Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto
Proverbio Chino
De las famosas “corcholatas” que aspiran a ser el candidato presidencial por Morena el más iracundo, sobre todo en últimas fechas, ha sido Marcelo Ebrard.
Ayer en su fan page de Facebook publicó un mensaje que fue objeto de innumerables memes. Subió dos fotos, una tapándose la cara con una manta blanca y enseguida otra imagen donde está sonriendo y con un mensaje que dice “aquí toi”.
En el pie de foto se lee un texto en el que acusa a sus malquerientes de borrar mensajes y muestras de apoyo y concluye diciendo que “Aunque les pese, seguimos aquí, más fuertes y activos que nunca”.
Si se refiere al borrado de bardas con propaganda hacia él, extraña el reclamo. Recuerdo que Marcelo fue quien exigió hace meses que se bajaran anuncios espectaculares de otras “corcholatas”. ¿Ellos no pero él sí? Vaya piso parejo.
Por otro lado, qué bueno que el canciller esté activo, pues su trabajo al frente de la política exterior de México requiere mucha chamba, más cómo están las cosas con el vecino del norte. Para eso se le paga y debe desquitar su salario. Lo malo es que tantito se pone a trabajar y otro tanto sugiere, más bien exige, que todos los suspirantes de Morena renuncien a sus puestos para hacer campaña anticipada (e ilegal según se estipula en la legislación electoral de nuestro país).
Por supuesto que a Marcelo no le han hecho eco sus compañeros morenistas, nadie ha dicho que renuncia y no lo harán. La jefa de gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, ha dicho fuerte y claro en más de una ocasión que no dejará su cargo, pues la Ciudad de México requiere de su atención. Y tiene toda la razón.
El que anda de alma ardiente es Ebrard pidiendo las renuncias y que incluso haya debates entre los contendientes, para después definir quién será el candidato. O está muy mal informado o de plano muy urgido.
Y esa urgencia lo lleva a meter la pata una y otra vez, a tal grado que ya se aventó un tiro mediático con Mario Delgado, dirigente nacional de su partido, quien lo invitó a serenarse y a cerrar filas en torno a los candidatos morenistas en las próximas elecciones que el 4 de junio se llevarán a cabo en el Estado de México y Coahuila.
El inconforme Marcelo le respingó a quien fuera su secretario de Finanzas durante su gestión en el gobierno capitalino y ante los medios de comunicación dijo que Delgado tenía razón en llamar a la unidad, pero que “cuando no hay reglas, hay ausencia de reglas, entonces es la ley de la selva”.
Habría que decirle al canciller que las reglas son muy claras: debatir fuera de un periodo electoral no está permitido y no se pueden hacer las cosas a capricho de él. Punto.
Ahora que si lo que quiere es renunciar y darse el tiro de gracia, que lo haga, faltaba más. Pero como dicen por ahí los que saben de béisbol: Ni picha, ni cacha, ni deja batear.
Para la tan esperada encuesta faltan varios meses, ya que se tiene pensado se realice en Noviembre. Seis meses de angustia para el impaciente Ebrard.
¿Cuántos disparates cometerá de aquí a entonces?
Hasta ahora se le han ido las cabras, y feo, despotricando en contra de la doctora Claudia Sheinbaum, quien por cierto en la mayoría de las encuestas le lleva varios puntos (hasta diez) de ventaja, causando el efecto contrario: mientras más la atacan, más se fortalece.
Dicen los místicos que si fijamos la atención en nuestros “enemigos”, lo hacemos nuestro “dios” y por ende, le damos fuerza y poder en nuestra vida. Tome el consejo si gusta.
Y hablo solo de uno de sus errores.
La lista de disparates que le van restando cada vez más puntos es larga y conocida por todos: sus desafortunadas apariciones en redes sociales bailando y haciendo muecas, exhibir sus creencias primitivas y ridículas al contratar los servicios de un brujo en Catemaco, la presentación de su libro como pretexto para hacer campaña, victimizarse un día sí y el otro también y como cereza en el pastel reunirse en Veracruz con la alcaldesa porteña, emparentada con los más grandes enemigos del presidente López Obrador.
Y ahora se pelea con Delgado, que aunque para muchos no es santo de su devoción, es el representante nacional de su partido. Ni modo. Es lo que hay.
No se necesita ser adivino ni chamán para saber que la ruptura de Marcelo con su partido está tocando la puerta.
Los malos perdedores siempre tienen un tufo de traición.
Al canciller le queda bien la playera del bando opositor, con quienes comparte no solo su ideología neoliberal disfrazada de bravuconería y alharacas sin sentido.
Por ello, lo vemos dando entrevistas en todos los espacios posibles en lugar de recorrer el país al ras del suelo, pues al igual que los otros, le hace falta pueblo.
Ni hablar. Que empiece a gestionar la mudanza, porque en Morena cada vez tiene menos aliados, ¿no cree?