Vaya artículo el de Simon Kuper en el Financial Times. Sobre España, ese bello, querido, amigable país. Supongo que sus habitantes no entenderán el escrito. O lo comprenderán perfectamente, pero ignorarán su lección principal. Allá ellos. Acá en México ojalá nos caiga el veinte. Cito al mencionado escritor:
1.- “Acabó de pasar un año en Madrid, tratando de entender España”.
2.- “He viajado de Valencia a Cádiz, a menudo en trenes de alta velocidad, persiguiendo una especie de gloriosa misión de estudio alimentada por mariscos”.
3.- “Mi conclusión preliminar: este es el país más habitable del mundo”.
4.- “Pero el cambio climático podría ser particularmente devastador aquí”.
5.- “Se podría pensar que el clima sería la principal prioridad de un país cálido y seco, pero de hecho los españoles pasan más tiempo discutiendo sobre la unidad nacional”.
6.- “El gran trauma moderno de España fue el referéndum ilegal de Cataluña sobre la independencia de 2017″. Es decir, los calorones crecientes les han valido gorro, y ya pagan las consecuencias.
El título del artículo de Kuper anuncia el desastre que viene: “En 50 años, ¿alguien seguirá viviendo en el centro de España?”.
La catástrofe ya llegó a no pocas regiones del territorio español, deshabitadas ahora mismo.
¿Culpa del cambio climático? Los expertos dicen que sí. En realidad, no es precisamente así: culpa más bien de los españoles y las españolas que pierden el tiempo y su energía en debates políticos insensatos.
Si allá llegó el desastre, todavía tienen un poco de agua. En Monterrey no somos tan afortunados. Y en idéntica situación está buena parte del norte de México. En el sur también hay problemas, gravísimos.
¿Qué estamos haciendo los mexicanos y las mexicanas para defendernos de la catástrofe? Grillar con la sucesión presidencial. Esto es autocrítica y, desde luego, pretende ser un llamado al presidente AMLO y a sus corcholatas —y a los liderazgos de otros partidos— para que se pongan las pilas. Todavía algo positivo puede hacerse, pero el tiempo se acaba.