El Foro Económico de Asia Pacifico (APEC) es uno de los más grandes espacios de acuerdo, negociación y ventilación de conflictos relacionados con la marcha de la economía mundial, y de la propia inmensa región del pacifico-asiático, porque allí se concentran los más grandes poderes económicos del planeta. Por ellos pasa el 60% del PIB mundial, sin la Unión Europea. Es también una gran zona de disputa económica entre EUA y China, un escenario de la probable transición hegemónica entre ambos países y de negociación de los términos de gradual emergencia del nuevo orden global.
México dentro de su categoría de economía emergente o de desarrollo intermedio se mueve también promisoriamente: hoy ha rebasado ya a países como España (hoy lugar 16), Suecia, y otros, en valor del PIB medido bajo la metodología de la paridad del poder adquisitivo (PPA), que es una técnica de contabilidad del valor monetario de los flujos económico-comerciales de un país respecto de otros. Está hoy en el lugar 15 del ranking mundial y ello sucedió en este sexenio. No hay manera de ocultarlo para quienes dicen que es el “sexenio de la destrucción del país”. Vaya frentazo descomunal.
Hoy la APEC es el más reciente espacio geográfico y geopolítico de múltiples y relevantes oportunidades de desarrollo que México debe procesar a fondo, sin contraponer su regionalismo actual más profundo que está en América del Norte con el T-MEC, la gran opción estratégica elegida por el presidente AMLO. Hay una subvaloración de este inmenso espacio en donde están las economías más dinámicas en PIB, comercio y tecnologías de punta de los últimos 40 años. Quizá pesa demasiado el alineamiento estratégico y geopolítico actual con EUA, pero nunca debe renunciarse a una opción de diversificación estratégica de largo plazo en el gran pacifico asiático.
Pero en nuestros días la APEC 2023 ha abordado el inmensamente complejo tema del fentanilo que ha ocupado gran espacio en la prensa internacional. El fentanilo ha sacudido todas las variables y operación del mercado mundial de drogas ilícitas, los inmensos aparatos de la salud pública en EUA desde 2014 (100,000 muertes por sobredosis en un año), Canadá (4,500 muertes en un año, también por sobredosis), y en menor escala de Europa (la mafia italiana más poderosa, que es la Ndrangheta, está en este mercado desde 2017), las formas de organización y operación de las macro estructuras criminales transnacionales (nuestra región, como en Asia y Europa), los términos de la rivalidad inter criminal, los auges de la violencia y muerte y los flujos de blanqueo de capital en toda la región, y aún más allá de las Américas. Esta “droga zombie” está estremeciendo el mundo, cuando se produce, comercializa y consume en su versión de droga criminal o mediante falsificaciones que se venden con mezcla de otras drogas como la cocaína y la morfina. Pero también cuando se consume por la vía de la prescripción médica legal.
La información respectiva es contradictoria en distintos aspectos: la organización periodística de origen alemán Deutche Welle (DW) en una columna de 2019, su articulista consignó los siguientes datos desde fuentes serias y solventes.
“En Estados Unidos, al menos desde 2016, las drogas que más se consumen y causan más muertes por sobredosis no son las traficadas ilegalmente, sino las drogas de prescripción controlada que se producen y distribuyen legalmente en Estados Unidos, y que se venden en farmacias establecidas con recetas médicas de doctores reales. Una de las más difundidas es el analgésico opioide fentanilo, recetado como tratamiento en casos de dolor intenso. También la oxicodona y la hidrocodona (…) de las 129 personas que murieron diariamente por sobredosis de droga en 2014, 52 murieron por el consumo de analgésicos de prescripción controlada. Es decir, el 40 por ciento, equivalente a 18 mil 980 personas en 2014. (Hernández, octubre, 2019). Hay claramente un tema de abuso de analgésicos del público usuario, de prescripciones y de venta con importantes ganancias para las empresas.
Esto trae directamente a la discusión el tema de la permisividad actual de los marcos regulatorios tanto en EUA, como en México y en China respecto de los opioides sintéticos especialmente la venta de los precursores químicos de doble uso, las cadenas de suministro actuales son muy diversas en términos de su integración geográfica e introducción a mercados, no hay un modelo único de este negocio, pero lo que si resulta fundamental es justamente el control de la cadena de suministro (tal vez estas variables serían la base de dicho modelo de negocio) y de allí las modalidades de blanqueo de capitales,
En ambos aspectos ha habido innovación por parte de las macro organizaciones transnacionales del crimen. Y han convertido esta droga criminal en el nuevo eje de acumulación de riqueza, de poder de mercado y poder político y capacidad armada frente a la autoridad constituida, porque todo esto junto ofrece amplios márgenes de maniobra propia a las organizaciones traficantes. La participación destacada de las organizaciones de Sinaloa y Jalisco en este expansivo y rentabilísimo mercado pone a México en la mira de todo tipo de acusaciones y amenazas de políticos estadounidenses para quienes la variable demanda en un mercado no cuenta, no significa nada.
China se niega a permitir que lo señalen como el principal responsable, ya que ha ajustado hacia la restricción su marco regulatorio: China colocó todas las drogas de tipo fentanilo y dos precursores clave del fentanilo bajo un régimen regulatorio controlado en mayo del 2019, y ello sigue siendo la fuente principal (si bien indirecta) de fentanilo que ingresa a los EUA. La clasificación del fentanilo y la adopción de parte de China de un monitoreo del correo más estricto han tenido cierto efecto disuasorio. Pero este importante esfuerzo es insuficiente, nos dice la Dra. Velma Felbab-Brown asesora cercana de los presidentes demócratas de EUA.
Entonces la salida para las organizaciones criminales asiáticas (chinas, indias, birmanas, coreanas) es triangular, evadir restricciones regulatorias débiles, incluso, aduanales y dirigir hacia México y países centroamericanos los flujos de precursores químicos que adquieren las organizaciones criminales en México y trasladan a sus laboratorios clandestinos para la fabricación y exportación a EUA del fentanilo.
El presidente López Obrador en carta a su homólogo Xi Jinping solicitó su urgente intervención para evitar esta triangulación que pone a México en situación diplomática y legal delicada frente a los halcones en EUA que piden “mano dura” contra su vecino al sur de la frontera. México ha documentado al detalle bien la participación de las organizaciones criminales de China en este proceso. Lo llevó consigo el presidente mexicano. Tales organizaciones también triangulan hacia Corea u otro país las cargas de precursores químicos, pero parten de China.
Las tensiones estratégicas entre China y EUA (comercio mundial, Mar de China, Taiwán, Corea del Norte, el dólar) no son el mejor contexto para provocar una intensa y profunda cooperación entre ambos países en este espinoso y complejo problema. Allí el rol de México puede coadyuvar en su relación con China, no muy amplia. La “parte mexicana” es compleja de ajustar y encuadrar en esta lucha contra el fentanilo, porque intervienen otros factores dentro del juego político mexicano, la corrupción, y otras variables muy difíciles de controlar.
Los flujos de dinero del fentanilo (tan solo se estima que las organizaciones criminales en México obtienen unos mil millones de dólares americanos anuales en esta actividad. Otras fuentes manejas cifras mayores), traen consigo flujos de blanqueo de capital que según el GAFI (2022) son muy grandes y variados:
“Dichos métodos incluyen el contrabando de grandes sumas de dinero en efectivo; el uso de mensajeros de efectivo; los esquemas de lavado de dinero basado en el comercio (LDBC); los servicios no autorizados de transferencia de dinero y valores o el sistema bancario; y los corredores de dinero. Los grupos delictivos también utilizan sitios de venta en la dark web para comercializar sus productos y, en algunos casos, para recibir pagos a través de activos virtuales (AV), algunos de los cuales se realizan ampliamente en el anonimato. Estos activos virtuales suelen convertirse rápidamente en dinero fiduciario. Los traficantes utilizan empresas fachada y empresas fantasma para lavar las ganancias, pero también para adquirir drogas, precursores químicos y equipos de producción mediante dichas ganancias.”
La problemática es extremadamente compleja, va desde una reclasificación de sustancias químicas vinculadas al fentanilo, un marco regulatorio a ello ajustado regionalmente (en Asia y América), una intensa y profunda colaboración bilateral entre los tres países más involucrados, en fin, un proceso que llevará por lo menos un lustro. Entre tanto hacer hasta lo imposible en EUA por ajustar drásticamente la demanda parece lo más racional, y contender contra los inmensos intereses legítimos (al ser empresas legalmente establecidas) de las empresas farmacéuticas y seguir con las empresas del manejo de dinero en las distintas regiones involucradas en el grave problema. Nada fácil, por ello hablo de un mínimo de un lustro más para ver resultados tangibles. Pero hay que avanzar ya.