“Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores”.
Alfonso X el Sabio
“No apruebo ni justifico los regímenes de Chile, Brasil, Yugoslavia o Rusia. No tengo nada que ver con su creación. Deseo fervientemente que sean reemplazados por sociedades democráticas. No considero visitar esos países como un acto de apoyo. No considero inmoral aprender de su experiencia”.
Carta de Milton Friedman a Gerhard Tintner
Es conocido el escándalo durante la entrega del Premio Nobel de Economía 1976 a Milton Friedman. Afuera del recinto, algunas personas abucheaban al premiado y le lanzaban dos graves acusaciones: (i) haber asesorado al dictador Augusto Pinochet, lo que era cierto, y (ii) haber instigado el golpe de Estado en Chile, lo que era falso.
Dentro del salón en el que se celebró la ceremonia, una persona gritó: “¡Muera el capitalismo, libertad para Chile!”. Después de que los guardias retiraran al hombre que protestaba, Friedman recibió una enorme ovación.
En cartas al New York Times, los señores George Wald, Nobel de Medicina, y Linus Pauling, Nobel de Química, cuestionaron la “exhibición deplorable de insensibilidad” de haber entregado tal galardón a Friedman. David Baltimore y Salvador E. Luria, científicos que recibieron el Nobel de Medicina, también se opusieron al reconocimiento al polémico economista.
Esos son hechos perfectamente documentados y difundidos en la actualidad. Menos conocido es el discurso de Milton Friedman durante la ceremonia de aceptación del Nobel de Economía. He buscado en internet y no he encontrado tal mensaje que leí algunas semanas después de que él recibiera el importante premio.
Si no recuerdo mal, en alguna parte de su alocución el famoso economista mencionó que todas las personas sensatas buscan lo mismo: el bienestar de su sociedad; es el objetivo de todos los hombres y todas las mujeres que no han enfermado de odio. El bienestar material —con libertad y democracia— es la meta de la mayoría , independientemente de si su ideología es capitalista, comunista, socialista, neoliberal, nacionalista, anarquista…
Si la memoria no me falla —han pasado más de 40 años de aquella lectura—, Friedman argumentaba que la diferencia entre los grupos sociales rivales, que en algunas naciones nos separa bastante, no tiene que ver con los fines, sino con los medios. Se refería a que hay personas que pretenden estatizar la economía para alcanzar el bienestar, mientras otras son partidarias del libre mercado como medio para llegar a esa meta.
Aconsejaba después el economista citado algo muy difícil: aprender a ponernos en los zapatos del rival. Es decir, en las discusiones sobre lo que debe hacerse con la economía Friedman sugería no partir de que la gente rival es mala y perversa, sino que quiere lo mismo que nosotros, solo que con métodos distintos para alcanzarlo. Insisto, hablo de memoria y puedo estar equivocado.
No voy a defender a Milton Friedman porque siempre he pensado que no fue correcto que visitara Chile y hablara con Pinochet. Uno o dos años después de que le dieran el Nobel de Economía visitó el Tecnológico de Monterrey, donde yo estudiaba para formarme como economista —me gradué, pero no he practicado jamás tal disciplina—. A mí y a mis compañeros nos invitaron a la conferencia de Friedman y algunos decidimos protestar por lo que había hecho en Chile. Lo hicimos de manera muy simbólica afuera del auditorio en el que habló el invitado, nadie nos hizo caso y fin de la historia.
Evidentemente, que me haya parecido inadecuado que un economista tan famoso viajara a Chile durante la dictadura —una sola vez, dos cuando mucho— no convierte a Friedman en un fascista, y no lo era. Él nada más era un teórico de la economía con sus propias ideas, las defendía y pensó que el gobierno de Pinochet iba a aplicarlas.
Creo que puede haber traidores a México entre los diputados del PRI, del PAN y del PRD que se oponen a la reforma eléctrica de AMLO, pero no por rechazar esta iniciativa legislativa, sino por otras razones. Y creo que puede haber —y los hay— traidores a México entre quienes defienden tal reforma y colaboran con el presidente López Obrador, como el director de la Comisión Federal Electricidad, Manuel Bartlett, quien en 1988 contribuyó a orquestar un gran fraude electoral contra la izquierda.
Pero en ambos grupos —quienes apoyan la reforma eléctrica y quienes se oponen a la misma— hay gente de buena fe. Deberían dialogar, no lanzarse acusaciones.
He escrito todo esto porque no estoy de acuerdo con lo que dijo ayer el presidente AMLO y lo que hoy escribe en Milenio Epigmenio Ibarra, en el sentido de acusar de traidores a la patria a quienes rechacen la reforma a la legislación eléctrica. Creo, queridos Andrés Manuel y Epigmenio, que en general solo son personas con un pensamiento distinto al del equipo actualmente gobernante. Solo eso, y así deberíamos verlo. Y dialogar en vez de pelearnos.
¿Qué opino de la reforma eléctrica? No la conozco del todo, pero pienso que en la economía debe participar menos el gobierno y más las empresas privadas. ¿Esto me hace traidor? No lo sé, simple y sencillamente es lo que pienso.
Acepto la posibilidad de equivocarme. Espero que quienes piensen de otra manera aceptan también la posibilidad de estar equivocados.