El paquete económico 2025 ya fue presentado, todo el proceso que involucra la ley de ingresos y el presupuesto de egresos de la federación (PEF) vislumbra ya sus líneas generales, y no luce mal, los mercados tanto nacionales como extranjeros e instituciones y expertos financieros tanto nacionales y extranjeros así lo han ya externado, no sin unas pocas y naturales dudas que han sido puntualmente atajadas y aclaradas tanto por el titular de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, como por legisladores y por la presidenta de la República, doctora Claudia Sheinbaum Pardo.

Ahora, si bien es cierto que el último año del sexenio lopezobradorista se caracterizó por el aumento en el déficit público, los requerimientos financieros del sector público en relación al PIB continúan gozando de cabal salud, a pesar que en 2024 sí fue preciso apretar el acelerador para terminar y/o avanzar lo más posible en las magnas obras públicas estratégicas del primer sexenio de la cuarta transformación, y tampoco podemos olvidar o pretender como que se olvida, que dichas obras tardarán un tiempo en generar retornos y beneficios para el Estado mexicano.

Dentro de todo ese contexto, aderezado por el ‘momentun’ dorado que vive el gobierno, de unos niveles de popularidad de ensueño, la administración Sheinbaum bien tendrá un área de oportunidad para analizar el aumentar un puntito porcentual el IVA, ojo, que ni siquiera sugiero eliminar las exenciones (alimentos, medicinas, libros y otros) y homologar dicho impuesto al consumo un poco a la baja, no, eso acarrearía un costo político importante y la carga sí tendría un fuerte componente regresivo (en detrimento de los déciles más bajos de ingreso), en cambio un IVA del 16 al 17% no necesariamente, esto si se actúa con pericia política, consensuado con todos los sectores el que ese ligero aumento no termine por trasladarse al consumidor final.

Ojalá este asunto (y la política fiscal en general) fuera tomado en cuenta, ya que representaría una auténtica bocanada de aire fresco para las arcas nacionales; echarse ese trompo a la uña no debe representar un temor para el actual gobierno, ya que la opinión pública no solo lo entendería, sino que estaría en pleno acuerdo con ella.