Desde 2006 he estado con Juan Ignacio Zavala en muchos programas de radio y televisión; con Carmen Aristegui, con Adela Micha, con Ciro Gómez Leyva. En todos los programas, Zavala ha cuestionado a AMLO, casi siempre en forma injusta. También, normalmente para refutar mis opiniones, ha defendido a Felipe Calderón y al calderonismo. Pocas veces hemos coincidido.
Dos coincidencias se han repetido con el paso de los años:
- Primera coincidencia: Ambos pensamos que uno de los políticos más inmorales de México es Ricardo Anaya, un tipo que a mí, pese a lo que pienso de él, podría caerme bien, pero que Juan Ignacio, evidentemente, detesta como persona.
- Segunda coincidencia: Nacho Zavala, no solo porque es su hermana, sino porque así lo piensa más allá de consideraciones familiares, admira a Margarita Zavala. Yo también pienso que esta mujer tiene mucho de admirable, a pesar de los excesos de su esposo, como el de haber participado, en plan de figura central, en el fraude electoral de 2006. Ella debió haber sido, y no Anaya, la candidata presidencial en 2018. No lo fue porque Anaya recurrió a toda clase de perversidades para destruirla.
Por las coincidencias anteriores, me ha llamado la atención su artículo de hoy lunes 23 de agosto en El Financiero, en el que Juan Ignacio Zavala defiende a Ricardo Anaya. El señor Zavala perdió la memoria, olvidó que siempre dijo que Anaya era un pillo y hoy lo considera un perseguido político. Esto es falso. Todos en los círculos calderonistas saben que Anaya ha cometido delitos. En este sentido, usuarios de las redes sociales revivieron una denuncia del calderonista Ernesto Cordero contra Ricardo Anaya; sí, por lavado de dinero.
En su incompresible defensa de Anaya, Juan Ignacio ha dicho una mentira: que a López Obrador, en otros tiempos, el gobierno le “respetó su derecho a ser oposición como le vinera la gana”.
¿En serio se respetó el derecho de AMLO a ser oposición durante el desafuero? ¡¡¡Carajo, desde la presidencia de México intentaron encarcelar a Andrés Manuel para impedirle ser candidato presidencial en 2006!!!
Y ese mismo año, ¿robarle la elección a López Obrador fue una muestra de respeto a su derecho a ser oposición?
Lo peor del artículo de Juan Ignacio Zavala es que coincide con el de uno de sus compañeros de páginas en El Financiero, Macario Schettino, quien el 27 de febrero de 2018 dijo de Ricardo Anaya que era “un político espectacular” que había vencido a todos sus enemigos: “Derrotó en debate televisivo a Manlio Fabio Beltrones, logró desactivar el golpe en el Senado orquestado por Emilio Gamboa, le quitó el control del PAN a Gustavo Madero e impidió que lo recuperara Felipe Calderón”.
Según Schettino, solo le faltaba imponerse a López Obrador. No pudo. Tuvo Anaya su oportunidad en las pasadas elecciones presidenciales, y Andrés aplastó al panista.
En aquel artículo de 2018, Macario Schettino, para que su defensa de Ricardo Anaya tuviera más fuerza, se lanzó contra Felipe Calderón y contra Margarita Zavala, particularmente contra esta mujer, a la que acusó de tramposa.
Por supuesto que no hay persecución política contra Anaya ni una denuncia en su contra significa que la 4T pretenda “deshacerse de cualquier potencial candidato opositor”.
Sobran aspirantes de oposición con posibilidades de ganar en 2024 a quienes el gobierno de AMLO no molesta ni tiene por qué molestar: la propia Margarita Zavala, hoy diputada federal electa; el gobernador Enrique Alfaro, de Jalisco; el ya casi exgobernador Francisco Domínguez, de Querétaro; el actual consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova; el carismático Enrique de la Madrid, del PRI, y hasta Ricardo Anaya, si se defiende adecuadamente, en México, no en el extranjero —en efecto, como AMLO en el desafuero—, esto es, si desacredita con buenos argumentos las acusaciones en su contra.
Como fugitivo Anaya no logrará nada bueno para su persona y para su causa política.
Y, desde luego, en nada le ayudarán las calumnias del tipo de que AMLO lo persigue para impedirle ser candidato. Vaya tontería.