Hemos hablado largo y tendido de los planes para el futuro de la aviación, y especialmente en el caso de la nacional. Lo sabemos bien, una cosa son los discursos y otra la realidad, de la que hoy me ocupo.
El punto que más se destacó en el reciente foro de la International Air Transport Association (IATA) fue precisamente que la aviación requiere de la colaboración de los gobiernos de la región. Ahora bien, en el caso de México es fundamental que el Gobierno Federal tome -con la debida seriedad e importancia- el papel de la industria aérea.
El primer paso es reconocer el daño que la Categoría 2 le hizo a la aviación nacional, pues no solamente afectó a las líneas aéreas, también repercutió en los trabajadores de la industria. Fue un gravísimo error haber minimizado el hecho, y no darle la importancia debida, sobre todo en medio de una pandemia que había puesto de rodillas al mundo de la aviación.
Muchos países llegaron a cerrar sus espacios aéreos por miedo al contagio, y sí, recuerdo perfectamente que en México hubo voces que pedían imitar estas políticas; nuestro espacio aéreo permaneció abierto pese a las críticas de que se estaba permitiendo dejar entrar el virus, y bueno, seguramente todos recuerdan las quejas que hubo en torno al aeropuerto.
En especial el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México: “que si las aglomeraciones en migración propiciaban los contagios, que si la sana distancia, que si las jergas con cloro sucias en el piso, que si no te tomaban la temperatura, que no había personal checando que no hubiera enfermos”, argumentos y descontentos sobre todo esto en vuelos de llegada internacional.
Pero, ¿qué me dicen de los vuelos de salida?, “que si la prueba COVID, PCR, antígenos o la prueba rápida” fue en la época que Interjet quería pagarle al gobierno la deuda que mantenía con ellos aplicando pruebas rápidas y surtiendo cubrebocas.
Y con el personal, la necesidad imperiosa de otorgar prórrogas a las licencias y exámenes médicos vencidos, una circunstancia que hasta el día de hoy siguen causando estragos, y que seguramente complicará las operaciones en la próxima temporada alta. Uno de los requisitos que la autoridad norteamericana solicitó en la reciente auditoría fue que nuestro país le diese un lugar y autonomía a la recién creada Agencia Federal de Aviación Civil.
Me contó “un pajarito” que están por mudarse ya en su totalidad del edificio que está dentro de las instalaciones del AICM, y ocuparán próximamente las instalaciones que actualmente pertenecen a la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes, en Boulevard Adolfo López Mateos 1990 (Periférico), en la colonia Tlacopac, Alcaldía Álvaro Obregón de esta ciudad.
El cambio de sede no dice mucho pero ¿qué pasará con la oficina de licencias? ¿permanecerá en el mismo lugar que hoy ocupa o se mudará también al edificio cerca de avenida Las Flores? Esto viene a colación porque un tópico que se trató constantemente en la reunión con la IATA es el tema de la digitalización.
Con la modernidad de hoy en día, es increíble el marasmo que existe en las dependencias gubernamentales. Es en serio; ahora que fue la pandemia y que los trabajadores de la AFAC fueron mandados a hacer “homeoffice”, de regreso les pidieron que acudieran al trabajo con sus propios equipos, pues los de la Agencia tenían virus.
Tal solicitud coincidió con el hackeo hecho por los guacamayos. Fue así como se filtró que el Gobierno Federal estaba pensando en sacar una aerolínea del Estado (tema al que volveré más abajo), lo que terminó provocando que la AFAC realizará una serie de prórrogas a los documentos del personal aéreo -ya fueran sus exámenes médicos o licencias- y comenzaron a atrasarse. Un fenómeno que se ha convertido en una imparable bola de nieve.
Comenzó como algo pequeño y hoy es de tal magnitud que incluso la AFAC sacó una circular que permite volar con los documentos vencidos. Les he comentado los cambios hechos dentro de la AFAC, uno de ellos fue el de cancelar el servicio de los Terceros Autorizados, las clínicas privadas a lo largo y ancho del país en las en el que el personal aeronáutico podía hacer los exámenes médicos que les permitían revalidar su licencia.
“Por ley”, las tripulaciones no pueden volar sin sus documentos, completos y vigentes. En la primera degradación a Categoría (2010) una de las razones fue porque había personal aeronáutico volando con licencias “chuecas”; así se lavaron las manos en el caso del accidente de Juan Camilo Mouriño, quien fuese Secretario de Gobernación de este país, cuando Felipe de Jesús Calderón Hinojosa era presidente.
Yo le sigo dando vueltas al asunto, y no entiendo. Tanto el titular de la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes, Jorge Nuño Lara, como su segundo de abordo, Rogelio Jiménez Pons, hablan de todos y cada uno de los trabajos que realizados para cumplir a cabalidad lo solicitado por la autoridad norteamericana, para el regreso a Categoría 1, pero ¿nos anuncian que pueden volar con los documentos vencidos? Es algo incomprensible.
Perdonen si en mi cabeza se hace bolas el engrudo, pero no logro entender. Como les decía, al cancelar los Terceros Autorizados y con los atrasos que ya traíamos previos por todas las prórrogas que se dieron durante la pandemia, simplemente pasó lo que tenía que pasar: que las Unidades Médicas de la AFAC se colapsaran por no tener la capacidad suficiente para atender la demanda de los trabajadores de la industria, con todo y que “doblaron” el número de unidades, de 6 a 12 en todo el país.
Y estamos de acuerdo que para la recuperación de la aviación el personal aéreo es parte fundamental. Sin embargo, en aras de no interrumpir la operación, la autoridad se sale por la tangente y ahora sí permite volar a los tripulantes con papeles vencidos.
¿No es un contrasentido? Parece que estaremos recuperando la Categoría 1 para perderla por este tipo de decisiones que no abonan en lo absoluto a poner orden dentro del mundo aeronáutico. Parece que se trata de todo los contrario.
Gracias a todas estas malas decisiones, han florecido como hongos unas cosas llamadas “gestores”, que no son más que coyotes que cobran elevadas sumas de dinero, además de lo que cuesta el trámite normal para ¡sacar una cita en Medicina de Aviación! Algo que hace no mucho tiempo, uno podía gestionarlo con facilidad, pero ahora es un verdadero viacrucis.
Existen compañeros que llevan en promedio de 6 y 3 meses esperando su licencia de vuelo; y mientras corre ese tiempo, el riesgo de que se les vuelva a vencer el examen médico es una realidad. Eso sin contar con las políticas internas de cada aerolínea, y sus necesidades del servicio.
Los respectivos centros de operaciones tienden a sobreexplotar al personal que tiene papeles vigentes, mientras esperan a que se solvente el rezago, y esto por supuesto pone en riesgo a la operación aérea de cualquier aerolínea, pues tenemos a trabajadores cansados, llevados al límite y tentando a la suerte.
Todo esto repercute en la atención y seguridad de los pasajeros de las líneas aéreas; y puede ser desde un trato deficiente por parte de personal fatigado y desmotivado por el trato que recibe de su empleador, hasta demoras por falta de personal, o algo que pone en riesgo la seguridad del vuelo: volar con tripulaciones que ya traen la jornada vencida.
Es importante que el Gobierno Federal entienda cuál es su papel en toda esta historia. No basta salir a decir cifras bonitas, sino que debe voltear a ver todo lo que están haciendo mal y corregirlo a la brevedad.
Y no tienen que ser obras faraónicas, se puede empezar por lo más urgente, como la simplificación del trámite de solicitud del examen médico. Es inaudito que a estas alturas, con la tecnología disponible, sea necesario publicar una guía de 18 páginas para hacer dicho trámite, cuando sacar cita debería hacerse con un par de clics, sobre todo cuando son revalidaciones de examen médico.
Y mucha atención: de esto no se salva la “nueva aerolínea del Estado”. Va a requerir de personal que tenga toda su documentación, en orden y vigente. Tendrá pilotos, sobrecargos, mecánicos y oficiales de operaciones que requieren de sus documentos para trabajar, y es algo que ya deberían de estar contemplando.
Sé que al ser una aerolínea bajo el mando de los militares, estos se manejan marcialmente, sin embargo estarán a cargo de una aerolínea que juega con las reglas de la aviación civil. ¿Ya nos podrán informar de cuál será el modelo de negocios?, porque como les he compartido en varias columnas, en la aviación no hay un solo modelo, hay varios, y sería importante saber qué ruta tienen trazada.
Tengo muchos compañeros, tanto de Mexicana como de Interjet, y ahora también de Aeromar, que están buscando empleo en la aviación, y que tienen sus ojos puestos en la nueva línea aérea del gobierno. No los culpo, sino todo lo contrario; estoy convencida de que es talento que no debe ser desperdiciado.
No descalifico ni desestimó las cifras bonitas, sin duda mencionarlas puede volver más atractiva esta industria para inversión de capitales. Pero también hay que tocar estos temas, que son sensibles y de suma importancia, porque no solo repercuten en los intereses de los dueños de las líneas aéreas y sus trabajadores.
Al final terminan afectando también a los pasajeros, esos que queremos que confíen en la industria y que vuelen, haciendo que los números de pasajeros crezcan. Para lograrlo, se requiere de los mayores índices de certeza, seguridad y confianza.