Ha sido excelente, encomiable, el trabajo que han hecho el gobierno federal, la Cancillería y la Secretaría de Salud para obtener dosis suficientes para vacunar a la mayoría de los adultos de nuestro país y en los últimos días, vacunas para adolescentes y menores.
Sin embargo y pese a que únicamente Baja California se mantiene en semáforo naranja por el desastroso comportamiento de autoridades y ciudadanos (y visitantes extranjeros) en el manejo de la pandemia, no se puede cantar victoria, ni esperar que la actual situación se resuelva por sí sola.
Si algo hemos aprendido estos dos duros años, es que el SARS-CoV-2 es impredecible.
De acuerdo a diversos estudios, los anticuerpos de todo el rango de vacunas que existen y se han aplicado en nuestro país cuentan con una respuesta inmune que comienza a desvanecerse entre los 2 y 6 meses de la aplicación. Y aunque existen algunos puntos que no quedan del todo claro (se trata de un virus aún nuevo), cómo la inmunidad que otorgan las células T, existen sectores vulnerables que deben considerar ya, al cabo de más de seis meses de las primeras inoculaciones en México.
Sector salud, adultos mayores, personas con comorbilidades, son tan sólo algunas de las que deben considerarse ya como beneficiarias de los refuerzos. Y el despliegue de logística necesario para reforzar a millones de mexicanos debe comenzar cuanto antes, si es que no ha comenzado ya. No debemos permitir que las cosas se salgan de control como en Estados Unidos, Alemania y otros países de Europa.