reeditar, López Obrador tiene un pensamiento y un estilo personal de ejercer el poder que lo convierte en unas de esas personalidades a las que quieres o a las que odias, todo depende de tu posición en el espectro ideológico y que tanto hayas entendido su proyecto y su visión.
Claro que hay algunos que son convenencieros en extremo y muy egoístas y que han entrado en conflicto con esa visión y estilo personal de gobernar, porque han sentido que se han tocado sus intereses particulares.
Quizá recibía una beca, una subvención, quizá recibían publicidad del gobierno federal, otros tantos seguramente hacían jugosos negocios al amparo del poder.
El hecho es que la visión transformadora del presidente López Obrador vino como un vendaval a cambiar todo eso, en la mayor parte de los casos de manera correcta y justa, y seguramente habrá algunas situaciones en donde se exageró y se cometió alguna injusticia.
Pero así son las transformaciones, y si de verdad queremos que las cosas cambien en nuestro país, hay que aceptar esos ajustes.
El caso es que la segunda reflexión en que caí en pleno Zócalo capitalino es la de la figura necesaria del presidente Andrés Manuel, como una suerte de figura paterna para todos los mexicanos que creemos en él y en su visión de Estado.
Mire, si las cosas han mejorado de manera vertiginosa, si la economía que antes fue mal, hoy marcha bien, sí hay programas sociales, acceso al bienestar, condiciones de desarrollo, es justamente por la ejecución de un plan cuidadosamente diseñado y orquestado por el presidente y su equipo.
Creo que la ausencia de López Obrador de la responsabilidad del gobierno podría traer desajustes, y aunque él mismo manifiesta que nadie, ni él, es indispensable, no cabe duda que la sensación de orfandad ante la ausencia del líder, pasará a ser una realidad a partir del 1 de octubre.
Y eso lleva a la tercera reflexión, es decir quién será el posible sucesor y es donde comienza la preocupación, mas con el amago que de buenas a primeras hace Marcelo Ebrard de que si le hacen alguna “chicanada” y no resulta ser el ganador en la encuesta de Morena, el propiciaría una ruptura y dejaría el proyecto, quizá para ser candidato de otro partido a la presidencia.
Eso no lo dijo Marcelo, pero es lo que se deja leer entre líneas, y la verdad es que preocupa que a estas alturas del partido, uno de los más relevantes aspirantes a suceder a López Obrador y darle continuidad a la 4T, salga con esas cosas.
El momento es de unidad, de fortaleza para preservar el proyecto, el propio AMLO lo dijo en el Zócalo al pronunciar que la alianza es con el pueblo de México, también señaló:
“Nosotros no debemos apartarnos de nuestros ideales y principios, y nunca olvidar dos frases pronunciadas por Benito Juárez y por Ricardo Flores Magón, que son la esencia misma de nuestro quehacer político: ‘Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada’. Y ‘sólo el pueblo puede salvar al pueblo’”.
Andrés Manuel López Obrador
Y agregó:
“No hay que ser ingenuos, no se va a contar nunca con el respaldo de las élites, y por eso es necesario, por convicción y protección política, apoyar a los de abajo, aliarse siempre y sostenerse, respaldarse con el pueblo”.
Andrés Manuel López Obrador
El presidente sabe de las presiones y tentaciones que se desatan en la disputa por el poder, y entiende correctamente que sí se logra conducir el proceso interno de su partido por la vía correcta, el triunfo está a la vista.
Sin embargo, sabe también que sí el ambiente acaba por descomponerse y se impone el egoísmo y el ánimo protagónico de alguno de los convidados, el proceso puede acabar en desastre.
Es temprano para decirlo, pero al observar esos primeros barruntos de tormenta, creo que conviene hacer un llamado a la cordura y a la calma.
El proceso avanza y a la fecha todo pareciera estar saliendo bien, incluso la eventual nominación de Xóchitl Gálvez, dada a conocer por el presidente como un acuerdo de las cúpulas que mueven al llamado “Frente Amplio por México”.
Aquí es donde el árbitro y el líder tienen que intervenir y volverles a leer la cartilla a los implicados.
Simplemente no se puede permitir que por protagonismos y ambiciones personales, pues todo pueda acabar como terminó en Coahuila. Eso sería un desastre.
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