La plataforma política de Andrés Manuel López Obrador se ha basado siempre en la defensa de la soberanía, en términos generales, ya sea aquella de la que habla nuestra Constitución Política en su artículo 39, que reside original y esencialmente en el pueblo, o alguna de sus aristas concretas, como la soberanía energética o la alimentaria, que parte de la significativa importancia de que como país seamos realmente dueños de nuestros recursos.
Pues bien, resulta extraño e inexplicable que diga una cosa y haga otra distinta. En la conferencia mañanera llevada a cabo en el estado de Campeche, Andrés Manuel habló acerca del cabotaje, e indicó que este sería el último recurso que su gobierno utilizaría.
No solo eso, también el flamante titular de la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes, Jorge Nuño, aseguró que el cabotaje se quedaría “fuera” de las iniciativas de reforma a la Ley de Aeropuertos, y a la Ley de Aviación Civil.
Es más, el borrador que se hizo, dejaba afuera ese tema ¿qué pasó en el camino? El día 15 de este mes fue publicada en la Gaceta Parlamentaria la iniciativa sobre dichas reformas, y… aparece el tema del cabotaje.
Me pregunto ¿o hay alguien muy perverso que está mal asesorando al presidente, o es franca indolencia? Espero que sea lo primero, porque no se entiende el afán de incluir el cabotaje cuando se dijo que iba a quedar fuera de toda discusión.
Y por supuesto, las “turbulencias” ya empezaron. Pero desde mi punto de vista, la defensa que hasta ahora hemos visto por los cielos mexicanos es completamente errónea.
Me explico: la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) salió con un manifiesto donde plantean su postura en contra del cabotaje. Esto está muy bien, pero donde la puerca tuerce el rabo es porque la defensa se constriñe -o por lo menos eso es lo que lee- a sus empleos y el miedo a la pérdida de estos.
Y aunque esto causa ámpula, debemos ser sinceros, hoy por hoy los agremiados a ASPA son un apéndice de Delta Airlines, toda vez que solo “cuentan” a los pilotos de Aeroméxico y Aeroméxico Connect, pues los de Aeromar, Mexicana de Aviación y Click llevan bastante tiempo siendo ignorados.
El resto de los trabajadores de la industria no les interesa, y así lo dejan claro. Si buscamos ejemplos de empresa monopolio en el país, tenemos que hablar de Aeroméxico, pues ni VivaAerobus ni Volaris son competencia; y ni hablemos de Aeromar, que está pagando aguinaldos en fraccionados, dada su notable falta de liquidez.
Así es que no podemos engañarnos, el problema real de permitir el cabotaje de aerolíneas extranjeras es que acabaría con nuestra paupérrima aviación. Tal vez Aeroméxico la libre y salga avante, pero es muy probable que las otras aerolíneas no, sobre todo las bajo costeras.
Para convencer al público, se está usando el argumento del alto costo de los boletos, y que estos se evitarían permitiendo el cabotaje, pero ya en columnas pasadas he desglosado el por qué los precios son elevados y por qué no pueden “bajarse” tan fácilmente. Justamente esas columnas anteriores me han permitido sostener diversos intercambios de opinión, sobre todo con gente ajena a la aviación, y el balance es palmario: lo que buscan son boletos más baratos.
En efecto, podría suceder si se permite el cabotaje, pero insisto y no quitaré el dedo del renglón: es solo una ilusión pasajera. Las aerolíneas, sobre todo las norteamericanas serían las más beneficiadas. Sí, en un principio bajarían los precios de sus boletos, con la mera intención de desplazar a las nacionales, pero después, una vez que las hayan hecho a un lado y con el mercado en sus garras… digo, manos, irremediablemente subirían los precios de los boletos. No es ningún secreto, ellos no hicieron grandes cantidades de dinero “regalando” boletos de avión.
Por eso si Andrés Manuel, en su retórica, se la pasa hablando de los grandes potentados, de la mafia del poder, de Iberdrola, etc., ¿qué le asegura que American Airlines, United o la propia Delta no terminen con la aviación nacional?
Si se aprueba lo del cabotaje, será momento de ponerle las golondrinas a la nueva aerolínea estatal que tiene en mente lanzar, porque 10 aviones no serán competencia para flotas de más de mil equipos, como el caso de American Airlines, United y Delta, cada uno.
Y ya ni hablemos de las bajocosteras; Spirit Airlines con casi 200 aviones, Alaska Airlines más de 300 y Southwest Airlines casi 800 equipos ¿Y la nueva línea de Andrés Manuel saldría con 10, y uno de ellos un avión inservible? Me refiero al Dreamliner TP01.
No hay manera de dejar el mercado aeronáutico completamente en manos extranjeras. Más allá de la de defensa de las líneas aéreas nacionales, más allá de los empleos, más allá de ese chovinismo acendrado que nos convierte en mexicanos disfrazándose de mexicanos las noches del 15 de septiembre, estamos hablando de la soberanía aérea, ¿vamos a regalar el cielo -que es nuestro- a los extranjeros?
En estos intercambios epistolares que tuve, hubo quien sacó a colación el caso de los ferrocarriles nacionales. Si mal no recuerdan, cuando llegó Zedillo a la presidencia terminó por vender lo que quedaba de ellos, y acabó con la industria ferroviaria de pasajeros.
Yo en mi niñez viajé muchísimo en tren, iba de Guadalajara (donde vivía) a la Ciudad de México todos los fines de semana. Viajes que ahora son un mero recuerdo cada vez más desdibujado, pues hoy en día es imposible viajar en tren a Guadalajara.
Yo lo sé, el texto de iniciativa de reforma publicado en la Gaceta Parlamentaria no es ley; y estoy consciente de que aunque se aprobara sin modificaciones, la reforma no genera “en automático” cabotajes al día siguiente de su entrada en vigor.
Pero ya pinto canas, y es una historia que ya conozco muy bien. Son “puertas” que se dejan ocultas en la ley, prometiendo que no se usarán, que son meros formulismos, que no pasará nada, que es mejor tenerlos ahí, aunque no se ocupen nunca…
¡Por favor!, no dejemos que nuestra aviación se convierta en un mero recuerdo; Andrés estás a tiempo de corregir el rumbo, si tu pretensión es tener el artículo del cabotaje, como “adición” al artículo 17 de la Ley de Aviación Civil, y plasmada en el 17 Bis y el 17 Ter, para no usarlo, considero que una pésima decisión de tu parte. Honra tu palabra de defender la soberanía nacional, porque esa incluye nuestros cielos.