¿Nos hemos puesto a pensar en lo conveniente que es para la alcaldesa de Cuauhtémoc ser “atacada” en sus recorridos? ¿Qué pasa si es que su equipo de guaruras tiene instrucciones para generar confrontación?

Sandra Cuevas no logró pasar la primera misión para ser considerada como una posible candidata de la alianza opositora en la CDMX. Se ha llamado a sí misma “aferrada” y entre una licencia que fue solicitada y sus aspiraciones ¿independientes? inició recorridos que han terminado en ataques y violencia.

El primero fue en la Central de Abasto. Un fideicomiso privado que se ubica dentro de la alcaldía Iztapalapa, en la que supuestamente, Sandra Cuevas había pedido un permiso que no necesariamente podía hacerse extensivo hacia el complejo gigante de contenedores comerciales. Quienes estuvieron ahí dicen que Cuevas y su equipo llegó en un tono retador, amenazante, en motos sin placas que originaron una trifulca en la que se veía sinceramente molesta. En su naturaleza impulsiva y un poco autoritaria, asume que le es posible violar el reglamento de tránsito por el simple hecho de ser ella misma, sin embargo, el episodio le dio los reflectores que han sido la base de su estridencia.

Sandra Cuevas entendió que construyéndose a sí misma como una “política incómoda” y perseguida, tendría no solo la nota de los medios sino también una nueva narrativa que incluye en la que su “adversario imaginario” podría ser cualquiera: igual los simpatizantes de Morena que los gobernantes de aquellos partidos opositores que le “impidieron acceder” al mecanismo de selección de candidato por no tener partido.

Su estrategia no es tan errada y, de hecho, existe una serie de conceptos y teorías que exploran cómo la víctimización puede influir en la percepción pública y, por ende, en las preferencias electorales. Algunas de estas teorías están relacionadas con la psicología social, la comunicación política y la sociología.

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A continuación, describo algunas de estas teorías y cómo pueden estar conectadas con la preferencia electoral:

  • Teoría de la Identificación con la Víctima (TIV): Esta teoría sugiere que las personas tienden a identificarse emocionalmente con las víctimas y mostrar más apoyo hacia ellas. Cuando un candidato político es percibido como una víctima de ciertas circunstancias adversas, puede generar empatía y simpatía entre los votantes, lo que puede influir en sus preferencias electorales.
  • Marco de la Víctima en la Comunicación Política: La forma en que se presenta a un candidato político puede influir en cómo se percibe. Utilizar un marco que lo presente como víctima de una injusticia, ataque o situación desfavorable puede generar simpatía y compasión entre los votantes, influyendo en sus decisiones electorales.
  • Teoría del Efecto del Inocente Perjudicado: Esta teoría sugiere que los individuos tienen una tendencia a ayudar o apoyar a aquellos que se ven a sí mismos o son vistos por otros como perjudicados o víctimas de alguna forma. Los políticos que se presentan como perjudicados pueden generar mayor empatía y respaldo de la población.
  • Estrategias de Persuasión Emocional: La víctimización puede ser utilizada como una estrategia de persuasión emocional en la comunicación política. Los mensajes que provocan emociones como compasión, simpatía o empatía hacia un candidato pueden influir en las preferencias de voto al generar una conexión emocional con la audiencia.
  • Cultura de la Compasión: En sociedades donde existe una fuerte cultura de la compasión y la empatía hacia los desfavorecidos, los candidatos que se presentan como víctimas pueden ser más atractivos para los votantes.

Es importante destacar que la percepción de quién es una víctima puede variar entre personas y culturas. Además, la forma en que se emplea la narrativa de la víctima en la política puede tener efectos diversos según el contexto y la audiencia. Estos conceptos y teorías proporcionan marcos para comprender cómo la víctimización puede ser utilizada en la esfera política y cómo puede influir en la percepción y las preferencias de los votantes.

Sandra Cuevas repitió el episodio al día siguiente en mercados de la Gustavo A. Madero. El resultado fue espectacular y sensacionalista: una mujer, que, por el simple hecho de ser mujer, ya es vulnerable como lo son todas las demás en medio de hombres comerciantes que cargan con la fama clasista de ser lascivos o acosadores hasta en llamarles “güerita”, aunque a diferencia de las mujeres de a pie, Cuevas iba acompañada por un séquito de hombres estilo policiacos en las mismas motos sin placas. Una víctima perfecta vestida de Tomb Raider o Lara Croft anunciando que no va a dejarse. Una estrategia digna para enganchar incautos, aunque el electorado capitalino que es bastante inteligente y ha visto casi todo, probablemente, no se la va a creer si es que en cada visita continúan estos misteriosos episodios.

Lo extraño, más allá de sus vínculos cuestionados con grupos del crimen organizado y su “estética narca”, como ha descrito el periodista Ricardo Raphael, está la provocación al margen de la ley que realiza diariamente: un día pide licencia y técnicamente, deja de ser alcaldesa mientras que al día siguiente anuncia la vigilancia panóptica de los operativos diamante y el seguimiento a los hechos de esa alcaldía en la que, temporalmente, no gobierna. Un día le son retiradas todas las motos por no cumplir con los reglamentos mientras que, al otro, fustiga a comerciantes por colocarse en la calle incumpliendo la famosa ley. Un día odia a los pobres mientras que al otro día les convence de que, si la apoyan, podrán dejar de serlo, seduciendo a una audiencia que admira a las buchonas y la encuentra muy parecida en su forma de vestir con marcas ostentosas, gritando lujo y aparentando ser una celebridad de Manhattan a la que el lodo no ensucia. Veamos hasta donde es capaz de llegar la simulación. Aunque a estas alturas, independiente no será y en el Frente ni a golpes ni a periodicazos la vuelven a dejar pasar, dicen.