En los medios sobran comentaristas que acusan a AMLO de: (a) no respetar la libertad de expresión, (b) no saber reconocer las derrotas electorales, (c) preparar un fraude electoral para que Morena gane en 2024, (d) tener intenciones golpistas y (e) pretender reelegirse.
Punto (a). Desde luego, resulta evidente que mienten quienes afirman que no hay libertad de expresión en el actual gobierno. La principal demostración de que faltan a la verdad la proporcionan las mismas personas que todos los días —inclusive muchas veces al día—, en los periódicos, las estaciones de radio, los canales de televisión y las redes sociales de internet, acusan a Andrés Manuel, hasta con insultos, de que no se les permite expresarse.
Punto (b). ¿Que AMLO no reconoce las derrotas electorales? La comentocracia se refiere básicamente a la elección presidencial de 2006, en la que se demostró que hubo un gran fraude. El cineasta Luis Mandoki, en un documental, dio a conocer numerosas pruebas de las trampas a las que recurrieron —durante toda la campaña y el día de las votaciones— la presidencia de Vicente Fox, los grandes medios de comunicación, el PAN, los gobernadores del PRI, la dirigente del sindicato de maestros Elba Esther Gordillo y los multibillonarios de nuestro país. Sin ese fraude no habría llegado al poder Felipe Calderón. ¿En serio querían que Andrés Manuel aceptara el resultado de una elección absolutamente ilegal? La verdad de las cosas es que quienes actúan como enemigos de la democracia son los y las columnistas que insisten en negar aquel enorme fraude electoral.
Punto (c). ¿En serio necesitan AMLO y Morena preparar un fraude electoral para ganar en las elecciones presidenciales de 2024? Los más recientes procesos electorales, todos absolutamente limpios, han probado que el partido de izquierda supera con facilidad a la oposición. Las encuestas serias afirman lo mismo. Además de la propia fuerza de Morena, a este instituto político lo favorece la desorganización del PRI y el PAN y la totalmente incomprensible necedad de Dante Delgado, de MC, de apostar por una alianza opositora que quizá podría evitar una derrota vergonzosa, esto es, reducir un poco la ventaja del partido fundado por Andrés Manuel, que ahora es muy superior al dos a uno.
Punto (d). Curiosas las intenciones golpistas que se le atribuyen a AMLO. Y es que ese juicio lo refuta la irrestricta libertad de expresión con la que acusan de golpista al presidente de México los y las columnistas. Estas personas, cada vez que se les pega la gana, aseguran que Andrés Manuel prepara un golpe de Estado. No suelen presentar argumentos —porque de plano no existen— para justificar semejante opinión, pero la difunden con maravillosa tranquilidad, hasta se les paga en sus empresas por ello y desde luego lo hacen con la seguridad de que nadie les molestará; hasta reciben aplausos de otras personas que piensan lo mismo. La única reacción de Andrés Manuel es contestarles diciendo que mienten, con lo que alienta el libre debate en vez de reprimirlo. Seamos serios, un presidente que verdaderamente tuviera intenciones golpistas actuaría de otra manera.
Punto (e). ¿Que AMLO se quiere reelegir? Quienes piensan eso no conocen a Andrés Manuel. Este hombre tan complejo ha luchado toda su vida por la democracia y a favor de los pobres, no porque su interés principal haya sido llegar al poder. Si hubiera querido ser presidente, lo habría sido en 2006 apoyado por todas las personas que le hicieron fraude. Con solo tres reuniones —hasta con solo tres llamadas telefónicas— habría conseguido el apoyo de los empresarios, los gobernadores del PRI y Elba Esther Gordillo. Es lo único que le pedían: un compromiso verbal de que las cosas no iban a cambiar. En su equipo de campaña se le propuso a López Obrador hacerlo, pero no aceptó. Siempre ha dicho este tabasqueño idealista que le importa más su lugar en la historia que la presidencia. Precisamente, apasionado estudioso de la historia de México jamás intentaría ir contra un principio fundamental en nuestro país, la no reelección. No conocen a Andrés Manuel quienes lo ven alterando tal principio, o sí lo conocen pero le atribuyen intenciones reeleccionistas por una simple razón: se les antoja golpear de esa manera, en los medios, al presidente López Obrador, y como pueden hacerlo sin que nadie les moleste, entonces lo hacen, y ya está. La democracia y la libertad dan para eso y para más, sobre todo durante la administración del presidente más democrático que hemos conocido.