La reciente orden ejecutiva del presidente Trump de aplicar un arancel del 25% a productos mexicanos tendrá serias repercusiones en la economía nacional, el empleo formal y el bienestar de las familias. Si bien la medida busca favorecer la producción interna estadounidense, su efecto inmediato sería un golpe a la competitividad de las exportaciones mexicanas, afectando principalmente a sectores estratégicos y regiones altamente dependientes del comercio con EU.

México es el principal socio comercial de Estados Unidos, con exportaciones que superaron los 500 mil millones de dólares. Un arancel del 25% encarecería artificialmente los productos mexicanos, reduciendo su demanda y provocando una caída en la producción. Las empresas que dependen del mercado estadounidense enfrentarían una doble presión: perder competitividad y absorber parte del costo, lo que afectaría sus márgenes de ganancia y limitaría su capacidad de inversión.

La manufactura, el sector automotriz y la agroindustria serían los más perjudicados. México se ha consolidado como un pilar en la producción de autopartes y vehículos, con armadoras que exportan más del 80% de su producción a EU. Al aplicarse los aranceles, las empresas podrían reubicar plantas hacia otros países con menores barreras comerciales o trasladar parte de la producción a territorio estadounidense, reduciendo la actividad industrial en México.

El sector manufacturero genera alrededor de 10 millones de empleos formales en México, y cualquier afectación en las exportaciones repercutiría en la estabilidad laboral. La reducción de pedidos desde EU podría traducirse en recortes de personal, contratos temporales y menor crecimiento en la contratación.

Las pequeñas y medianas empresas (Pymes), que forman parte de la cadena de suministro de las grandes exportadoras, también sufrirán el impacto. Muchas de estas empresas dependen de contratos con firmas transnacionales y, si la demanda disminuye, enfrentarán dificultades para sostener su operación.

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La precarización del empleo es otro riesgo latente. En un intento por reducir costos, muchas empresas podrían recurrir a esquemas de subcontratación menos estables o modificar prestaciones, afectando el poder adquisitivo de los trabajadores y la calidad del empleo en el país.

El impacto de los aranceles no sería homogéneo en el país, sino que afectaría principalmente a estados con alta dependencia del comercio con EU:

Bajío (Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes): Esta región es clave en la manufactura automotriz y de autopartes. Empresas como General Motors, Toyota y BMW podrían ver reducida su producción o reubicar parte de sus operaciones.

Frontera Norte (Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Sonora, Baja California, Tamaulipas): Con una alta concentración de maquiladoras, estos estados dependen fuertemente del comercio bilateral. Un arancel del 25% afectaría la competitividad de sus exportaciones, generando presión sobre el empleo y la inversión extranjera.

Occidente (Jalisco y Michoacán): Jalisco es un polo tecnológico y manufacturero que exporta productos electrónicos y autopartes. Michoacán, por su parte, sufriría en el sector agroexportador, especialmente en aguacate y berries.

Centro y Sureste (Puebla, Estado de México, Veracruz, Yucatán): Puebla y el Estado de México tienen una fuerte presencia automotriz, mientras que Veracruz y Yucatán dependen de la exportación de productos agropecuarios y manufactura ligera.

Afectación a las familias mexicanas. La caída en la demanda de exportaciones provocaría despidos y menor crecimiento económico, reduciendo el ingreso de muchas familias mexicanas. Además, el encarecimiento de insumos importados desde EU. podría generar inflación en ciertos sectores, aumentando el costo de vida.

El consumo interno también se vería afectado. Con menos empleos y salarios presionados a la baja, el gasto de los hogares disminuiría, impactando sectores como el comercio, los servicios y la vivienda.

La imposición de un arancel del 25% a productos mexicanos representa una amenaza seria para la economía, el empleo y la estabilidad social del país. Afectaría de manera desproporcionada a los sectores manufacturero y agroindustrial, impactando a estados clave en la relación comercial con EU.

Ante este escenario, México debe fortalecer su diversificación comercial, mejorar la competitividad interna y buscar alternativas para reducir su dependencia del mercado estadounidense. De no tomar medidas oportunas, las repercusiones podrían ser profundas y prolongadas, afectando el crecimiento y el bienestar de millones de familias mexicanas.

Si México decide no aplicar aranceles en represalia y, en su lugar, opta por estímulos fiscales de largo plazo para retener la inversión y sostener el comercio y el empleo, la estrategia podría mitigar parcialmente el impacto de los aranceles estadounidenses. Sin embargo, la efectividad dependería de su diseño, alcance y financiamiento, además de la reacción de los inversionistas y las empresas exportadoras.

Beneficios de no aplicar aranceles. Históricamente, las guerras comerciales han demostrado que los aranceles de represalia pueden terminar afectando a los propios consumidores e industrias nacionales. Si México evita responder con la misma medida, enviaría un mensaje de estabilidad a los mercados y evitaría encarecer productos esenciales importados desde EU, como maquinaria, insumos industriales y bienes de consumo.

Además, el no aplicar aranceles mantendría la apertura comercial con otros socios estratégicos, fortaleciendo acuerdos con la Unión Europea, Canadá y Asia, diversificando así el destino de las exportaciones mexicanas.

Estímulos Fiscales: Un Escudo Contra la Desinversión. Para contrarrestar el impacto de los aranceles del 25%, México podría implementar una serie de incentivos fiscales orientados a mantener la inversión y el empleo en sectores clave:

Reducción del ISR para empresas exportadoras: Un esquema de beneficios fiscales para industrias afectadas podría ayudar a absorber parte del impacto de los aranceles, permitiéndoles ajustar márgenes sin recurrir a despidos masivos.

Deducciones aceleradas de inversiones: Permitir a las empresas amortizar inversiones en menor tiempo incentivaría la modernización de plantas y la retención de operaciones en México.

Exención o reducción del IVA en insumos estratégicos: Para evitar que los costos de producción se disparen, la reducción temporal del IVA en insumos importados podría mantener la competitividad.

Estímulos a la relocalización de empresas: Si algunas firmas optan por mover parte de su producción a EU, México podría ofrecer incentivos para que mantengan operaciones complementarias en el país, evitando un éxodo total.

Zonas económicas especiales y apoyo a Pymes: Crear incentivos fiscales en regiones afectadas, como el Bajío y la frontera norte, ayudaría a mitigar el golpe en empleo. Asimismo, programas de apoyo financiero a Pymes en la cadena de suministro podrían amortiguar el impacto.

¿Es Sostenible Financiar Estos Estímulos? Un plan de incentivos fiscales de largo plazo implicaría un costo para las finanzas públicas, que podría compensarse con mayor inversión y empleo si la estrategia funciona. Sin embargo, si los aranceles reducen drásticamente las exportaciones y el crecimiento económico se desacelera, el gobierno podría enfrentar menores ingresos tributarios, limitando la viabilidad de estos estímulos a largo plazo.

Para evitar un desbalance fiscal, México podría buscar compensaciones a través de:

Mayor recaudación por impuestos indirectos (como el IVA en sectores menos afectados).

Reorientación del gasto público para priorizar infraestructura y desarrollo industrial.

Fortalecimiento del comercio con otros países para reducir la dependencia de EU.

Impacto en el empleo y la economía familiar. Si los estímulos logran evitar la deslocalización de empresas y la reducción de operaciones, el empleo formal podría mantenerse estable en los sectores más afectados. Esto significaría una menor presión sobre los salarios y el consumo interno, protegiendo a las familias mexicanas del golpe económico.

Sin embargo, los trabajadores en industrias con márgenes reducidos podrían enfrentar esquemas de empleo más flexibles o reducciones de beneficios. En este sentido, sería clave que los estímulos incluyan incentivos para la formalización del empleo y capacitación para la reconversión laboral en sectores emergentes.

Evitar aranceles de represalia y apostar por estímulos fiscales podría ser una estrategia efectiva para minimizar el impacto de los aranceles de EU y mantener la competitividad de la industria mexicana. Sin embargo, su éxito dependerá de una ejecución eficiente, financiamiento sostenible y una rápida adaptación del comercio exterior hacia mercados alternativos.

México enfrenta una situación complicada: absorber el golpe con medidas internas o entrar en una guerra comercial con su principal socio. La clave estará en encontrar un equilibrio entre protección industrial, estabilidad macroeconómica y desarrollo de nuevas oportunidades comerciales.

Queda claro que la cultura de abrazos, de imponer un poder judicial modo morena y la relación impunidad marco y crimen organizado, ha generado consecuencias que nos guste o no hay que atender y resolver y no es con retórica nacionalista.

Mario Sandoval Chávez en X: @MarioSanFisan

CEO FISAN SOFOM ENR

Banquero a nivel Directivo con más de 30 años de experiencia profesional de negocios.

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