Es oficial, este 2025 será el Año de la Mujer Indígena, propuesto así por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien el pasado viernes en su conferencia matutina anunció un amplio y enriquecedor programa de actividades a los que todos estamos invitados a asistir. Incluso puedo decir que es una cita obligada, pues conocer el arte y la literatura de las mujeres de los pueblos originarios nos da otra visión del gran aporte que han dado a nuestra sociedad.
Algunas de las actividades a las que podremos asistir son el Encuentro Nacional de Escritoras en Lenguas Indígenas; el concierto de agrupaciones musicales, fundadas o integradas por mujeres indígenas, Prólogos escénicos (arte teatral), el Primer Festival de Danzas Negras: Reflexiones afromexicanas (danza). En cada uno de estos eventos las protagonistas son las mujeres de los pueblos originarios, cuyo arte y sensibilidad no podemos dejar de apreciar.
Con ellas, con las mujeres indígenas, tenemos como país una deuda histórica. En México hay más de 6 millones de mujeres que por décadas han sido olvidadas por gobiernos anteriores, tanto que pareciera que son invisibles.
Las actividades a las que nos invita el gobierno de la presidenta Sheinbaum se llevarán a cabo en febrero y se enmarcan en el Día Internacional de la Lengua Materna, proclamado por la UNESCO y que promueve la inclusión, la diversidad lingüística y preservar la cultura, entre otros importantes objetivos.
En nuestro país, según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), existen 364 lenguas indígenas, muchas casi en extinción pero que por medio de la literatura se inmortalizan e inmortalizan a sus autoras, mujeres sabias que han sabido vencer la marginalidad y la exclusión sin olvidar sus orígenes y ese entorno natural y maravilloso que las vio nacer .
El pasado 5 de septiembre, con motivo del Día Internacional de la Mujer Indígena, fecha importantísima para visibilizar la lucha de las mujeres, pero también su aporte a la literatura, tuvimos el privilegio de deleitarnos con la obra de Natalia Toledo, poeta bilingüe que escribe en zapoteco y en español, además de ser diseñadora de joyería y ropa artesanal.
Natalia logró vencer la marginación y la barrera del idioma, pues, su obra ha llegado a Francia y traducida también al inglés. Fue ganadora el año pasado (2004) del Premio Nezahualcóyotl de Literatura.
No solo Natalia ocupa un lugar preponderante en la literatura indígena de nuestro país. Otros nombres como Irma Pineda, nos llenan de orgullo como nación. Irma, también oriunda de Oaxaca, es otra importante intelectual zapoteca, docente de la Universidad Pedagógica Nacional y poetisa de talla internacional, pues sus poemas han sido traducidos a idiomas como el serbio, el ruso, el alemán, además del inglés, el portugués y el italiano.
Otros nombres, como Briceida Cuevas Cob y Celerina Sánchez, han puesto en alto el nombre de nuestro país con su talento, pero sobre todo, debemos destacar, con su perseverancia y su valor. No es fácil ser indígena, mujer y artista en un país como el nuestro, que no termina de dejar de lado la discriminación, el machismo y el racismo. Y también, hay que decirlo, donde la inmediatez de las redes sociales ha banalizado el arte y priorizado el morbo, la decadencia, y el odio mismo de un ser humano hacia otro. Si es chisme, estamos atentos, si es de un personaje viral, todos opinamos. El arte nos pasa de noche y esto es muy lamentable.
Por cierto….
No solo es valorar el esfuerzo del gobierno federal por visibilizar a las mujeres de los pueblos originarios, nosotros, como sociedad, estamos en pañales para darles a todas ellas un trato justo, humanitario. Todavía falta mucho por hacer y no todo le toca al gobierno.