Ayer viernes en la conferencia de prensa mañanera un reportero, evidentemente autoritario y poco conocedor del derecho, exigió al presidente Andrés Manuel López Obrador desaparecer a la Suprema Corte de Justicia de la Nación de una solo fregadazo —decreto, le llamó—.
El presidente de México, demócrata siempre, respondió que eso no se debe hacer. Pero, en vez de prudentemente dejar ahí el tema, Andrés Manuel otra vez se lanzó contra la cúpula del poder judicial. Dijo que que sus integrantes son conservadores que han convertido a la corte suprema en refugio de delincuentes de cuello blanco, lo que evidentemente es falso.
Elegir ministros y ministras
Después AMLO reiteró una de sus propuestas, rechazada por la comentocracia especializada: que a ministros y ministras se les elija mediante voto directo, tal como se hace con el presidente de México, gobernantes de los estados, diputados y diputadas, etcétera.
En lo personal no estaría a priori en desacuerdo con esa propuesta, que hasta podría ser un mejor método que el actual. Ahora mismo el presidente de México propone al Senado tres juristas y la cámara alta selecciona a quien considera tiene más nivel. ¿En serio senadores y senadoras, mayoritariamente personas muy ignorantes, poseen las calificaciones que se necesitan para algo tan complejo de realizar? No lo creo.
Ni siquiera estoy convencido de que el presidente tenga toda la información a la hora de proponer aspirantes a la corte. ¿Conoce el titular del ejecutivo a la totalidad de juristas de México? Me parece que ahora hay un sesgo chilango.
En este momento, en la SCJN solo hay una ministra que hizo su carrera lejos de la capital del país, Margarita Ríos Farjat. En una nación tan grande como la nuestra debe haber infinidad de abogados y abogadas competentes en todos los municipios, pero los titulares del poder ejecutivo solo conocen a unos cuantos, normalmente con trayectorias capitalinas.
Si se establecieran adecuadamente los requisitos para las candidaturas, no debería haber problema para que la gente eligiera a ministros y ministras. Además de tener credencial de elector, estar al corriente en el pago de impuestos, ser mayor de edad y todas esas cosas, yo establecería dos requisitos adicionales, los principales.
- Haber estudiado derecho en cualquiera de una lista de universidades nacionales que consideren serias las asociaciones de juristas, desde luego de todo México, no solo las chilangas.
- Someter a los y las aspirantes a una prueba sencilla. Pienso que valdría la pena que un grupo de gente experta elegida por las mismas asociaciones debería analizar con la tecnología disponible las tesis de licenciatura, maestría y doctorado de quienes desearan registrarse, con el obvio propósito de saber si las plagiaron o no. Si AMLO o el Senado hubiesen aplicado tal control, una ministra actual no lo sería. Por cierto, el reportero autoritario que hizo la propuesta de desaparecer de un solo golpe a la corte suprema, puso a esa ministra como ejemplo de verticalidad. Así de jodida, a veces, la prensa mexicana.
De Olga Sánchez Cordero a Luisa María Alcalde Luján
Por lo demás, Andrés Manuel al responder a ese reportero criticó muy durante a Gabriel Quadri porque este impresentable político dijo tonterías sobre Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Hizo muy bien el presidente al defender a las personas que habitan en esos estados. Una pena que AMLO no hiciera lo mismo cuando su paisano tabasqueño Adan Augusto López Hernández insultó a las personas del norte de México.
El mismo reportero autoritario preguntó a Luisa María Alcalde Luján, secretaria de Gobernación, acerca de los ataques misóginos que ha recibido.
Ella, joven talentosa y ya con experiencia en el gobierno, la verdad de las cosas es que contestó muy bien. Dijo que hay un cambio cultural en México, que ha permitido un hecho de la mayor relevancia: cada día hay más mujeres con responsabilidades de primer nivel.
Luisa María dio un ejemplo de mujer destacadísima, Rosa Icela Rodríguez. Pero la secretaria de Gobernación seguramente no por olvido, sino por razones políticas, no mencionó a la mujer con el más alto cargo en este momento en México, la presidenta de la SCJN Norma Lucía Piña Hernández, quien podrá ser cuestionada por no darle la razón en nada a la 4T —es su derecho, sin duda—, pero que no puede ser acusada de conservadora. Su pensamiento es bastante progresista: Norma Piña ha sido una tenaz defensora de los derechos de las mujeres, sobre todo el del aborto.
Luis María es una joven brillante con un gran futuro en la política. Va un pronóstico: será presidenta en 2030, si no se equivoca y no tiene por qué equivocarse; tendrá el mérito de ser la segunda titular del poder ejecutivo después de Claudia Sheinbaum, líder en todas las encuestas rumbo al 2024.
A las mujeres jóvenes como Luisa María otras mujeres de más edad les han abierto los caminos. Claudia está luchando contra el machismo que trata de impedir la llegada a Palacio Nacional de una feminista. Y en Gobernación, antes de Luisa, estuvo la primera titular de esa dependencia, Olga Sánchez Cordero.
La ministra en retiro, hoy senadora, hizo historia como la primera secretaria de Gobernación, pero pagó el precio de que se le atacara con brutal misoginia desde la oposición, desde los medios y desde el interior de la 4T.
Antes de llegar a Gobernación, la señora Sánchez Cordero tuvo un sobresaliente desempeño como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Así que de derecho sabe, y mucho.
Circula un video de Olga Sánchez Cordero en el que esta mujer, paradigma de decencia y de erudición jurídica, no culpa a la corte suprema por haber invalidado el plan b electoral: la experta en derecho que hoy es senadora responsabiliza al poder legislativo en el que ella participa:
- Olga pidió a legisladores y legisladoras que, en vez de culpar a la suprema corte, hagan una reflexión profunda para no volver a incurrir en irregularidades tan burdas al aprobar leyes.
- La presidenta de la comisión de justicia del Senado claramente admitió que el proceso que llevó a la aprobación del plan b en el poder legislativo fue “muy atropellado”, ya que “no se siguió un proceso limpio, transparente en ambas cámaras, sobre todo en la cámara de origen”.
- Es una pena que la reforma electoral se haya invalidado sin que la SCJN analizara el fondo de las leyes involucradas porque el poder legislativo hizo muy mal su trabajo. Esta fue en esencia la queja de la senadora.
- Dijo Sánchez Cordero, ministra en retiro: “Tenemos que hacer una reflexión personal hacia el interior de las cámaras. Cómo mejorar nuestro trabajo y nuestros procesos legislativos para no tener que enfrentar invalideces y que no entre la Suprema Corte a fondo, que sería importantísimo que hubiera entrado”.
- Exigió a la gente del Senado y de la Cámara de Diputados y Diputadas realizar autocrítica: “Una reflexión al interior, una introspección. Qué hicimos mal, qué tenemos que mejorar antes de echarle la culpa al vecino”.
- Olga no tiene la menor duda acerca de que sí se tenía que reformar la legislación electoral porque es excesivamente restrictiva. Pero la culpa de que no quedara firme la reforma electoral no fue de la corte suprema, sino de legisladores y legisladoras de Morena que hicieron un muy mal trabajo.
Pienso que AMLO debería hablar con Olga Sánchez Cordero antes de acusar tan injustamente a ministros y ministras, a quienes no veo como militantes de ningún grupo político conservador.
De quienes integran la Suprema Corte de Justicia de la Nación sigo pensando que son personas del mayor nivel ético y jurídico, con dos excepciones. Repito enseguida lo que he dicho antes.
Diez integrantes de la SCJN que merecen el mayor reconocimiento:
Juan Luis González Alcántara Carrancá
Sigue siendo el mismo jurista excepcional —sapiente, honesto y prudente— que AMLO conoció cuando el hoy presidente era jefe de gobierno del Distrito Federal.
Fue por tales virtudes que Andrés Manuel vio en Alcántara Carrancá cuando empezó a tratarlo —claro que fue por eso—, que lo propuso para llegar a la SCJN, y qué bueno que así ocurrió.
El ministro González Alcántara Carrancá no ha fallado, no a México, que es lo importante. Ahí están sus sentencias, sus argumentos, el sentido de sus votos: ha cumplido ni duda cabe. ¿Que no le ha dado la razón en todo al presidente? No era la idea, y Andrés lo sabe.
Más que criticar a Alcántara Carrancá, AMLO debería felicitarlo por su excelente trabajo.
Margarita Ríos Farjat
El presidente López Obrador seguramente tuvo una relación política estrecha con la hoy ministra Ríos Farjat.
Esta mujer, por puro idealismo, ayudó a la 4T desde la campaña electoral de 2018 y, ya en el gobierno de AMLO, realizó un espléndido trabajo al frente del Servicio de Administración Tributaria.
Uno de los logros más notables del sexenio de Andrés Manuel ha sido el de obligar a pagar impuestos a los potentados que no lo hacían simple y sencillamente porque los gobiernos anteriores no les cobraban.
El sistema cambió para bien en gran medida gracias al trabajo serio, profesional, independiente y decente de Margarita. Por tal motivo AMLO la propuso para ocupar un sitio en la corte suprema.
Ríos Farjat no ha decepcionado, ya que como ministra ha sido seria, profesional, independiente y decente. ¿Que no ha apoyado en todo al presidente de México? Pues no, no se trataba de eso, y el querido y respetado Andrés Manuel lo sabe.
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
AMLO jamás ha cuestionado a este ministro, presidente de las SCJN en los primeros años del actual gobierno. A Zaldívar lo critican —más bien, lo linchan— las dirigencias de oposición y la comentocracia indignada por haber perdido privilegios en la 4T.
La verdad de las cosas es que Zaldívar hizo algo realmente brillante en una posición de la mayor complejidad: defender la autonomía de la corte, que se demostró en no pocas votaciones contra el titular del poder ejecutivo, pero sin pelear con el hombre que tiene toda la fuerza política en México.
Cuando se escriba la historia de la corte en tiempos de Andrés Manuel, el ministro Zaldívar será elogiado por su habilidad para alejar a la corte de problemas políticos que no necesitaba... y que no necesita.
Alberto Pérez Dayán
No me cansaré de recordar algo que AMLO no pudo haber olvidado: cuando era magistrado, Pérez Dayán con su voto en minoría se opuso a la más terrible injusticia cometida en nuestro país contra un político: el desafuero impulsado por Vicente Fox para quitarle sus derechos políticos a Andrés Manuel.
En aquella época el hoy ministro Pérez Dayán no vaciló en ponerse en contra de los poderes fácticos que buscaban destruir a la mala a López Obrador.
Ahora el mismo Pérez Dayán —solo que con más experiencia y más años de estudio y reflexión— no vacila al votar contra los proyectos de Andrés Manuel si no está de acuerdo con los mismos, como el plan b electoral.
Pero, hay que subrayarlo, cuando lo que AMLO defiende es correcto, Dayán se pone de su lado. En efecto, como en el reciente caso de los impuestos del tío de un colaborador de Genaro García Luna, a quien Pérez Dayán se negó a amparar.
Norma Lucía Piña Hernández
Ha hecho algo maravilloso como presidenta de la corte suprema: no ceder ante las exigencias del presidente AMLO. Pero la ministra Piña ha cometido un error que urge corregir: dar la impresión de que en sus intereses está enemistar al poder judicial con el poder ejecutivo.
Jurista de primer orden, la ministra presidenta ha olvidado que si son cuatro las virtudes fundamentales — prudencia, justicia, fortaleza y templanza—, una es más relevante que las otras tres, y no ha sido el fuerte de Norma Lucía: la prudencia.
Ojalá prudentemente la ministra presidenta Piña construya una ruta, por compleja que sea, para dialogar en persona con Andrés Manuel.
Si Piña no lo hace su trabajo difícilmente alcanzará la excelencia, lo que digo con admiración y respeto a la presidenta de la SCJN.
Y es que, ministra presidenta, el pleito contra AMLO —cuyo partido controla el presupuesto— no lo ganará usted; imposible que así ocurra; y si usted no lo gana, la corte lo perderá.
Loretta Ortiz Ahlf
Mujer talentosa y preparada que ha entendido la función de una integrante de la SCJN. Loretta es leal a un hombre y a un proyecto, y era admirable que lo fuera en actividades políticas. Ahora es leal a la Constitución y todas las otras leyes.
Jorge Mario Pardo Rebolledo
¿Qué pero le pone AMLO al ministro Pardo, hombre sensato, discreto, honesto y estudioso del derecho; juez toda su vida? No hay pero posible: Jorge Pardo es un hombre del que solo se escuchan cosas positivas.
Pardo Rebolledo ha estado presente en momentos de enorme relevancia para México. Por ejemplo, como juzgador en el caso Colosio liberó a un inocente, Othón Cortés, a quien absurdamente se había acusado de haber sido el segundo tirador.
La memoria de Colosio no merecía tal injusticia; gracias al ministro Pardo aquella locura no siguió adelante.
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena
El presidente López Obrador le cargó la mano de más, y muchos le seguimos el juego, al acusar al ministro Gutiérrez Ortiz Mena —exjefe del Servicio de Administración Tributaria— de ser un hombre inmensamente rico.
Alfredo algún patrimonio tendrá, pero sin duda lo exageramos: fue uno de los excesos provocados por el intenso debate público sobre la elección para presidir la corte.
La verdad de las cosas es que AMLO no debería reprocharle nada al ministro Gutiérrez Ortiz Mena, quien estuvo a la altura de las expectativas de la 4T en un debate importantísimo para el actual gobierno, el de la ley de la industria eléctrica.
Luis María Aguilar Morales
El presidente López Obrador acaba de ser muy duro en sus críticas al ministro Aguilar Morales, a quien calificó de conservador.
No sé si Luis María sea exactamente eso que se conoce como conservador —en general la SCJN de este periodo ha sido bastante liberal—, pero si lo fuera sería su derecho, y habría que respetarlo.
Lo que no me pareció correcto es que Andrés Manuel dudara de la integridad de un ministro ya cerca del retiro reconocido por su honesto y modesto estilo de vida.
No me parece justo lo que el admirado presidente AMLO dijo acerca de que “quién sabe bajo qué circunstancias” el ministro Aguilar Morales había cambiado su criterio.
Ignoro si Aguilar Morales modificó su criterio, pero suponiendo que así hubiese sido, un jurista de su nivel solo pudo haber cambiado su forma de pensar porque encontró razones basadas en el derecho para hacerlo. Rectificar es de sabios, dice el refrán. ¿No lo crees así, Andrés Manuel?
Javier Laynez Potisek
Este ministro, cuyo proyecto acabó en definitiva con el plan b electoral —lo que provocará que AMLO se enfade bastante—, le dio la razón al presidente de México y al procurador fiscal, Arturo Medina, al rechazar amparar al tío del colaborador de García Luna, lo que hizo con sólidos argumentos.
Pudo hacerlo —exhibir argumentos valiosos, como Pérez Dayán en el mismo tema— porque Laynez Potisek fue él mismo procurador fiscal y aprendió en esa posición a no dejarse engañar por abogados especializados en defender a los grandes empresarios mexicanos, los pobres tan lastimados por una terrible alergia: la alergia a pagar impuestos.
Una integrante de la SCJN decepcionante:
Yasmín Esquivel Mossa
Creo que con esta ministra AMLO se equivocó. La considero una mujer inteligente y preparada, pero falló al no aceptar un error de juventud que la atormentará toda su vida: el plagio de un trabajo universitario.
Yasmín debió reconocer su falta, pedir perdón y dejar su futuro en manos del pleno de la corte suprema. No lo hizo así y Esquivel Mossa lastimó fuertemente su prestigio, me parece que para siempre.
Como Andrés Manuel la defendió —lo hizo por razones políticas y aun personales—, Yasmín se siente en deuda y prácticamente en cada debate en la SCJN comete el pecado de apoyar a la 4T sin siquiera analizar las cosas.
Es triste ver a Yasmín decir SÍ cada vez que AMLO quiere que se vote SÍ, y decir NO cada vez que AMLO quiere que se vote NO.
No es lo que se espera de una mujer tan inteligente como Yasmín Esquivel, atrapada sin posibilidad de escape en el laberinto de un error que ella misma ha multiplicado infinitamente por el solo hecho de no aceptarlo.
Andrés Manuel, presidente histórico
Lo que ha hecho AMLO será recordado con admiración. Cuando se escriba la historia de lo que hoy vivimos se dirá que siete ministros y dos ministras de la corte suprema estuvieron a la altura de la 4T. Las otras dos, si no cambian rápidamente, no tendrán una calificación aprobatoria.