Bienvenidos amantes de la gastronomía. Llegan las vacaciones invernales y el clima frío hace que se nos antoje beber una bebida caliente, ya sea un delicioso chocolate o un atrevido ponche navideño, acompañado de unas dulces galletas. Sin duda, lo que más me remite a esta época es el olor de las galletas.
Es la época que en casa solemos hornear galletas para regalar a la familia, como bonito detalle. Además, es una actividad perfecta para convivir con los hijos, pues ellos disfrutarán muchísimo de esta actividad.
Es algo que en mi familia hacemos de generación en generación; tengo presente el recuerdo de mi madre sentada en la cocina viendo su libro de recetas, escogiendo las galletas que ese año se iban a elaborar.
Anotaba en un cuaderno los ingredientes que iba a necesitar, y las cantidades. Era todo un ritual acudir a los diferentes establecimientos para elegir la materia prima con la que iba a ser elaborada, y es que mi madre era -lo que suelen llamar- “un estuche de monerías”, así que le gustaba sorprender a la familia con las galletas; no crean que solo era meterlas en una bolsa y ya, cada año se le ocurría una manera diferente para envolverlas y presentarlas.
Un año usó frascos, y estos eran decorados por ella misma con motivos navideños; en una ocasión compró tazas que mandó personalizar para cada integrante de la familia; otro año fuimos de excursión al mercado de Sonora a conseguir canastas de diferentes formas y tamaños. A veces las galletas iban acompañadas de un par de mermeladas, que ella preparaba como su sello personal: de naranja agria y de pétalos de rosas.
Cuando el obsequio era “el combo” de mermeladas, las galletas eran nada más de mantequilla, no muy dulces y un poco más crujientes de lo normal, con la finalidad de que la jalea fuera embarrada en la galleta.
Elaboraba galletas de nuez espolvoreadas de azúcar glass, de naranja, de canela, de chocolate, de vainilla, y las más exóticas eran las que tenían coco. Evidentemente tanta producción de galletas hacía que mi casa tuviera ese olor tan particular, ese olor a navidad y a mamá.
Hoy que ya no está he replicado la elaboración de las galletas con mi descendencia; es un momento especial cuando deciden si quieren que las galletas sean de algún sabor en particular; ahora incluso eligen si quieren que las galletas sean de colores, o incluso decorarlas con glaseado real y perlitas de colores comestibles.
El elaborar galletas en familia, además de ser un regalo, es una excelente oportunidad para pasar una tarde juntos, para darse ese tiempo de platicar sin prisas de cualquier tema, recordar alguna anécdota o ponerse al corriente. No importa su tus hijos son pequeños, adolescentes o adultos, siempre es un buen pretexto para juntarse sin la presión de la cena navideña o los compromisos del año nuevo.
Dense esa oportunidad y hagan galletas con sus seres amados, llenen su hogar con olor a navidad, hoy estamos, mañana ¿Quién sabe?
Si no conocen una receta, les dejo la básica de galletas de mantequilla:
- 2 huevos
- 2 1/2 tazas de harina, (350 g)
- 1 cucharadita de vainilla líquida
- 1 cucharadita de polvo para hornear
- 100 gramos de mantequilla
- 1 taza de azúcar (200 g)
Se hace un volcán con la harina y en el centro se colocan todos los ingredientes menos el azúcar, esa se irá incorporando de poco en poco. No se espanten si ven que la masa al principio está toda separada y chiclosa, el secreto es el azúcar que actúa como aglutinante, pero se va incorporando poco a poco hasta lograr una masa, grasosa en las manos, pero no pegajosa. Se extiende la masa con un rodillo enharinado en una mesa enharinada.
Se cortan de la forma que ustedes prefieran, pueden cortarlas con un “cortador de galletas” o con un vaso, se engrasan y enharinan las charolas. Se meten por 15 minutos en un horno previamente pre-calentado a 180 grados centígrados y listo, deje enfriar en una superficie horizontal y ya tienen ustedes unas deliciosas galletas.
Esta es la receta base, se le puede incorporar ralladura de limón, de naranja, canela, chocolate, nuez, la imaginación es el límite. Disfrútenlas. Y no olviden ponerle a Santa Claus su plato con galletas y su vaso de leche.
¡Bon appétit!
Cat Soumeillera en Twitter: @CSoumeillera