No resulta una sorpresa para nadie que AMLO y Morena detestan los organismos autónomos. La propia autonomía que les garantiza la Constitución les “protege” de una intervención del Ejecutivo. Así ha sucedido recientemente con el INE. El Instituto presentó a la Secretaría de Hacienda su proyecto de presupuesto, y esta dependencia, sin modificar el monto propuesto (pues se trata de un organismo que goza de autonomía constitucional a diferencia de una secretaría de Estado) lo llevó así a la Cámara de Diputados.

¡Ah! ¡Pero el tijeretazo vendría no de la Secretaría de Hacienda sino de la Cámara de Diputados! ¡Un legislativo capturado por el presidente AMLO y sus corifeos! El lector recordará que tras el inicio de la pasada legislatura en septiembre de 2018, a saber, unos meses previos a la investidura del presidente AMLO, la Cámara de Diputados recortó impunemente el presupuesto del difunto INEE, aquel organismo que fue tratado como chivo expiatorio de los compromisos del presidente con el SNTE y, mismo, ante la disidencia magisterial. Así ocurrió hacia finales de 2018. Sin embargo, durante el curso del año siguiente, y ya con AMLO bien sentado en Palacio Nacional, la reforma constitucional desmanteló al difunto instituto.

En el caso del INE, se antoja como una difícil labor que AMLO y el Legislativo puedan desaparecerlo. Para mala fortuna de la autoproclamada Cuarta Transformación, la autoridad electoral goza de una buena reputación entre los mexicanos, derivado, en buena parte, de haber permitido la transferencia de poder entre partidos a nivel federal, estatal y municipal.

Lo que AMLO busca, seguido por sus correligionarios en el Congreso, es enriquecer la narrativa antielitista contra un organismo fiable pero que, sin embargo, representa (en su limitada visión de estadista pero amplia concepción populista) una institución que goza de sueldos competitivos que corresponden, en buena manera, a las complejidades técnicas y de gestión que realiza el Instituto. En adición a ello, aludir a los salarios de los consejeros luego de un recorte de 5 mil millones de pesos resulta a todas luces un despropósito que nada más conduce a la polarización política.

En suma, como bien he señalado en otros textos, los embates de la 4T contra el INE no responden a la labor del instituto como autoridad electoral (a final de cuentas, ha permitido a Morena numerosas victorias a lo largo y ancho del país) sino que se inscribe dentro de la bochornosa cantaleta populista que busca dividir a la nación mexicana entre ricos y pobres, atizar la animadversión de clases, profundizar las diferencias socio económicas y acentuar las supuestas distinciones que existen entre mexicanos por color de piel. Así de lamentable.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4