Punto por punto:

1.- He tenido la suerte de haber tratado de cerca —más en el plano personal que en el profesional— a dos políticos históricos, Luis Donaldo Colosio Murrieta y Andrés Manuel López Obrador.

2.- Luis Donaldo ya es personaje central televisivo y cinematográfico de documental y de ficción, capítulo en los libros de historia, referencia en los discursos, pero también plaza, monumento y avenida; Andrés Manuel inevitablemente lo será.

3.- Resultó relativamente sencillo para la autoridad capitalina quitar del Paseo de la Reforma la estatua de Cristóbal Colón. Pienso que el gobierno de la Ciudad de México se metería en un problema mayor si intentara hacer lo mismo con la de Colosio ubicada en esa avenida.

4.- Idéntico destino tendrá Andrés Manuel si no se traiciona a sí mismo —y sin duda no lo hará: sabe lo que quiere y a dónde se dirige—.

5.- El destino del héroe trágico es permanecer en la memoria de su pueblo.

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6.- Luis Donaldo es nuestro último héroe trágico; Andrés Manuel será el siguiente en la historia de México.

7.- El héroe trágico no lo es necesariamente porque alguien acabe con su vida en forma violenta. El héroe trágico lo es por la hamartia, esto es, el error, del que hablaba Aristóteles —cito la definición más repetida en internet—, que consiste en intentar hacer lo correcto en una situación en la que lo correcto, simple y sencillamente, no puede hacerse. El héroe trágico es como el Quijote. La banda sonora de la biografía de Colosio y AMLO podría ser El hombre de la mancha, más por las letras de Joe Darion que por la música de Mitch Leigh.

8.- Luis Donaldo estaba consciente de que no podía, no en marzo de 1994, retar a Carlos Salinas de Gortari, quien tenía todo el poder político y representaba a todo el poder económico, pero a pesar de entender tal imposibilidad, el sonorense lo intentó de varias maneras, especialmente en un discurso memorable. Andrés Manuel no puede, y él lo sabe, destruir al monstruo que llama neoliberalismo —curiosamente todavía en más de un sentido dirigido en lo político por Salinas—; pero no le importa si es posible o no, el tabasqueño lo va a intentar aunque, a la larga, el poder del dinero vaya a terminar, como siempre, por imponerse.

9.- Leí en internet esta pregunta a propósito de la hamartia: “¿Qué sucede cuándo lo único que nos resta hacer es justamente lo imposible? La respuesta, sugerida en voz baja por Aristóteles, sostiene que en el caso de vernos envueltos en esa situación ya hemos dejado de ser mortales”.

10.- De ahí que Luis Donaldo sea —y Andrés Manuel esté en camino de serlo— personaje central televisivo y cinematográfico de documental y de ficción, capítulo en los libros de historia, pero también plaza, monumento y avenida, y que esté mucho más firme en el Paseo de la Reforma que el almirante cuyo error —¿hamartia?— llevó a sus naves a lugares que ni siquiera sabía que existían.

La revista George

Al mediados de 1994 Enriqueta Medina y yo llegamos a la conclusión de que el deseo del empresario regiomontano Francisco González —poseer un diario en la Ciudad de México— no iba a cumplirse si no se empezaba por un proyecto que considerábamos mucho más sencillo: editar antes una revista que preparara el lanzamiento del periódico.

Lo planteamos a Pancho y le pareció sensata la idea. Avanzamos muy lentamente debido a la brutal crisis económica de 1995 —generada por las ambiciones de Salinas, que también habían creado la atmósfera que facilitó el asesinato de Colosio—, pero a finales de 1996 estábamos listos para trabajar en forma y a toda velocidad.

Armamos un buen equipo integrado por los periodistas Ciro Gómez Leyva, Ignacio Rodríguez Reyna, Raymundo Riva Palacio y Galo Gómez, entre otros; el violinista Román Revueltas, que entendía poco de periodismo, pero aprendió rápido y era el más entusiasta con la revista no nacida; la fotógrafa Ana Lorena Ochoa, extraordinaria sin duda; el indefinible Fernando Rivera Calderón, quien se presentó como interesado en hacer cosas divertidas, y las hizo con las Preguntas para joder al vecino que todavía mucha gente recuerda; la escritora Beatriz Rivas, en más de un sentido la persona que coordinaba las operaciones, y los moneros Hernández, Helguera y Patricio, que tanto aportaron con sus viñetas. Ofrecí la dirección del grupo editorial al novelista Francisco Martín Moreno; este realizó con excelencia su trabajo gracias a que se apoyó bastante en Gómez Leyva, quien tenía la idea más clara de lo que debíamos hacer.

En no pocas reuniones surgió el nombre de la revista política en ese tiempo de moda en Estados Unidos, George, editada por John John Kennedy, hijo del último héroe trágico de ese país, John F. Kennedy, un presidente que también quiso hacer lo correcto cuando lo correcto era simple y sencillamente imposible.

En más de un sentido George nos inspiró. Sobre todo, nos motivaban sus portadas, como la inicial con la supermodelo Cindy Crawford caracterizada de George Washington, pero enseñando el ombligo. Varias veces en Milenio retrató Ana Lorena a actores o actrices que se disfrazaban de La Patria —la de los libros de texto— o de héroes nacionales. Si no me equivoco Bichir posó como Emiliano Zapata agarrándose los huevos. En fin, eran intentos de hacer algo distinto a lo muy tradicional de la revista líder, Proceso. El hecho es que nos fue bien: se cumplió el objetivo de crear las condiciones para darle a Pancho González lo que quería, su diario editado en la Ciudad de México, Milenio, que ahí sigue cada día más consolidado.

George

John F. Kennedy Jr. era famoso por su George, pero más por el pronóstico que muchos analistas de todo el mundo hacían de que, en algún momento, llegaría a la presidencia de Estados Unidos aquel hombre joven quien, de niño, conmovió a la humanidad entera por las imágenes en las que saludaba solemnemente el féretro de su padre.

Se le apodaba John John, hasta donde estoy enterado, porque en alguna conferencia de prensa un reportero escuchó mal lo que dijo el presidente Kennedy: el periodista pensó que JFK pronunció dos veces seguidas el nombre del niño. Este, ya adulto, se transformó en una celebridad y diseñó su revista pensando que la política tiene que ver con ideas, sí, pero también con personalidades. Así lo expresó en la presentación de George, frente a la portada ampliada con Cindy Crawford como Washington con el vientre al aire.

Una pena, por cierto, que no se concretara otra idea de portada que tuvo John John: Hillary Clinton vestida con el traje rosa marca Chanel que su madre, Jacqueline Kennedy, llevaba el día que asesinaron al padre del editor. Más pena aún que esta idea, mejorada, no se haya podido realizar con Madonna, que según las hablillas era novia de John John. Alguien dijo que Madonna no aceptó porque “sus cejas no eran tan buenas” como las de Jackie.

Los críticos de George decían que era la revista para la gente que no sabía de política. Y quizá era cierto, pero esa es la situación de la mayoría. El hecho es que John Fitzgerald Kennedy Jr. sí sabía lo que hacía y volaba hacia la presidencia de Estados Unidos. Le faltó vida para lograrlo: falleció en un accidente en 1999.

El nombre y el apellido del héroe

En un artículo inspirado por la mala leche publicado en El País, el columnista Salvador Camarena comentó que Colosio hijo —ya entre los favoritos para las presidenciales de 2024, y no por Morena— es una “posibilidad tan prematura como ilusoria”. No entiendo bien lo que eso signifique, pero lo interpreto como una descalificación a quienes hemos hablado, ya desde hace meses, de que Luis Donaldo Jr. es el único en la oposición capaz de retar a Claudia Sheinbaum o a Marcelo Ebrard en las próximas elecciones presidenciales.

El párrafo final del escrito de Camarena refuerza la idea de que este periodista no cree en Luis Donaldo Colosio Riojas como aspirante a la presidencia de México: “A ver si esto madura bien, porque como advertía el también sonorense Manlio Fabio Beltrones, con los jóvenes políticos pasa lo que con los novillos, si los montan demasiado pronto, los pandean”.

Cuánto habría dado Manlio Fabio por haber estado tan pandeado como lo está hoy Luis Donaldo hijo. Y es que Beltrones, con todo lo cabrón y mañoso que ha sido, en tantos años de carrera no pudo destacar en ninguna encuesta presidencial y vaya que lo intentó. Colosio Riojas, a sus 36 años de edad, ya hizo más que el viejo priista a quien todo el mundo tenía miedo nunca supe por qué pues me parece, en el fondo, un hombre de familia en el buen sentido de la expresión.

En lo que tiene razón Salvador Camarena es en que a los mexicanos y a las mexicanas se nos puede dividir en dos grupos: “Aquellos que recuerdan en dónde estaban la tarde del 23 de marzo de 1994, y quienes no tienen memoria corporal de lo que ocurrió ese día en un rincón de la patria”. No lo dice el articulista, pero quienes no recuerdan el asesinato de Colosio no habían nacido o eran muy niños. Pero, hay que subrayarlo, estos jóvenes, muchos en edad de votar desde hace tiempo, se han enterado no solo porque Colosio es monumento en el Paseo de la Reforma y calle o plaza en muchos lugares del país, sino también —y sobre todo— por dos series de Netflix, una de ficción y otra documental. Creo que bastante más importante el trabajo periodístico que Diego Osorno llevó a esa empresa de servicios de streaming.

Si se pretende elaborar una explicación al hecho de que un político tan joven con una carrera local en Monterrey esté en empate técnico con las figuras de la 4T, hay que buscarla, sí, en el monumento de Paseo de la Reforma, pero especialmente en las series de Netflix. Ello además de que Luis Donaldo hijo se ha comportado con ejemplar seriedad en los dos cargos que ha tenido: el de diputado en el congreso de Nuevo León y el que apenas inicia, con los pronósticos a su favor, de alcalde de la Sultana del Norte.

A quiénes me preguntan qué dice Colosio Riojas de todo esto les respondo que busquen sus entrevistas en radio, como la que dio a Azucena Uresti en Fórmula. No niego que he hablado con él varias veces, pero la última hace 27 años, en marzo de 1994, días después del asesinato de su padre cuando su mamá, Diana Laura Riojas, me invitó a su casa a comer para que le contara lo que yo había visto en Lomas Taurinas.

No hablaré aquí de las razones por las que no he estado en contacto con Donaldo hijo, pero me alegra saber que personas honorables cercanas a Luis Donaldo padre han acompañado al joven, como Agustín Basave, Javier Treviño y Alfonso Durazo —sí, el Durazo que participa en la 4T y que estará en serio conflicto si Colosio Jr. enfrenta en 2024 a Sheinbaum o a Ebrard. Supongo que el conflicto para Durazo será menor si el candidato de Morena es Marcelo Ebrard: apoyará a Donaldo, ya que nadie decente que haya vivido la tragedia de 1994 podrá aceptar la candidatura, por más que la avale Andrés Manuel, de uno de los canallas —eso es Marcelo— que tanto combatieron al sonorense en aquel año; fueron ataques políticos los de Ebrard, operador de su entonces jefe Camacho, pero la política a veces es tan sucia, y en aquella ocasión resultó particularmente cochina.

¿Qué piensa Andrés Manuel de Luis Donaldo hijo?

Una de dos:

  • Lo verá como un rival a combatir porque es el único en la oposición que pone en riesgo al proyecto de la 4T.
  • Lo ve ya como un espejo en el que se refleja el futuro de Andrés Manuel hijo, un joven cuyo nombre en la actualidad le impide realizar una vida productiva normal: ¡no se le permite ni siquiera trabajar en paz en un pequeño negocio de chocolates fundado como un homenaje a su fallecida madre!, pero alguien que, pronto —ya en pocos años—, cuando su padre viva en el retiro como una leyenda de la política que intentó lo imposible, estará en la situación actual de Luis Donaldo Jr.: idolatrado por todo un pueblo que sabrá reconocer lo que su padre hizo contra un sistema opresor que no hay modo de derrotar. En efecto, pienso que AMLO no podrá como don Quijote no pudo, que me perdonen en la 4T el realismo. Pero, para Andrés Manuel Jr. el nombre que hoy le impide desarrollarse se convertirá en un fuertísimo propulsor cuando su padre se aleje de la política después de concluir su obra histórica —resulte esta en lo que resultare—.