Ken Salazar, el embajador de los Estados Unidos en México, y su lapidaria declaración referente a que (ya, en definitiva y por si a alguien no le quedaba claro) no existe investigación por ilícito alguno hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador en su país, ha dejado a la hoy oposición en México en una muy débil, si es que tal cosa es posible, circunstancia. No sólo se evidencia que la campaña de la señora de la X y los partidos que la postulan han basado toda su argumentación en falacias de lo más corriente y faltó de (ya no digamos propuestas) imaginación, para tan siquiera manejar alguna ocurrencia en la ya tan próxima campaña electoral en México.
Lo burdo de la situación debiera demostrar el mínimo de pudor por parte de la oposición y sus cabezas más visibles, no han aprendido nada en más de 20 años; esta vez utilizaron una calca del método del fatídico año 2006, con la diferencia de que en esta ocasión no se engañaron ni a ellos mismos, basando una “investigación periodística” sustentada en la nada, a grado tal de también el embajador Salazar poner en situación compretidisima al diario gringo NYT.
¿Cuántos días más se verá la red social X inundada con hashtags tan ridículos cómo los #AmloNarcoPresidente o los #ClaudiaNarcoCandidata? ¿Cuántas ingentes cantidades de dólares habrán tirado a la basura en esa patraña tan sucia?, no lo saben sino ellos, pero es que ni los títeres que aparecen cómo protagonistas de estos sucesos seguro lo saben bien a bien, al recibir órdenes de una parte de la cúpula empresarial parasitaria, liderada por el tan mediocre y opaco Claudio X. González Jr.
¿Qué pasará con la ya exigua candidatura en cifras de toda encuesta que se levante, Xóchitl Gálvez Ruiz?, en situaciones de gente con la mínima vergüenza debería declinar a sus aspiraciones presidenciales; a lo que se ha prestado, paradójicamente, pone en severo riesgo lo que la marcha rosa más reciente en CDMX decía defender: la democracia misma, colocando en una muy vergonzosa posición a la alianza opositora. El hecho es que, al ya haber perdido toda noción de los escrúpulos, casi es seguro la campaña de la X seguirá, apostándole todo a la “simpatía” de su abanderada, a su capacidad para lanzar brincos, disparates, albures y pegar chicles en las mesas; a eso se reduce pues, el único contenido del programa de gobierno de la hoy oposición.